Al oír la pronunciación de estos
dos agradables nombres, no piensan los vecinos de Siétamo en viejas costumbres,
sino en la belleza de las mujeres, pero al decirles que se trata de Esperancita
Benedé y de Pepita de Casa Sipán, se siente uno invadido por la imagen de lo
guapas que han sido y por la belleza y la bondad que todavía ambas conservan.
Pero no es sólo ese recuerdo, sino el de las antiguas costumbres que
practicaban en Siétamo en tiempos pasados, que consistían unas en canciones en
las fiestas y actos de solidaridad con los vecinos abandonados.
En Siétamo, cuando iban de
romería a la Virgen de los Dolores de Monflorite, el Ayuntamiento daba a cada
vecino, que allí acudía, un cuarto de kilo de carne y pocos son los que se
acuerdan cuando les daban de comer a varios pobres, que no podían trabajar o
por enfermedad o por tener una edad avanzada. Parece ser que esta costumbre se
perdió, pero al volver de Monflorite a Siétamo, en la lonja de la iglesia se da
a todos los que han acudido a la romería, un trozo de torta, que tal vez sea
una manifestación del pan bendito, que se repartió hace ya muchos años.
Pero ahora hay que recordar a
esas mujeres de Siétamo, que tienen el mérito de haber conservado tal
costumbre. Como las he citado antes, se trata de Esperancita Benedé
y de Pepita Sipán; uno se explica tal comportamiento, al verlas siempre
sonrientes y con buen humor. Son dos mujeres que tienen el corazón sensible,
como la Virgen Dolorosa de Monflorite, pero al mismo tiempo alegre como la
Virgen de la Esperanza, que siempre ha mirado por los hijos de Siétamo y que
ambas mujeres han imitado, dando el pan bendito y ahora la torta, porque ya han
pasado aquellos años de escasez y al no necesitar el pan, les dan a sus vecinos
un agradable trozo de torta, que se acompaña con un trago de buen vino.
¡Gracias mujeres, que habéis
tenido un comportamiento de madres con los hijos de Siétamo!. Y ¡qué el Señor
bendiga a Esperancita Benedé y a Pepita
de Casa Sipán ¡
¡Que queden estas palabras que he
pronunciado en las mentes de todos los hijos de Siétamo, que aquí han estado
presentes y que recuerden siempre a Pepita y a Esperancita, es decir a
Esperancita y a Pepita, nacidas ambas en dos de las casas más antiguas y nobles
de Siétamo!. Esperancita Benedé ya se marchó de esta fiestas amables y caritativas, pero está allá arriba, desde
donde se acrodará de nosotros, como nosotros nos acordamos de ella.
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