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"Aparato reproductor femenino"Ayera (Huesca). |
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La Piedra de los Moros de Ayera "Falo" (Huesca )
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Dando vueltas por alrededor de
Huesca, se da uno cuenta de cómo corre la Historia sobre este mundo. Un
cementerio es un lugar triste, donde acabaron y acabaremos los seres humanos y
uno observa que hay varios cementerios, todavía
visibles, en esta ciudad. Camino de Zaragoza, es decir en la carretera de
Zaragoza, se encuentra el actualmente, principal cementerio de la ciudad de
Huesca. De cara a su entrada principal, ya ves a tu izquierda, casi en la
esquina, cerca del ángulo, formado por
la fachada principal y la larga pared que cierra este gran cementerio por
el Oeste, una puerta que se abre para
entrar en el Cementerio Civil, en el qué, entre otros, reposan los restos del
inglés que trabajó en el próximo Monte Agrícola de San Luis y uno de los dos oficiales
militares, que intentaron proclamar la República. Pero siguiendo la línea que
avanza hacia el Este y mira hacia el Sur, se encuentra la puerta principal de
hierro, que suele recibir, cada día, a todos los difuntos, mejor dicho a la
mayoría de los difuntos. Y digo a la mayoría, porque algunos, como un francés,
que poseía una casa en el Coso Alto, ordenó
que sus cenizas fueran echadas en el
suelo de su finca, que poseía y ahora es de sus hijos, entre la carretera de
Apiés y una cabañera, que sube a la Montaña. Las ovejas reposaban su marcha desde
allá arriba, hasta la ciudad de Huesca, en un corral, que tenía preparado.
Es frecuente enterarse de que
algunos difuntos, cuando todavía vivían, dispusieran ser incinerados, y sus cenizas fueron lanzadas, por
sus herederos, a los bosques o a los prados del Alto Aragón y por la tierra descansan sus restos.
Bajando del Cementerio Municipal,
no por la carretera, sino por un camino, que deja encima de él, el Cerro de San
Jorge, hay una colina, en la que hay jóvenes que patinan o que saltan por
encima de tableros, que ellos mismos montan y están sus tierras movidas, por
sus saltos y por el roce de dichos tableros, cuando en viejos tiempos, reposaba
aquella tierra como se hace con la de un cementerio. Y allí pudieron hacer lo mismo los huesos de los judíos oscenses,
muchos de los cuales vivieron en la Judería, que luego le pusieron el
nombre de Barrio Nuevo. En el Cerro
Oscense de Las Mártires, se visita otro Cementerio, en que para la Guerra
Civil, se enterraban los que morían o eran asesinados en Huesca por esa Guerra
o por la Política, que hace, muchas veces,
que los hombres se odien unos a otros. Entre tanto, en el Cementerio principal, los que estaban
esperando entrar a dominar la ciudad de Huesa, vaciaban algunos nichos, que
miraban a la Capital y se metían en ellos, unas veces para dormir y otras para
disparar. Muchos fueron en otros tiempos enterrados en las iglesias, como el
propio Miguel Cervantes Saavedra, lo fue en la capital de España. En uno de nuestros
pueblos provincianos, una joven, cuando iba a misa, se colocaba en la iglesia,
al lado de una columna, en cuyo interior estaba enterrado un antepasado suyo.
Ella no se enteraba de que rezaba al lado de su antecesor, hasta que se
descubrió que su antepasado era el que reposaba, todos los domingos, junto a
ella. En las iglesias, como ahora en la Catedral de Huesca, son enterrados los
que lo desean. Antiguamente se hacía lo mismo, como en la Parroquia de
Loporzano, en la que hay sepulturas de diversas familias, como la de Almudévar.
En Siétamo, en su parroquia se encuentran enterrados Azaras y Almudévares y yo
no sé si descansa en el presbiterio, uno
de los Marqueses de Torres y Barón de Siétamo. No se sabe dónde, pero está
escrito que un Abarca de Bolea, allí descansa. A lo largo de la Historia se
cambian de lugar cementerios, que estaban junto a las iglesias de los pueblos y
que, trasladaban los cadáveres de los difuntos a nuevos lugares de descanso,
como se hizo con el de Siétamo.
El Monte de Siétamo se transformó
todo él en un cementerio, durante la Guerra Civil y tuvimos noticias de que
cerca del río Guatizalema, en su orilla izquierda fue fusilado el sacerdote de
veintiún años, que se llamaba ¿Antonio Vilellas Juste?, de Alquézar. Pero no
fue sólo ese rincón de monte, el lugar donde fueron acribillados a balazos
muchos “rojos y blancos”, sino por todas partes. Mi doble pariente, el ya difunto,
Don Jesús Vallés Almudévar, al que le fusilaron en Fañanás los “rojos”, a su
madre y a su hermano de unos catorce o quince años, se hartó de deseos de
enterarse de noticias de las muertes, que se produjeron, cuando entraron los
gubernamentales en el pueblo de Siétamo,
y él allí se dirigió, caminando desde Fañanás. En el camino, relata
en su escrito, que casi continuamente, saltaban cuervos de los cadáveres, que
estaban ingiriendo. Yo tengo un relato de Jesús Vallés, que me dio, antes de morir, y yo querría que se editara
dicho libro. ¿Cómo podría yo editar ese libro trágico y bello?.
Yo, en el supuesto lugar donde
fusilaron a mosen Antonio Vilellas Juste, estuve buscando con un
periodista madrileño, con un aparato electrónico, su cadáver, pero no lo
encontramos. Hace muy poco tiempo, me enteré de que los que lo fusilaron,
mandaron eliminar de la superficie de la tierra, los restos de los muertos y
efectivamente no encontramos ni un solo hueso. Cerca del pueblo desaparecido de
Sexto, en el monte de Siétamo y en la Vía Romana de Huesca a Alquézar,
encontramos una tumba pétrea de los romanos.
Estos son los recuerdos que tengo
que contemplar para darme cuenta del paso de la muerte por la zona donde yo
nací, pero todo el mundo está lleno de recuerdos del hombre, que pobló nuestra
tierra. Sí, porque en cualquier momento
te encuentras con un cementerio, que no sabías que existía. Por ejemplo, al
lado del actual camposanto, donde yacen varios de mis antepasados, pasaba un
tractor arrastrando una cuba de “purín”, y sus ruedas se clavaron en el suelo,
dejando en evidencia varias tumbas. Eran originales, porque todas ellas miraban
al Oriente y allí estaban descansando los huesos de distintos cadáveres de
moros que estuvieron en nuestra tierra hasta el año de 1614, poco más o menos. Esos
moros de Siétamo hicieron parte de la Historia, pero la desconocemos, como si
se tratara de Prehistoria. Alguna vez nos encontramos por el monte, monedas
ibéricas, en muchas de las cuales aparecen jinetes sobre caballos ibéricos.
Dicen que uno de los Barones de Siétamo, coleccionaba monedas ibéricas y romanas,
de las que todavía se encuentra alguna.
Por estas tierras han vivido los
humanos en la Prehistoria. Luego llegaron los vasco-ibéricos, los godos, los
romanos y los moros.
Ahora, nos acordamos de nuestros
antecesores prehistóricos de los que se
encuentran restos muy antiguos, naturales, en los que todavía hay que estudiar
su significado.
Antes de la época en que se vivió
la Historia, cuando vamos por el monte encontramos en muchos lugares molinos de mano, de piedra, que se usaban con
facilidad y piedras prehistóricas, como hachas, martillos u otras, arcos con
flechas, que se lanzaban contra el enemigo o contra piezas de caza.
En el Alto Aragón, se destaca el
encuentro de una variada conservación en el terreno de piedras salientes o
emergentes de la Tierra. En esas piedras
el hombre ha visto, representaciones de figuras humanas, de las que
algunas de ellas han hecho resaltar aspectos ginecológicos y obstétricos. Dicen
que este gran Museo Natural, baja desde
el Somontano de Guara a los Monegros.
Yo, como nacido debajo de
Santolaria, pueblo serrano, al que veo allá arriba, desde la puerta falsa de la
vaquería de mi casa de Siétamo y por debajo se distingue el Monte de Piracés, he
contemplado varios de esos monumentos naturales. Esos monumentos suelen ser
rocosos, en que los hombres primitivos en esas rocas tallaban órganos sexuales
o fertilizantes, unas veces masculinos y
otras, femeninos. En aquellos
viejos tiempos, ¡cuántas ceremonias representarían hombres y mujeres
juntamente!. Esas cuevas fertilizantes estaban talladas en las rocas, y
parecidas a órganos sexuales femeninos y en ocasiones se encuentran falos u
órganos masculinos tallados en las piedras.
También desde una ventana de
nuestra casa, que asoma al Norte, se ve en la misma Sierra de Guara,
Santolaria. Para subir a este noble pueblo, sólo hay que bajar a la calle y
subir por la carretera de Castejón de Arbaniés hasta Arbaniés. En este pueblo
se alza una bella iglesia, que tiene en sus paredes pinturas románicas. Encima
del arco pétreo que da entrada en una casa, se asoma una antigua Cruz, llamada
Lauburu, en vasco, como también es vasco el nombre de Arbaniés. Se puede subir
por el Monte de Carrascas de Siétamo que pasa al de Bandaliés, y llega al camino
que va desde Ayera, hasta Nuestra Señora del Viñedo. En una fuente que hay
delante de la iglesia, están picados en piedra los nombres de los pueblos que
pertenecen a Nuestra Señora del Viñedo y entre ellos se encuentra, ya un poco
gastado el nombre de Siétamo.
Encima de Ayera, se alza
Santolaria o Santa Eulalia la Mayor y desplazándonos al Este, llegaremos al
Pantano de Vadiello. Aquí existía un pueblo que desapareció hace ya muchos años,
que tenía el mismo nombre que ahora le dan al Pantano. Al lado de Santolaria se
encuentran las ruinas de un pueblo ya desparecido, que tenía el nombre vasco de
Isuarre. En la Edad Media el noble dueño del lugar, estaba luchando para
reconquistar Aragón y en ese periodo, subieron los moros a Isuarre y mataron a
sus pobladores.
Debajo de Santolaria, en el
Pantano de Vadiello, dicen, que ahora, cubiertas por la aguas existen cuevas,
como La Cueva de la Reina Mora, en la que había restos de la Edad de Bronce. ¿No
estarían esas cuevas relacionadas con los Mallos, también de nombre vasco, de
Ligüerre?, porque en aquel mundo prehistórico al lado de los mallos, grandes o pequeños, se encuentran
cuevas. Este nombre vasco, ¿no tendrá un significado parecido al de la Peña
Guara?. ¿No darían aquellos hombres primitivos un significado fecundador a
aquellos Mallos enormes, sobre los que los buitres se paran, como
mensajeros de la Naturaleza?. Parece que
los actuales hombres, creando el Pantano han añadido a los cultivos actualmente,
una dotación de fertilidad, para facilitar la fecundidad que ayudaba a las
primitivas fincas. Por aquellas rocas,
en lo más alto de ellas y en lo más bajo, a orillas del agua, hacen su vida
rústica, cabras, que huyen de la vida bajo el poder de los hombres, ¿No verían
los frailes de Montearagón, en la Virgen del Viñedo o del Viñero, en aragonés,
ya en pleno seguimiento del Cristianismo, el punto de oración no ya de los
buitres, sino de los hombres primitivos que practicaban la fertilización en la agricultura y en la ganadería prehistóricas?.
Santa Eulalia la Mayor o en
aragonés, Santolaria, está en lo alto de la Sierra y con camino para poder llegar a Nocito. Bajando de este
pueblo de hermosas vistas, nos encontramos con el pueblo de Castilsabás, donde
destaca Casa Vallés, con dos escudos en su puerta, a saber uno el de Vallés y
otro el de Almudévar. ¡Cómo se señalaron los Vallés con los Almudévar y éstos
con aquellos!, pues así como los Vallés colocaron en su puerta el escudo de
Almudévar, éstos en la escalera de su casa de Siétamo, colocaron en escudo de
Vallés. Frente a Castilsabás, aparece la Romántica y bella Ermita de Nuestra
Señora del Viñedo o del Viñero, en aragonés. Esta Ermita se encuentra de estilo
barroco, porque el pueblo quiso conservarla, cuando su creador, a saber el
Monasterio de Montearagón, fue entregado al Estado. El pueblo sencillo, colgó
en la iglesia de Nuestra Señora, una poesía escrita en Fabla Aragonesa. Dentro
de la iglesia, en sus muros, leí unas letras en que daba noticias piadosas de
la señora Almudévar, nacida en Siétamo y casada con un Vallés. Desde Casa
Vallés y la Ermita del Viñedo se miran constantemente. Y se ve, como el pueblo
amó y ama a la Virgen del Viñedo, porque cuando la Guerra Civil de 1936,
profanaron la imagen de su patrona y
tiraron su cuerpo a un pozo de agradable aspecto, al lado de la puerta de la
iglesia. Los fieles a la Ermita, sacaron el cuerpo de la Virgen, del pozo y lo
restauraron y ahora cuando subes desde Siétamo, te da la impresión de que la
Virgen te sonríe.
En medio de la plaza en que se
asienta la Ermita, hay un jardín, rodeado de piedras talladas con los nombres
de los pueblos, que son miembros de su Cofradía. Entre ellos se encuentra el
nombre esculpido de Siétamo, trabajo artístico, realizado por mi amigo de
Angués, que vive en Siétamo y que se llama Rafael Palacio. Está encima de la
Ermita, un edificio grande, que fue en otros tiempos un molino colectivo de
olivas. Sus dueños eran de Santolaria, de Castilsabás y todavía se conservan en
sus paredes unos carteles en los que está escrito en nombre de cada uno de los
dueños de las olivas, que se iban a moler. Hay un enorme poste, convertido en
una pieza de madera con la que aplastaban las olivas. Sus dueños aportaron su propiedad
a la Ermita y uno de ellos, dejó para la Ermita un hermoso olivar, contiguo, en
el que aparcan multitud de coches. ¡ Qué pena que no recuerdo en este momento
el nombre de esta piadoso Señor!.
Casi no quedan habitantes en la
“redolada” de la Ermita, pero queda una señora, que tiene por nombre Consuelo, nacida
en el inmediato pueblo de Castilsabás, que con sus más de noventa años, en
lugar de vivir en su propia casa, hace compañía a Muestra Señora, en la Ermita.
Pero se acuerda de los seres vivos, como los gatos, que viven todavía, en su
casa natal. A ellos iba a verlos, llevándoles su comida diaria. Ella es la
Santera del Santuario y acompaña a los que dirigen la oficina y la librería de
libros y papeles históricos de la Comarca y trata con respeto y con cariño a
los turistas o peregrinos, que van a la Ermita a ver el arte y la historia del
edificio o a rezarle a la Virgen, que fue perseguida al tirarla al pozo. En
aquella tierra del Viñedo, se proporciona un buen vino al que quiere comprarlo.
La Santera convive con la Virgen, con la iglesia de estilo barroco, con el
paisaje serrano de la Sierra de Guara, con Santolaria, con Castilsabás y acoge
a todos los turistas y peregrinos que por aquel paisaje van llegando. Entra
esta Ermita en la Historia, cuando el elevado monasterio de Montearagón fue
abrasado por su dueño, que lo compró en la Desamortización.
Pero sin olvidarse o al menos
haciendo recordar la Prehistoria de esa comarca, que, para mí, empieza en los Mallos y cuevas del
Pantano de Vadiello, sigue por Castilsabás y por Ayera, continúa por Arbaniés (de
nombre también vasco) y tiene que enseñar cuevas y elevadas piedras, que yo
ignoro su nombre, en Siétamo, en Pueyo de Fañanás y debajo de Novales, sobre
Piracés. Aquí se encuentran restos prehistóricos, que causan admiración a los
turistas y a los hombres de Ciencia.
Cuando se visita la Ermita del
Viñedo, se siente una inquietud, porque siguiendo por aquellas tierras en que
se exhibe la Prehistoria, se está también acabando la Historia de Ermitas como la de San Fertús,
en Castilsabás y la de San Esteban cerca de Ayera. Pero allí se juntan las
alturas de Guara, los no tan altos Mallos de Vadiello, el pueblo de Santolaria
o Santa Eulalia la Mayor. En este lugar dice la leyenda que vivía un Rey Moro,
que tenía prisionera una hija, en la torre de un castillo, que todavía está en
aquellas alturas. Y hay que tener en cuenta, las citadas elevadas alturas, que
en el Viñedo ya comienzan a ser más llanas y cruzando la carretera que lleva al
Pantano de Vadiello, por tierras de Castilsabás, encontraremos la Ermita de San
Fertús (en Castilsabás) y próximas, pero que pertenecen al antiguo pueblo de
Ayera, se está apagando la arquitectura románica de la ermita de San Esteban y
todavía se eleva la Piedra de los Moros. Desde Fertús, se ve la elevada cumbre
del Tozal de Guara y da la impresión de hallarse en un paisaje de leyenda. En
la Piedra de los Moros, en el Monte de Ayera, debajo de Santolaria, se ven las
huellas, que dejó la mora prisionera en el Castillo de Santolaria, con su salto
desde él, hasta una especie de fosa vecina a la Piedra de los Moros. En dicha
fosa se contemplan huellas de pies de la mora. Se ve una relación de Santolaria
y la Sierra de Guara, donde se asentaba, según aquellos hombres antediluvianos,
la fertilidad de la humanidad y la de
los vegetales. En la Peña de los Moros se alza un falo de cuatro metros de
altura y se ve un útero monumental. Ese útero se usaba para fecundar a las
mujeres y a los granos de cereales, que se depositarían en aquellos agujeros y
se sacarían para ser sembrados, ya que, según sus ideas, la piedra fecundaba
las semillas. Entre Ayera y la Ermita
del Viñedo se da ese paraje rupestre, que como acabamos de anunciar está
formado por una Piedra de carácter
fálico, acompañando a un gran “bloque pétreo”, que fue en tiempos lejanos, trabajado
por todas sus caras. En dicho bloque se encuentran cías, restos óseos, aljibes
y otros que resultan de difícil interpretación. Muy próximas a estas
disposiciones técnicas, se encuentra la Ermita del siglo XIII y a su lado, hay
un cementerio del siglo X, donde todavía deben de quedar restos de moros. Todo
este paisaje está rodeado por un bosque de carrascas.
Cuando baja uno por debajo de
Ayera a la Carretera que va a Aguas, a
su derecha te encuentras con Bandaliés, pero para ir hasta Siétamo, a pocos
metros más hacia el Este, se sigue una carretera que va a Arbaniés, de nombre
vasco y con una base de una Cruz, de piedra, pero que en el año de 1936, los “rojos” le
quitaron la Cruz de hierro. Sólo permanecen elevados los Mallos de Vadiello y
entregadas al interior de la Tierra las Cuevas de Vadiello y las próximas a la
Ermita de San Esteban, entre el Santuario del Viñedo o Viñero. Allí han
permanecido hasta ahora, convirtiéndose
en ruinas y en recuerdos de aquellos seres, tal vez divinos, desde los Mallos y
las Cuevas,
hasta La Piedra de cuatro metros de alta, con sus cuevas al lado. Los
Mallos siguen estando elevados, porque en ellos se posan los buitres y suben
las cabras, pero a la Piedra de los Moros entre Castilsabás y Ayera, parece que
le está fallando su base. Antes de llegar a Arbaniés, nos encontramos con el
río Guatizalema, que llena el Pantano de Vadiello, cuando salimos por la
carretera que va a Aguas y al bajar hacia Arbaniés, Castejón y Siétamo, nos
agrada escuchar su corriente de agua. En Arbaniés, la Historia ha dejado unas
pinturas románicas en los muros de su bella iglesia y en una a casa de la
entrada, sobre su puerta principal, se exhibe un lauburu o antiquísima Cruz. Al
salir de Arbaniés se encuentra una ruina de una Ermita, que como las anteriores
dejará de verse una pieza de mármol negro, donde están escritas frases
relativas a algún hijo de Arbaniés. Se encuentran cruces o lauburus en muchos
lugares del Mundo, como se encuentra esta de Arbaniés, otra de madera en
Coscullano y varias en torres de Montes, más abajo. ¡Cómo se pasó de la Prehistoria
a la Historia, con estas cruces de forma original, que muestran el paso de la
Prehistoria a la Historia. Unas cruces vuelven sus extremos hacia la derecha, y
otros, hacia la izquierda, como ahora esos lauburus, dirigen la dirección de
las ideas políticas a la derecha y otros hacia la izquierda
Se sigue por las orillas del río
Guatizalema y hay restos de molinos en Castejón y en Siétamo, donde vuelven a
aparecer ruinas de una grande y hermosa Fábrica de Harinas, que sigue las
ruinas que en esta zona del Guatizalema, se van haciendo cada vez más acabadas.
Mi hijo.se lamenta del estado de dicha fábrica y muestra dolor al contemplarla.
Muy cerca de esta fábrica, fue fusilado el mosen de veintiún años de edad,
nacido en Alquezar, que tal vez se llamara Antonio Vilellas Juste, y del que no se puede
saber la verdad de su muerte y de su corta vida. Quitaron la Cruz de la elevada
piedra en la carretera de Bandaliés a Arbaniés, como en Siétamo hicieron
desaparecer al Mosen Antonio Vilellas Juste.
Muy cerca de este punto en que fue
fusilado Mosen Antonio, salimos por la carretera general N-240 a Velillas, pero
al llegar, frente a la vía que conduce a Liesa, va uno por la derecha, viniendo
de Huesca y pasando la autovía, se encuentra con la figura prehistórica de Peña Mujer.
Se encuentra esta imagen en el
Monte de Velillas, en el camino de Torres de Montes y debajo de la elevada
Ermita de San Bartolomé. En esta Ermita yo conozco a un aficionado a la
Historia y a la Prehistoria, que encontró una moneda visigótica. La figura Peña
Mujer, además de su forma natural, parece estar retocada por los fieles que a
ella acudían. Como hemos visto en el Falo
y sus cuevas de Ayera, también los precristianos, mezclaban rituales que
seguían las normas de fertilidad de la Naturaleza en animales y en seres
humanos, como absorbidos por una magia simpática. En zonas próximas a la Peña
Mujer, está como hemos visto “la Piedra de los Moros de Ayera”, más hacia el
Norte o la “Peña Mora en Angués”, hacia
el Este.
Por la Carreterra de Torres, se
puede bajar no sólo a Torres, sino también a Pueyo de Fañanás y a Fañanás, pero
todavía quedan caminos que ya no son transitados. Por ejemplo, desde Siétamo se
puede ir a Torres de Montes por el Molino Viejo, se cruzaba el río Guatizalema,
se subía hacia la Torre Cavero. Desde dicha Torre se veía Pueyo de Fañanás. En
Fañanás, muy próximo a Pueyo, debajo de la iglesia, se encuentra un templo
mucho más antiguo
El camino que sube desde el río Guatizalema, hacia
la Torre de Cavero, se llama Parizonal, porque allí se encontraba un pueblo
desaparecido, llamado con el mismo nombre. Sube este valle desde el río
Guatizalema a una meseta, en que se encuentra la Torre de Cavero. En este valle
había una explotación de ovejas antiquísima. Ahora pasa por Parizonal la autovía de Lérida
a Huesca, que viene de Velillas y va a pasar el río Guatizalema, para acabar
cerca de Ola. Ahora están paralizadas las obras de la autopista. Al ver Ola se
acuerda uno de San Urbez, que bajó desde
el Monasterio de la Val de Onsera, al
lado del pueblo serrano de San Julián. Este
santo francés ya pertenece a la cultura, pero con una antigüedad, de unos trece
siglos. En Ola se conserva en Casa de Otal, una losa de piedra donde dormía el
santo e hizo manar una fuente en el Saso de Siétamo, para que no le faltara
yerba y agua a su ganado.
Volviendo al Valle de Parizonal,
que sube desde el río Guatizalema hasta la Torre de Cavero, donde se ve una
pila de piedra excavada en una base de piedra, donde recogían los hombres
prehistóricos agua para sus ganados. Estaba labrada en una solera de piedra
arenisca y se cayó porque la base de aquella roca, era de tierra y se fue
gastando por las lluvias y por el tiempo.
Encontramos en este valle de
Parizonal, antes de llegar a la meseta y
cerca de la pila de piedra que he citado, hay arriba a tres pequeñas cuevas, y
en el lado derecho subiendo hacia arriba, una cueva en la que se encerraría el
ganado y que está rodeada por una pared de piedra. Al otro lado del camino se
encuentran dos piedras elevadas, que se miran una a la otra y que yo querría
saber, que nombre científico tendrán dicha piedras. Como en el Pantano de
Vadiello y en Ayera, están las dos piedras elevadas y frente a ellas, una
cueva. Esas tres pequeñas cuevas, que he citado y en la que se refugiaban los
animales salvajes y los hombres, me las mostró Toñín de Bruis, que es conocedor
de ellas y albañil. La Cueva de mayor
tamaño, está rodeada por una pared de piedras de arenisca. Yo la conozco desde
hace ya muchos años y en su pared anterior, últimamente han escrito algún
excursionista en ibero, su procedencia y al otro lado del Camino, como acabo de
escribir hay dos piedras de más altura que un hombre, que se fijan la una en la
otra y que como he dicho me gustaría saber si son parte de alguna pieza
prehistórica.
¡Cuántos años hace que se
encuentra esa cueva al lado del camino de Parizonal !. La hicieron los hombres
primitivos, pero ha sido útil para que el año de 1936, muchos siglos después, fuera
refugio en la Guerra Civil para algunos hijos de Siétamo, en un lugar que se encuentra a unos dos
kilómetros. Para la Guerra Civil de 1936, acudían por la noche, cuando atacaban
los soldados y milicianos el pueblo de Siétamo, y en esa cueva se refugiaban
Estebané Bescós, un poco retrasado mental, hermano de “Trabuco” o Antonio
Bescós, que acabó la Guerra en Francia, pero que al fin, pudo volver a Siétamo,
donde durante muchos años ejerció de sacristán con mosen Marcelino Playán de
Antillón. En esta cueva dormía también Joaquina Larraz, casada con Joaquín
Bruis y más tarde madre de Toñín de Bruis. Toñín de Bruis, es una persona
inteligente, que estuvo estudiando en un Colegio del Opus Dei. Sabe de
agricultor, de albañil y tiene un carácter, equilibrado y lleno de sentido
común. Siempre ríe y nunca llora, porque es un hombre feliz y de una honradez a
pruebas. Es curioso como esta cueva con sus elevadas piedras, se preparó para
épocas anteriores a la Historia, pero lo que nos llama la atención a nosotros,
que hace escasos años, tuvieran que defender sus vidas en dicha Cueva. Ha
pasado la Prehistoria y en pleno siglo XXI, para la Guerra Civil se ha seguido
matando los hombres. ¡Claro que con armas más modernas que las hachas de
piedra!. Al llegar a la Torre de Cavero, cuyo dueño en otros tiempos vino de
Berbegal, se ve una cueva no muy grande, en la que iban a fecundarse parejas
humanas. Si, esa cueva en Pueyo de Fañanás, se encuentra al lado de la
carretera que une Fañanás con Pueyo de Fañanás. Como otra pareja de Sasa del
Abadiado, iba a las cuevas de Ayera, para fecundar a su esposa de Santolaria.
Cuando llega uno a la Torre de
Cavero, mirando al Este, se ve la Peña Mujer. Podíamos haber llegado al lugar
donde se encuentra la Autovía y a su lado la Peña Mujer, por la carretera
N-240, pero hemos llegado por el camino de Parizonal. No nos resulta
perjudicial el acceso a esta carretera porque
desde la N-240, se accede a la Carretera de Torres de Montes. Pero
nosotros hemos llegado desde el río Guatizalema, que pasa por Siétamo, por el
Camino de Parizonal a las vaquerías de La Torre Cavero, a la carretera de
Torres de Montes.
Siétamo y Torres de Montes “In
Dei nomine, amén. Sea a todos manifiesto que yo el noble Don Pedro deCastro y
Pinós, Señor de los Castillos y lugares de Siétamo, Olivito…y Torres de Montes…cedo,
transporto y desamparo a Vos, la noble Señora doña Isabel de Castro y Pinós, fiya
suya, los castillos y lugares de sus términos en el Reyno y dentro del Reyno de
Aragón”. El Marqués de Torres de Montes fue también más tarde Conde de Aranda
en Siétamo y se comunicaban ambos pueblos por el Camino de Parizonal y desde la
proximidad de la Torre de Cavero, hay un camino por el que se puede bajar a
Pueyo de Fañanás, donde se encuentra una cueva fecundante y al llegar a Torres
de Montes, se da uno cuenta de cómo han sido destruídos el Castillo de Torres,
como en el año de 1936, se destruyó el Castillo del Conde Aranda de Siétamo.
Han desaparecido los grandes Castillos, pero en un lado de la carretera que
viene de Pueyo, se encuentra una estrecha Cueva para la Fecundación Humana y en
la misma carretera, cerca de la cueva anterior, se esconde otra Cueva, llamada
Mazú, que recuerda un templo matrístico. En 1876, con tal vez la intención de
hacer olvidar el paganismo, colocaron una Cruz en lo más alto del Tozal. Acaso
se colocara otra Cruz anterior a esta, pero no se sabe con seguridad. Cuando
llegó la Guerra Civil en el año de 1936, los revolucionarios y destructores, tiraron
esa Cruz, al suelo y los hijos de Torres, colocaron la Cruz, en la entrada de
su Parroquia. En la prehistoria, se han ido destruyendo los Falos, las Cuevas, y
luego durante la Historia, las espadas y los fusiles, mientras los humanos se
convertían en huesos.
Se ven hombres buenos, como el señor Fernando
Laguarta, que subido en lo alto de la Cueva de Mazú, se lamentaba de que la
hubiesen derribado, y tal vez inspirado por dicha diosa Mazú, que ”no paraba de
mirar los cascotes de piedra que por la
fachada de la entrada de la Cueva se encontraban derribados y no sé, sí sería
por inspiración de la diosa Mazú, levantó una piedra, que causó admiración en
los asistentes. Cuando vi aquella
piedra, yo me quedé absorto ante ella, que tenía la forma de un elefante o más
bien de un mamut, pero debajo de él, se ven unas letras o signos, tal vez los
primeros de la lengua ibérica. Estaban en algún espacio, cubiertas de algas o
de moho, pero no fui capaz de leerlas y de resolver su significado.
No fueron los moros los creadores
de cuevas ni las moras creadoras de fuentes, ríos o humedales.”Antes de los
moros y las moras, llegaron a España otras religiones y la más antigua fue de
tipo matriarcal, siendo sus dioses femeninos. Estas diosas miraban por la
fertilidad de los humanos y de la tierra y vivían en cuevas o en ríos”. Entre
unos setecientos o mil años anteriores a Cristo, llegaron los Celtas. Estos
Celtas adoraban al Padre Sol, al contrario que las diosas más antiguas, que
adoraban a la Madre Tierra,y miraban por la fertilidad de los humanos y de la
tierra. Estaba viendo la Cueva Mazú, que me recordaba las Piedras Brujas,que se
ven en Velillas,en Angüés,en Bespén y la cueva fecundante, más pequeña de Pueyo
de Fañanás,cercana a la de Mazú.
Los dioses masculinos procedentes
de los Celta, estaban en la Alto de las Montañas y escondían, tesoros que
habían encontrado en sus huidas. En la Sierra de Guara, donde se encuentran los
Mallos altísimos de Ligüerre y el pueblo de Isarre, escondían esas semillas de
trigo, tesoros que habían conquistado en sus huidas. Con esas semillas crearon
los hombres el cultivo de trigo, que convirtió a los hombres en agricultores.
Yo me quedé absorto ante aquella
piedra misteriosa, documento encontrado en la “Catedral prehistórica”, pero que
no sé interpretar. Me quedé envuelto en inquietantes preguntas sobre aquella
lengua vasca que se habló en nuestra tierra, en la que permanecen tantas
palabras, como Alerre, Biscarrués,Isarre, Isuarre, Javierre,Espierre,Ligüerre y
tantas otras. Las pocas veces que veo a Fernando Laguarta, le doy recuerdos
para la Cruz, que bajaron de la Cueva Mazú.
Para volver a Huesca desde Torres
de Montes, se puede salir a la Carretera General-240, pasando cerca de la Mujer
de Piedra, al lado de Velillas, se tuerce hacia Siétamo, Estrecho Quinto y
carretera que sube a Vadiello y bajar por Tierz, hacia Huesca. Se puede también
ir por la carretera secundaria, que va por Pueyo de Fañanás, Fañanás Alcalá del
Obispo, Campo de Monflorite, para llegar a Huesca. Antes, se iba caminando por
Siétamo para luego ir a Huesca.
Hay un dibujo triangular de la
tierra en que se asentó especialmente la población prehistórica del interfluvio
o espacio entre dos ríos:el Flumen y el Alcanadre, con su base en la Sierra de
Guara y su vértice en Piracés, que ya penetra en la ”Tierra Plana”.
Desde Siétamo, mirando al Sur, se
contempla el Repetidor de Piracés, cuyas Antenas son visibles desde Gran Parte
de la Hoya de Huesca, y que resultan como un buen punto de referencia. Cerca de
este Repetidor, se encuentra el poblado de “El Portillo”, que pertenece a la
Edad de Bronce, siendo aquella zona muy rica en imágenes arqueológicas. Desde
donde se alzaba el Catillo del Conde de Aranda, se divisaba perfectamente el
Repetidor de Piracés, y subiéndote en el coche se baja por Alcalá del Obiso,
por Argavieso a Novales y luego sales a Albero Alto, debajo del cual se halla
un Monumento arqueológico en ruinas de Piracés. Hay fuentes originales en
Angüés, Ola, Blecua y Piracés. Parecen estar hechas en los siglos XI al XII,
pero así como a la fuente de Ola se le colocó un arco árabe, no hay impedimento
para haber sido creadas mucho tiempo anterior, sin ningún arco árabe. Se encuentran,
no lejos de Piracés, las ruinas del “Portillo”, de la Edad de Bronce.
Entre Albero y Piracés se baja el
nivel y en aquel descender de laderas, se encuentran curiosas obras
prehistóricas. Para bajar a Piracés, se va, desde Huesca por la carretera de
Sariñena, pero desde Siétamo, se baja por Ola, Alcalá del Obispo, Argavieso y
Novales y en esta zona de Ola, Albero Alto, Novales y Piracés se encuentra algún
resto romano, habiendo sido hasta que kllegaron los romanos, un terreno de un
periodo prehistórico, anterior al dominio de los iberos.
Son múltiples en esta zona, los
restos de la Obras Prehistóricas, pues
en la sencilla conversación con Ballarín de Velillas, me recordó, entre otros
“La Piedra de Mediodía de Piracés” y “El Pozo”.
En aquella zona en declive, se
contemplan multitud de obras, ya casi totalmente apagadas y uno se pregunta:
¿pasaron por aquí las ideas de aquellos primitivos hombres, para seguir 1gozando
de la vida, pero se olvidaron de sus propias vidas, que ahora ya nadie
recuerda?
¿Creen ustedes en la Creación del
Hombre por un Ser Superior o creen que su evolución obedece a un deseo de,
¿Quién?.
Los hombres y es lo más admirable
de ellos, son seres libres y pueden creer en el bien y en el Mal. El Bien y el
Mal los enfrenta y luchan y van pasando por la vida.