Hace unos días, alguien le
preguntó a otro vecino de mi pueblo: ¿Cuánto tiempo le queda a Siétamo para
seguir vivo?.El interrogado, con sentido del humor, le respondió: hay que tener
en cuenta que hay dos Siétamos, uno el de arriba que es viejo y otro el de
abajo que es nuevo; por tanto, aunque se
acabe el de arriba, durará el de abajo.
Hay que tener en cuenta que ya antiguamente, ese pueblo de abajo tenía
vida, porque la parroquia se encontraba encima de la casa de los descendientes
del practicante Don Jorge Beltrán y el camino de las procesiones, que todavía
existe lleno de carrascas, da la vuelta al Barrio Nuevo.
Y es que el tiempo pasado existe, como un recuerdo emocionado, en el
presente y si tratamos de olvidar ese pasado, perderemos lo que ahora, en el
presente, ha de hacer que Siétamo siga siendo Villa y Baronía, es decir la
Villa de abajo y la de arriba.
Y existen y han existido grandes Sietaminos o Sietamenses, de los que
algunos estudiaron en Huesca, otros trabajaron a lo largo de su vida y entre
ambas clases de personas, han contribuido a formar nuestra memoria histórica.
Unos vivieron y otros como Sebastián Grasa o Garasa, siguen viviendo; otros
murieron más jóvenes, pero todos colaboraron en la formación de nuestra
historia. Los hombres ayudados por sus mujeres, realizaron acontecimientos
históricos, como la vida del glorioso Montearagón, a donde iban a hacer sus
rogativas presididos por su cruz parroquial, para pedirle a San Victorián, que
enviase la lluvia sobre sus campos. Ahora, cuando pasamos por la carretera y
vemos sus ruinas, nos lamentamos de su fin, soñamos con su resurrección, pues
la memoria histórica nos lleva a crear algo que substituya aquellas lluvias por
el uso del riego proveniente del Pantano de Vadiello, al que tenemos derecho.
Es necesario que Siétamo vaya creando edificios nobles y pantanos,
caminos, riegos, etc. para sustituir a
aquellos que también lo fueron como por ejemplo la alberca que estaba en la
Paul. Así demostraremos los habitantes
de Siétamo que además de dejar hijos, somos capaces de dejar al tiempo futuro
obras visibles, tangibles y de fomentar la memoria histórica de nuestra Villa
Baronía.
Pero, por allá, por el año de l952, se estaba acabando la Historia en el
viejo pueblo de Salinas de Jaca, al mismo tiempo aproximadamente que en la
pardina de Santa María; en el primero nació, ya hace más de 95 años el Sr.
Sebastián Grasa Estallo y en la segunda Doña Eugenia Casaus Callau, hace
aproximadamente 9l. Salinas de Jaca estaba en la Sierra de Sto. Domingo, continuación
de las Peñas de Riglos y acaba en Longás, provincia de Zaragoza, por el río
Omella, limitando ya con Navarra. Había muy poca tierra, como muy poco sol,
pues existía una casa en la que durante un mes no lo veían, estando junto a una
mina de sal. Hubo allí un practicante, llamado Morlans, que era pariente mío,
como el dueño de una de las pardinas en la que estuvo la Sra. Eugenia, que era
Ripa de Jaca. Había también escuela, que sirvió para que el Sr. Sebastián
aprendiera a escribir y a leer, aunque a los cinco años ya iba con corderos,
que aunque no con continuidad, siguió cuidando hasta sus noventa años. Me
contaba un hijo de Morlans que se veían volar por encima del pueblo las
águilas, que de vez en cuando cazaban algún cordero; al contárselo al Sr.
Sebastián, me dijo que en cierta ocasión estando él en su corral observó como otra águila se llevaba
entre sus garras otro cordero, sacando entonces él su escopeta y al dispararla,
soltó el cordero que ya cayó muerto, pero se lo comieron.
Se casó el año l93l, el 26 de Diciembre, hace ya 67 años, habiendo
cumplido sobradamente las bodas de oro.
El quería marchar de Salinas de Jaca, como el resto de sus habitantes que
por cierto, construyeron otro pueblo moderno al lado de la carretera de Jaca y
se fueron a vivir a él. El Sr. Sebastián buscaba tierra por Binéfar, por
Grañén, por Alfántega, pero la Providencia de Dios, lo trajo a Siétamo, donde
en compañía de su esposa y de su familia, se ha hecho viejo con una cabeza más
clara, que algunas casas de ese pueblo de la Montaña, tan triste, pero del que
jamás podrá olvidarse el Sr. Sebastián. Y también podría cantar: “De ros
altos Perineos me'n baixé en ta tierra plana, pa corteixar a una nina que
Marichuana la claman",aunque el Señor Sebastián estaba ya casado, pero si
que le atraían la huerta del río y la viña de Abrisén, porque al verlas
"li se cayeba ra baba como a ro güey cuando llabra”.
!En hora buena! y que su familia goce en el cultivo de su tierra y en el
cuidado del ganado, como el Sr. Sebastián.
Aragón ha tenido y tiene sus orígenes en el Pirineo. Es una palabra
vasco-ibérica, compuesta por "ara", que quiere decir río y por
"según", que significa, en castellano, día; por tanto Aragón equivale
al "río que viene del día" y aunque baja desde Canfranc
perpendicularmente hasta cerca de Jaca, desde esta localidad, se orienta hacia
el oeste, discurriendo hacia Navarra desde el Este, punto geográfico por el que
sale el sol y por tanto nace el día. Aquellos habitantes antiguos ¡cómo ponían
nombres a los ríos, a los valles y a las montañas, explicando su relación con
la Naturaleza!;sólo hay que ver como la palabra vasco-aragonesa Zuriza,
está conforme a su color blanquecino, que es su significado
en castellano, a causa de la cantidad de nieve que allí cae y Polituara
es el río o el valle hermoso. Y ¿qué decir de Javierre o Chabierre, del que se
conocen en nuestra provincia alrededor de cuarenta lugares con ese nombre?
;equivale a Echeberri o casa nueva, teniendo en cuenta que la diferencia se da
también con otros nombres del Pais Vasco, pues basta ver como unos se llaman
Chavarri, otros Echebarría etc.etc. Julio Caro Baroja dice que en la zona que
recoge aguas para el río Aragón, por medio del río Ijuez o Izuel, se encuentra
la ermita de Nuestra Señora de Iguacel, " del más puro románico". Se
pregunta por el significado de esas antiguas palabras vascas y dice "la
diptongación antigua, como otras muchas de la zona y la reducción de r final a
l son signos de evolución dentro del romance peculiar de esta tierra pirenaica:
porque el cambio y la alternancia de r: l son conocidos y muy antiguos. Así
Araba dice Alaba y Ayara, Ayala.Y por esta banda oriental cabe incluso imaginar
que Aragón y Alagón son el mismo nombre.
Aquellos montañeses a lo largo de los siglos, han ido bajando a otros
territorios aragoneses, unas veces por conquista y otras por emigración y se
han unido a los antiguos habitantes que por allí se encontraban, muchos de
ellos de su misma tribu ilergete y otros celtas, romanos, godos o árabes,
que en realidad no tenían tal origen pues casi todos ellos eran del terreno y
se habían convertido en musulmanes, que más tarde serían expulsados de España.
Y aun en este siglo vemos como van desapareciendo o disminuyendo algunos pueblos de esa Montaña. Basta recordar el caso de Sebastián Grasa Estallo y de su esposa Eugenia Casaus Callau. El primero cuyo apellido está castellanizado equivale a Garasa, que todavía lo conservan muchos altoaragones
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