martes, 16 de abril de 2013

¿Hay democracia en los Bancos y en la vida de los hombres?





He entrado en un Banco y en tanto hablaba con su director, en un despacho  lateral, ha penetrado un hombre, que ha comenzado  a emitir gritos, manifestado a los empleados, un gran  descontento,  por alguna operación bancaria, que le había dado mal resultado. El Director  salió rápidamente del despacho, dejándome solo. Pero  al dejar un tanto abierta la puerta, he escuchado las frases violentas de aquel hombre, que se sentía maltratado por los que, para él, eran simplemente capitalistas. Yo creo que los empleados de la oficina bancaria, no eran capitalistas, sino servidores de la “confianza que debía existir entre los Banqueros y los Clientes”. Pero aquel hombre, levantaba su voz y además de llamar “hijos de p…” a los empleados, llegó a amenazarlos de muerte. Yo me sentía sólo, sin poder hablar con el Director y decidí marcharme. Al salir estaban en la acera el hombre enojado, hablando con algunos policías, a los que ya habían llamado, pero yo me marché.

¿De qué operación, buscaba la justicia ese hombre, que para mí no era malo, sino como tantos otros, que van a negociar  con los bancos y no saben, qué  es lo que va resultar de ello?.  El trato con los Bancos debe estar regido por la CONFIANZA  MUTUA, entre los mismos y los clientes.  Pero parece que más que la Confianza, lo que rige el trato en los Bancos, es muchas veces,  el interés económico, y en el cliente, en muchas ocasiones, también. Pero muchas veces es el cliente el que pierde el dinero que ganaba con su trabajo, al llegar el paro y el piso que había comprado con una hipoteca. Hay muchas circunstancias que impiden que la confianza entre los Bancos y los Clientes, sea real, como ocurre en muchas   operaciones, como las hipotecas.

¿Cómo no advirtieron muchos Bancos a sus clientes, cuando iban a pedirles créditos para hipotecarse,  del futuro que iba a llegar con prontitud, por ejemplo,  el paro múltiple?.  En las relaciones entre los Bancos y los clientes,  es la confianza la que debe predominar,  pero,  como he dicho, la mayoría de las veces lo que rige esas relaciones es, casi siempre, el interés económico, la ambición, y a veces la avaricia. Pero no sólo se hizo necesario que intervinieran los Bancos, en la concesión de los préstamos, a gentes que con ellos, iban a multiplicar sus dificultades económicas; hubiera sido necesario que la Política, hubiera tomado medidas contra, la enorme crisis que se iba a producir. Pero no fue la democracia teórica la que se rigió por  la CONFIANZA MUTUA (confianza necesaria no sólo entre los banqueros y los clientes, sino entre  los gobiernos y los votantes democráticos), sino  el interés económico, otras veces la ambición y en otros casos la avaricia.

A la Política le interesaba que se realizasen muchas hipotecas, porque así el Estado, los Ayuntamientos y comunidades, desde una licencia de obras  hasta situaciones de trasmisiones patrimoniales, recaudaban dinero. ¿Qué confianza debe la Política a los ciudadanos para que  consigan vivir en un piso propio?.   Esa desconfianza, inyectada en la confianza verdadera, ha hecho que aumentaran los ricos, que inyectaron desconfianza en la verdadera confianza, pero ha multiplicado  el número de pobres en la Sociedad, cuando la propaganda habla  tanto de la igualdad entre los hombres. En esta “efervescencia económica” o burbuja,  como se la llama vulgarmente, además de los Bancos, que ganaban el dinero automáticamente, llegaron los oportunistas, que pensaban ganar dinero de las hipotecas obtenidas. Pero a algunos de los que “soñaban felicidades económicas”, se han  convertido  luego en “indignados” por fracasar en los pagos,  a los que se habían comprometido. Esto les ocurrió a muchos por no haber tomado precauciones, contra las dificultades de  llegar a pagar, como por ejemplo el “Paro”.

¿Quién fue causante del paro?.  La Política ha de explorar  la evolución de la economía en  la Sociedad, y ha de avisar de los posibles cambios  que se den en ella. Esos cambios,  debían haber inspirado a la Política y a los  Bancos, para no liberar  la concesión de  créditos de una forma loca. El hecho de que la política no estableciese normas,  que hiciesen que  “la marcha hacia   la prosperidad que daban los préstamos”, no se convirtiese en una crisis económica,  ha traído la pobreza a muchas familias y  hace a los políticos un tanto responsables de la situación de los que ahora sufren la pérdida de sus viviendas y dineros.

Una democracia debe sostener la confianza de los clientes de los Bancos y no echar por tierra unos tratados,  que prestaron los créditos con excesiva facilidad. Los políticos dieron facilidad a la creación de la Crisis, y ahora tienen que buscar su solución, sin hacer culpables con la expulsión de las viviendas,  a los que por su confianza en los Bancos, se empeñaron.

Leyendo el periódico el día ocho de Abril de esta año de 2013, el periodista Gabriel Albiac, escribe:”¿ Por qué no hacen públicos los Bancos-y sobre todo , las Cajas- el importe de los créditos impagados por los partidos durante tres décadas?.  Y sigue preguntando: “¿por qué debe el ciudadano privado financiar con sus impuestos a todos los partidos?

¡Con qué entusiasmo se acogió en España la creación de las Comunidades Autónomas!.  Y ahora,  nos damos cuenta  que en ellas, debemos  reduplicar el pago  al Estado, del mismo pago a las Comunidades Autónomas.

A las Autonomías  Euzkadi y de Cataluña,  se les ha fortalecido como puntos de comunicación con Francia y en esas regiones se hace alarde de independencia, en tanto que en Aragón, que desde Carlomagno y del Bearn, que colaboró en la reconquista de Aragón y de Valencia, se deja abandonado el paso por Canfranc.

Yo , ante esta situación de ruina, me acuerdo del cierre del paso ferroviario con Europa de Aragón, mientras, que en todas las Regiones, dice Gabriel Albiac , que  ”Los partidos han hecho todo cuanto estaba en su mano para ser odiados”.

Aquella entrada en el Banco, me ha inspirado un respeto a sus trabajadores y me ha dado pena la situación psicológica del que daba la culpa, a aquellos que se sacrifican en su labor.

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