miércoles, 27 de agosto de 2014

Doña Ana Loriz Clavero, de La Cuadrada

Canal del Cinca.


No he estado jamás en La Cuadrada, pero en Pertusa, muchas veces. Distan ambos pueblo, uno de otro, unos seis  kilómetros. El párroco de ambos pueblos es un paisano y amigo mío, al que tengo la confianza de llamarlo Manolo y que por apellido tiene el de Bibián. Hace ya muchos años, su tía, la señora Concha, que lo quería como a un hijo, les habló a los “rojos”, que iban a incendiar la casa donde yo nací, pero sus palabras, los convencieron de que si la quemaban,  se quedarían también ellos sin vivienda. El amor de su tía Concha, hizo que pudiera seguir mi familia ocupando esa casa, igual que Manolo, me ha llevado al Convento de Santa Teresa, cerca del Cementerio de Huesca, en cuyo huerto cuidaba las plantas de huerta y a la abejas que producen la miel, pero estaba formando también mi espíritu. Pero, por  desgracia, al perder por mi edad, el carnet de conducir, no he podido seguir escuchando sus palabras y seguir sus caritativos ejemplos. Por él, me enteré de la existencia del pueblo de nombre tan curioso como el de La Cuadrada y escuché que en ese mismo pueblo eran escasas las personas que vivían.

Pero el día veinte de Agosto de esta año de 2014, estaba sentado en un velador de los Bares del Tubo y llegó por allí, una señora ya anciana, pero airosa y me habló de que tenía amistad con los camareros del Bar Pakistaní, ya que su casa que estaba en reparación, se encuentra casi a su lado. La hice sentar, para que tomara algo en el velador y me contara sucesos de años pasados. Yo mismo me quedé sorprendido de los sucesos  que pasaron por su vida, cuando me dijo que ya tenía noventa y nueve años de edad, pero que yo no lo creía. Me dijo llamarse Ana Lóriz Clavero y haber nacido en el pueblo de La Cuadrada. Me dijo que le gustaba su pueblo,  pero que prefería la vida en la ciudad, que es lo que ahora pasa con la enorme emigración, que está despoblando el campo. Algunos, ahora piensan por qué pasa esto, cuando el campo producía alimentos a la sociedad y ahora, con los pueblos despoblados, va aumentando el hambre en las ciudades. Me decía doña Ana, que cuando todavía no estaba construido el Canal, que ahora pasa por Pertusa y por La Cuadrada, manaba una fuente, que producía un agua que beberla, enamoraba al que la bebía. Pero además,  con ella regaban huertos que producían tomates, judías y pimientos gruesos y colorados. Muchas de estas verduras las regalaba a los señores Maestros, que no eran ricos y hacían una labor cultural impresionante, entre los habitantes del pueblo. Pero mi hijo Manuel me dice que en La Cuadrada, además de la fuente, había multitud de pozos de los que en otros tiempos obtenían  agua para regar los campos, con molinos de viento o con asnos que daban vueltas y vueltas al pozo para sacar agua de ellos. Me dice que más tarde llegó el Canal del Cinca, que toma sus aguas de los embalses de Mediano y El Grado. También pasa por Pertusa y se mezclaron las aguas de la fuente con la que lleva el Canal. Ana Loriz Clavero lamenta esta pérdida de bienestar sencillo de beber agua pura, a cambio de un volumen mayor, que renta más dinero, pero hace perder algo del placer de vivir confortablemente. Con su feliz memoria, me recordaba cómo al marchar a Huesca con su familia, vendieron dos campos a Cavero de Berbegal.
La Cuadrada es el último pueblo del Somontano y por sus tierras pasa la Cabañera, que procede de los Altos Pirineos ,desde Broto. Todavía quedan en sus proximidades unos corrales en que se refugiaban los ganados, que pasaban por la Cabañera que unía el Valle de Broto con Mequinenza, a orillas del río Ebro. Caminando por la orilla del Canal hacia Pertusa, que se encuentra a unos seis kilómetros de La Cuadrada se llega a dicho pueblo, por donde pasaba el itinerario de Antonino, en el siglo III, circulando por Vías Romanas. Pertusa era un paso seguro de la vía romana   Ilerda- Osca.
Ana Loriz es un precedente de la emigración de los pueblos a las capitales. A ella le gustaba el pueblo  pero le atraía la ciudad y se vino a Huesca con sus familiares. Su ejemplo, de principios del siglo XX,  ha sido seguido por multitud de habitantes de los pueblos agrícolas y ahora esos pueblos están sin población o acabándose y sin Escuelas que sembraban la cultura en sus niños. El hambre está creciendo en las capitales, pero Ana comprende que se vive mejor en las capitales,  que en los pueblos.
Ana Lóriz Clavero, se acuerda de La Cuadrada, de sus calles que se cruzan y de las que una se dirige a Berbegal, de los huertos y de sus verduras, de los Maestros a los que respetaba y regalaba tomates y pimientos, de la fuente en la que bebía un agua potable, que rejuvenecía los cuerpos, de los campos que se vendieron, dos de ellos a los Cavero de Berbegal. Recuerda también los juegos con otras niñas, con las que se entretenían en lavar la ropa de sus moñas o muñecas y se acuerda también de las Fiestas, en que se cantaban jotas, de las que sin duda, todavía se acordará de alguna de ellas.

Pero Ana Lóriz Clavero, goza de los mismos placeres que en su niñez, porque a orillas del río Isuela,  compró un huerto, que le siguen unos conocidos suyos y recibe de ellos, verduras que en su casa cocina y consume. Esto me lo demostró, abriendo una bolsa de la que sacó cuatro pepinos. Eran sólo cuatro porque me dijo que les había dado a unas vecinas y se había quedado cuatro para ella. De los cuatro, a mí, me regaló dos, que pensé que lo mejor sería colgarlos, para tener un recuerdo de la Señora Ana, durante mucho tiempo.

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