viernes, 12 de abril de 2013

Alquézar, pueblo en el que se abrazan la rusticidad y el arte





Jose Maria Cabrero

Son todos sus alrededores de una belleza admirable, porque Alquezar se sitúa en la parte baja del cañón del río Vero, que ofrece un paisaje impresionante para todos los que aman la Naturaleza. Y  en este pueblo se abrazan la riqueza arquitectónica con los paisajes naturales, en los que se dejan envolver por el agua del río Vero; los que descienden entre esas aguas del citado cañón, al llegar a Alquézar,  mirando su silueta, recuerdan la historia legendaria del Medioevo. Con estas bellezas,  no han podido menos que declararlo Conjunto Histórico Artístico. Cuando uno llega al Portalón Gótico, por el que se penetra en Alquézar  y camina lentamente, se ve lleno de satisfacción, contemplando las casas, algunas con galerías de arcos de ladrillo, con paredes unas de los mismos  ladrillos con que han colgado en el paisaje las galerías,  en tanto que otras fueron levantadas con piedras de sillería y sobre su corona  esculpieron  en piedra, unos escudos medievales. Una vez alcanzado el aparcamiento elevado,  realizado hace no muchos años, y aparcados sus coches, se ponen los visitantes, a pasar por calles y callejones, por galerías de arcos, por pasos de arriba abajo o de abajo arriba, se llega a la Plaza Vieja, en que se conservan rincones de nuestros antepasados, como el que adorna una pequeña iglesia.  Hemos bajado desde el elevado aparcamiento que abrieron en la parte alta, desde el que se va bajando  hasta la citada Plaza Vieja, donde se encuentran rincones de arquitectura tradicional. En esta parte baja se encuentra el frontón, que recuerda la afición que siempre han tenido en el Alto Aragón al juego de pelota, que parece ya acabado. ¡Qué tristeza causa en mi interior el pensar en otras cosas que también están siendo olvidadas por los altoaragoneses!.  Pero en cambio se ha prosperado en cultivar el turismo y se han hecho aparcamientos nuevos y se ha cuidado la urbanización. En cuanto al arte, arriba,  en el Roquedo  exhibe una maravillosa vista de la Colegiata, al lado de lo que queda del Castillo, en el que en la Edad Media, tanto lucharon los cristianos con los moros. El nombre de Alquézar  viene del árabe Alcázar, que intervino tantas veces en las luchas de  los siglos IX y X. Impresiona contemplar su asentamiento, sobre el mismo borde de la roca quebrada, cómo la Colegiata que vigila  el espíritu de aquel pueblo, en que antes de conquistado a los moros, era vigilado por la Torre del Castillo o Alcázar. Fue edificado por los moros ese Castillo  y le pusieron el nombre de Al-Qars.  Al ver los restos de esa fortaleza, uno recuerda las terribles luchas que tuvieron lugar en los siglos IX y X. En los primeros años del siglo IX fue dicha fortaleza construida por Jalaf  ibn Rasid. Más tarde, en el año de 1065 fue el Rey Sancho Ramírez el que conquistó ese Castillo o Alcázar y siguió usando dicha fortaleza, hasta que fueron reconquistadas las tierras más al Sur, como las de Barbastro,  que se encuentra a veinte kilómetros de Alquézar. El Rey Sancho Ramírez construyó al lado de la fortaleza,  un templo románico del que sólo quedan el atrio, donde se pueden admirar capiteles románicos, que son de una rusticidad enorme y que muestran  un encanto sencillo, con las ropas de las figuras humanas y  con sus peinados antiquísimos. En tal  monumento,  en el capitel de la creación de Adán, se exhibe de un modo sencillo, el Misterio de la Santísima Trinidad, representando al Señor Todopoderoso con tres cabezas, tratando de hacer comprensible, el citado Misterio de la Santísima Trinidad. No se encuentra por el mundo tal forma de representar dicho Misterio. Sin embargo Alquézar,  da una prueba más de su arte, su teología y su posición sobre el terreno roquero, al lado del cañón del río Vero. Allí creó Sancho Ramírez un centro religioso, a saber la Real Iglesia de Santa María la Mayor, asistido por una comunidad de frailes. Los orígenes de este templo son románicos, como se demuestra con una parte del primitivo claustro, del que quedan unos seis capiteles, de gran ingenuidad, con figuras humanas, de las que he escrito estar peinadas con  peinados muy simples, llenas de encanto, así como sus vestiduras. El Cristo de Lecina del siglo XII encuentra alojamiento en una capilla, que se levantó en el siglo XVI. También se conserva un báculo de marfil.  Se encuentra entre los capiteles románicos,  uno de una originalidad, que no se ha encontrado en otras obras románicas, y del que ya he escrito que se trata del capitel en que se representa la creación de Adán, en que se pretende representar la figura de Dios, con un trío de cabezas, con lo que quiere dar la solución al Misterio de la Trinidad.

Toda la Historia, se ha trabajado en renovar obras, pues en el siglo XVI, construyeron la Colegiata de Santa María, dirigida por Juan de Segura, el mismo que creó la Seo de Barbastro. Se adornó aquel templo con maderas policromadas y doradas, que recuerdan el arte barroco. El retablo Mayor es obra de discípulos de Damián Forment. En su tiempo  se construyó un claustro gótico, en cuyos muros se pintaron variadas escenas, de la vida de Jesús, cuando todavía era un niño. A Alquezar se adjudicó el título  de Conjunto histórico –artístico en el año 1982, cuando sería justo  añadir que está rodeado de un conjunto Natural.

No sólo vivieron en Alquézar devotos cristianos, valientes guerreros, sino que también  convivían judíos e incluso gitanos, en los primeros años que llegaron a España. Una ilustre familia del pueblo de Aguas, pueblo cercano en el Somontano, que ya marchó hace muchos años a Zaragoza, venía de los judíos de Alquézar,  pero luego intentó adaptarse a la historia, obteniendo el escudo de Infanzón. Dicen que en Alquézar, en aquellos tiempos de la expulsión de los judíos, éstos convivían amigablemente con los gitanos, que también fueron perseguidos. En aquellos antiguos tiempos, había judíos en Alquézar,  para comerciar y los gitanos seguían  viajando por España.

Pero fue la religión cristiana la que se desarrolló en Alquézar, donde, además de la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, se encuentra entrando en el pueblo a la derecha la Iglesia de San Miguel, donde se celebran, mayormente, los cultos religiosos. En el centro del pueblo se alza la Virgen de las Nieves. Además existen las ermitas de San Antón, del Pilar, la ermita dedicada al patrono de Alquezar, es  decir a San Hipólito. Al llegar al pueblo y subiendo  hacia la derecha,  en un alto se encuentra la ermita de San Gregorio. En la altura del castillo moro, se ven las dos santas del Somontano, cuyos cuerpos se echaron en un pozo en Huesca capital y cuyas reliquias  se encuentran en el Monasterio de Leyre, en Navarra. Están sus figuras en un muro sobre una puerta, que dicen era de la cárcel, donde estuvieron prisioneras, antes de su martirio. Encima del antiguo Mercado de Huesca, en una especie de ventana, se encuentran también las figuras en colores de ambas santas, pintadas y colocadas por mi sobrino Feliciano Llanas.

He escrito que cuando Alquézar  fue declarado Conjunto- Histórico Artístico, podían haber añadido que estaba rodeado por un conjunto Natural. Por ejemplo la Sierra de Guara, de paisajes encantadores. El río Vero guarda rincones, en los que pueden verse pinturas prehistóricas, como también se encuentran en diversas cuevas, cercanas a la Villa de Alquézar.

He nombrado a los distintos pobladores de Alquézar, como los moros, los cristianos, los judíos y los gitanos y el día de hoy, se encuentra gente de todos los lugares, de los que unos, hacen su vida comercial y otros veranean o se encuentra gozando del turismo.

Pero tengo que fijarme en el sacerdote José María Cabrero  Bastaras, natural de Siétamo, hijo del señor Mariano y de la señora Antonia, que además de José Mari tuvieron a Marianito, hoy el gran Mariano. Tienen su casa en la carreterra, pero a ella sólo acude Mariano, que ha sido administrativo durante muchos años, pero que es un hombre culto, que canta en los Coros de Huesca capital,  cuando aprendió a hacerlo en el coro de la iglesia de Siétamo, donde cantaban aquellos, como su padre Mariano y Lobateras, que conocían una música ,que recordaba a la gregoriana. Yo, en cierta ocasión, me puse a cantar, pero mi forma de hacerlo no le gustó a Mariano, que me echó una repulsa. El padre era el señor Mariano, hombre grueso de cuerpo y de espíritu, que miraba por todas partes el bien de los sietamenses.  Estuvo ayudándome a dirigir el Ayuntamiento,  cuando se pusieron el agua potable por las casas, la pavimentación, el alumbrado público y se arregló el edificio del Ayuntamiento Al mismo tiempo se hicieron obras semejantes en los pueblos a Arbaniés, Liesa y Castejón de Arbaniés. Pero la figura que siempre ha destacado por su personalidad, por su espíritu de trabajo y por su vocación apostólica ha sido la de Don José María Cabrero Bastaras, que estudió para ser sacerdote en Huesca y en Roma. Lleva unos treinta y cinco años de Párroco en Alquézar y no ha descuidado su labor apostólica en Alquézar y en los numerosos pueblos próximos  al Roquedo del Alcazar , con los restos de su castillo y de la Colegiata  de  Santa María.

Se ha introducido además,  en la labor apostólica, en la recuperación de las múltiples obras de Arte,  que se han realizado  a través de los siglos en  Alquézar.

Pero así como su padre se preocupó de las obras sociales en Siétamo y en los vecinos pueblos,  José María ha atendido  a los pueblos de Buera, Radiquero, Colungo, Azque,Lecina, Betoz, Arcusa,Eripol y otros. Precisamente este último Domingo de Pascua, estuvo mi hijo con sus compañeros exploradores de la Montaña altoaragonesa, en la Iglesia de la Virgen de la Tierra, en el pueblo de Barcabo y allí estaba don José María Cabrero celebrando la misa y presidiendo la procesión de los Ramos. ¡Cuánto quieren a su Parroco Don José María los habitantes de esas tierras!.

Hay que tener en cuenta que además de su trabajo en el medio de Alquézar, en Huesca trabajaba en  la Sede de la Diócesis.

Yo he estado en varias ocasiones en Alquézar, una de ellas porque mi esposa Felisa, quiso ir a ver a la buena madre de Jose María, doña Antonia Bastaras, viuda de Mariano Cabrero. Al morir éste, José María se llevó a su madre a Alquézar,  a vivir con él. Como la muerte es propia de todos los humanos, al fin se quedó solo en Alquézar, pero amado por todos los vecinos de esa Villa  y de sus pueblos. Me dijo mi hijo, que cuando iban por aquellos pueblos atendidos por José María al decir que había nacido en Siétamo,  en el mismo pueblo donde nació su párroco, todos lo querían invitar a “echar un bocado, acompañado por un buen trago de vino”. Mi esposa Felisa, hace ya muchos años quiso ir a ver a la madre de José María a Alquézar, recibiéndonos ella, porque su hijo estaba, como casi siempre, trabajando por Cristo en un pueblo. Sentimos Antonia y nosotros una gran alegría y nos despedimos de nuestra vida comunitaria, en Siétamo. Ella se sentía feliz con su hijo,  en Alquézar. Pero mi esposa soñaba con la belleza del  pueblo, la protección del Cristo  de Lecina y de la Real Virgen María, se fue con sus hijos a contemplar la procesión de Viernes Santo. Ultimamente, yo también acudí con un grupo de Hermanos de San Viator a venerar desde el Espíritu Santo a las santas Nunila y Alodia.

Ya pasaron los tiempos en que vivieron el señor Mariano y la señora Antonia, que sufrieron en la Guerra Civil, pero fueron felices y mi esposa, al cumplir  conmigo, las Bodas de Oro, lo llamó a Siétamo y celebró la misa en la Ermita del Viñedo y en la comida, en el restaurante bendijo la mesa y “a nosotros también”. Pero su presencia nos hizo felices hasta que nos vayamos de este mundo, porque al celebrar en la Ermita de la Sierra de Guara del Viñedo, nos acordamos de la cantidad de ermitas que él ha reparado,  en aquella prolongación de la misma Sierra de Guara. De la misma forma que Alquézar es un monumento de la Naturaleza y del arte, Don José María Cabrero, vive, después de haber estudiado en Roma, en plena Naturaleza  y canta jotas que emocionan los corazones, como aquellas con las que se despidió de nosotros en el pueblo de Siétamo. ¿Cómo ha podido realizar tanos estudios como en su carrera de Ciencias Biológicas y realizar tantos trabajos como el de la enseñanza en el Bachillerato, hasta que ha sido jubilado?. Parece imposible contemplar a un Licenciado, dando clases de Bachillerato, al mismo tiempo que estaba restaurando ermitas en su Parroquia?.

Es José María un hombre humilde, pero el salmo 110, me recuerda la grandeza de su sacerdocio, cuando dice:  “Tú eres sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec”.

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