Autoretrato de Silvio Kosti. |
A los cien años de edad ha fallecido mi prima segunda
Teresa Bescós, hija de Silvio Kosti
(Manuel Almudévar Bescós), escritor oscense, gran amigo cruz de Joaquín
Costa y alcalde de nuestra capital, Huesca, en los años de 1928; a su hermana
María Cruz Bescós la recuerdan muchos oscenses, pues no quiso casarse, viviendo
casi siempre en Huesca, dedicándose a escribir y en ocasiones criticando al
Ayuntamiento, cuando quería talar unos grandes plátanos que todavía se
conservan, frente a casa de Villamayor, bajando a la estación, en tanto que
María Teresa se casó con el que más tarde sería el general Alamán. Cuando este
murió, vivió con su hija soltera, también llamada María Teresa, que ejerció su
profesión de Abogado en centros políticos europeos y la cuidó inmejorablemente,
pero murió ya hace unos cinco años. Su hijo Javier, estaba casado con Sofía,que también
murió ya hace unos cinco años.Después de llevar a su madre a Madrid, hará unos seis
años, encargándose su viuda de hacerlo vivir, lo que por desgracia no
logró conseguir con su querido esposo, y sin embargo con ella lo ha logrado de
un modo extraordinario, pues ha alcanzado esa edad a la que tan pocos llegan.
Y uno no puede menos que acordarse del epigrama
número veinte, escrito por su padre Silvio Kosti y publicado en Madrid en
1.920, hace ya casi cien años. Lo titula “Agua fuerte” y en
él narra el entierro en
Castilsabás, de la tía de mi abuelo Manuel Almudévar y del mismo Silvio Kosti a saber María Teresa Almudévar, nacida en 1.815 y
casada con Vallés de Castilsabás y escribe: “El Poeta asiste al funeral de su
noble tía y señora del Castil de Sabás”. Va nombrando los distintos asistentes
al entierro como “el noble tío mayorazgo
del vecino lugar, un gentil caballero curioso, silencioso y desdentado. Sumidas
en la vaga penumbra de una capilla lateral, las primas lindísimas de la Casa del Maestre, agitan sin cesar los
abánicos……… A veces, llevan a sus ojos…el pañuelo impregnado en la fragancia de
los membrillos. En el atrio, la noble tía y señora del Castil de Sabás, madre
de los pobres, providencia de los Siete Lugares del antiguo Abadenco, yace un
ataúd”.
Después suben al Campo Santo del pueblo “ y un viento
suave mensajero de la divina primavera, hincha en oleadas verdes el lago
inmenso de olivares que ciñe el tozal pedregoso, y trae en sus alas la honda
luz del litúrgico salmo: Ego sum
resurreccio et vita, que cerdit in Me, non morietur in aeternum”.
No han enterrado a Teresa en ningún pueblo, sino en
Madrid, pero con la sencillez que a ella le agradaba durante su vida y a los
que vivieron con ella, ganándose el amor de todas las personas que con ella
trabajaban.
En tanto vivió en Huesca, recorrió los pueblos de sus
antepasados, a saber Santa Cilia de Panzano y Bastaras, donde viven los Bescós
en la casa de donde venía su padre y Quinzano, de donde venía su madre, hija de
Juan Lino Lasierra.
Acuérdate Teresa de tus descendientes, tus nietos y
biznietos y de tus amigos los altoaragoneses.
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