Comenzó el día nuboso, con un
tiempo correspondiente al Otoño. Sin embargo el día parecía estar lleno de
misterio, porque las calles del pueblo, las recorrían unas negras hormigas. Era
una situación extraña porque no se veían estos insectos con una misión útil
para su colectividad, sino qué se desplazaban
individualmente, sin “decirse nada unas
a otras”, corriendo ambas sin acercarse entre ellas, cuando son insectos de
gran capacidad de trabajo colectivo. Algo debían estar esperando del otoño esos
“despistados insectos”.
A medida que iban individualmente
caminando por las calles y por los montes, esas hormigas, el cielo se iba
obscureciendo y en lugar de vestirse con simpáticas nubes, prometedoras de
lluvia, se iban vistiendo de un luto, qué sin
llegar a ser totalmente negro, era
oscuro y parecía que pronosticaba alguna catástrofe, con sus oscuras nubes, en
la tierra. ¿Iban esas boiras a repartir agua por el
monte o a proporcionar un trato bárbaro a los montes de mi pueblo?.
Ambos acontecimientos tuvieron lugar, en poco espacio de tiempo, pues
sobre mi pueblo cayeron unas lluvias beneficiosas, en tanto en la parte norte
de Siétamo, desde la que se divisa el Castillo- Monasterio de Montearagón, por
Loporzano y Bandaliés, cayó una mala tormenta de granizo, que dejó toda la
superficie de su tierra de un color maldito, que no era el blanco de la nieve,
sino el maldito del helado granizo.
En Siétamo cayó una fuerte
lluvia, que me hizo dar cuenta de la casi total desaparición de los insectos
citados, pero no me enteré de la pedreada o “pedregada”, que cayó en la parte alta de su
término municipal. Y fue el joven Vicentico Benedé el que me vino a contar lo
que les había pasado a él y sus ovejas, soportando el peligro de la situación
en que los había colocado, la terrible tormenta a él y a sus ovejas, en la
Partida de Valdeona. Estaba el joven pastoreando sus ovejas, bajo un cielo
morado y dispuesto a descargar sus boiras, sobre los pastos en que estaban él y
su ganado, cuando, de repente, empezaron las moradas nubes a descargar sobre Valdeona,
una terrible pedregada. Le fue útil encontrar un carrascal, en que entraron sus
ovejas y él mismo, cuyas ramas les salvaron de sufrir una “pedrea de bolas de
hielo”, que les hubieran hecho sufrir a sus ovejas y a él una pedrea o
“pedregada cruel “, que les hubiera hecho a algunas ovejas morir en el mismo
lugar de pastoreo o quedar lesionadas.
Yo no sé si las pobres ovejas sufrieron
síquicamente, por aquella batalla ambiental, pero Vicentico, se sintió aterrado
por la oscuridad, que se apoderó del ambiente,
con la supresión de la luz del cielo, por las nubes de color morado oscuro y su
propia desintegración.
Sufrió un terror terrible
proporcionado por la oscuridad, que le causaba terror, por la humedad del
ambiente y por la “pedreada que le amenazaba” constantemente.
Cuando paró de apedrear, se vio sorprendido
por el ambiente que le rodeaba, de un blanco terrible, que brotaba de los
hielos que habían caído y que ocupaban todo el terreno que se podía observar
desde el lugar en que se encontraba y lo único que pensó fue en huir de
Valdeona a la paridera, donde tenía que encerrar su ganado.
Apoderado del terror que pasó,
bajó enseguida con su coche a buscar a mi hijo Manolo y a mí mismo, para
enseñarnos el terreno apedreado, que era terrible.
Recuerdo como antes de la maldita
tormenta, proliferaban por todas las calles del pueblo, las “formigas”, pero al
acabar su labor destructora, casi desaparecieron todas, menos un escaso número
de ellas, unas hembras con alas y otras, como si fueran hormigas musculadas que
, he recogido. Mi hijo Manolo sacó una fotografía del horrible ambiente, de
Valdeona, que le proporcionó la tormenta.
Estas escenas se pudieron
contemplar, en Valdeona, desde donde se contempla el Castillo- Monasterio de
Montearagón, pero el pueblo, antes de la tronada, contempló la invasión de
“formigas”, aterrorizadas por ella, que estaba llegando y yo creo que hizo
desaparecer muchas de ellas.
Vicentico, que sufrió esa batalla
entre la Naturaleza y las hormigas, se acordará siempre de estas escenas.
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