¡Ay!, cuanto de dolor
está presente
al infante valiente, a hombres y caballos juntamente.
(Del Romancero)
He tenido ocasión de contemplar
en el Campo de San Jorge las pruebas hípicas organizadas por el Ayuntamiento.
Me gustaría que este deporte se hiciera
o lo hicieran popular, poniéndolo al alcance de la gente, porque personalmente
creo que la equitación es el mejor de los espectáculos que nos es dado ver,
porque el caballero lo es en cuanto cabalga en su caballo, formando una
simbiosis que la misma mitología ha consagrado, creando la figura del centauro.
El caballero ,como cerebro pensante, ha de procurar por todos los medios
dominar al noble bruto, pues si éste lo apea lo reduce a la condición de peatón
; mas el caballo bien domado se compenetra con su jinete de tal manera que dos
seres vivos de distinta especie parecen llegar a una amistad, que muchas veces
logra mayor fidelidad que la que se consigue entre dos personas.
¡Que unidos y atentos están el
caballero y el caballo para defenderse de las embestidas del toro de astas
afiladas!. ¡Que concentración la de ambos antes de saltar un
obstáculo! Puede surgir la tragedia, pero entre tanto
estamos en presencia de un ballet de elegancia difícilmente superable. Hasta el
caballo hace alarde de orgullo y coquetería, arqueando el cuello y colocando la
cola en trompa.
Nunca la máquina podrá superar al
caballo en belleza, aunque aquella tenga ganada la batalla, porque en cierto
modo, ha hecho difícil la convivencia del hombre con los animales. Por eso
quiero resaltar el mérito de estos équites militares y civiles, que a pesar de
las dificultades de la vida moderna, son defensores de la Naturaleza o de la
Biología ,como se dice ahora.
Por esas razones, dedico un recuerdo al Bucéfalo de
Alejandro, a la Babieca de nuestro Cid Campeador y a estos caballeros que
siguen haciendo posible todavía en este mundo, la convivencia de ¡hombres y
animales juntamente!.
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