Siete son las nubes artificiales que irán aparecido en cada uno de los Centros de Arte, que se encuentran en Oviedo, en Vic, en Vigo, en Logroño, en Pamplona y en Artium (Vitoria), y yo el día once de julio de este año de 2010, encontré a varios amigos de Huesca instalando en la "amplia memoria" de la Plaza del Seminario, del Viejo Hospital Provincial y del magestuoso Palacio de los Reyes de Aragón, hoy convertido en Museo, una nube de material plástico blanco que iba a elevarse y a caminar sin piernas, por el aire, toda ella con imágenes del Camino de Santiago y de sus caminantes.
Transportarán viajeros, peregrinos que ya han abandonado el caminar por las rutas a caballo o caminando, para ir volando a Santiago de Compostela. Cuando cumplan una etapa, la nube se anclará en un albergue de peregrinos o en un espacio público, donde se proyectarán las imágenes proporcionadas por los organizadores de las "nubes de memoria", que quieren recordar el "Arte itineris" o el Arte del Camino.
Constituye para mí una alegría contemplar a los peregrinos espirituales de Huesca, montando e hinchando la "nube de Memoria Jacobea", en el mismo lugar donde cada domingo en la fachada del Museo me fijo y piso la concha amarilla, que señala el Camino de Santiago.
Pero ahora, desde la visión de la nube, me acordaré de los peregrinos que van a venerar a Santiago Apóstol y contemplan cómo las nubes crecen, se deshacen, multiplicando los sueños, las imágenes, que hoy exponen en sus reproducciones fotográficas, a todos los que por aquellos Caminos Sagrados, van en busca de un porvenir eterno.
Algo así le ocurría al poeta León Felipe, cuando escribía: "Ayer estaba mi amor como aquella nube blanca que va tan sola en el cielo y tan alta, como aquella que ahora pasa junto a la Luna de plata. Mi amor tiene el ritornelo del agua, que, sin cesar, en nubes sube hasta el cielo, y en lluvia baja hasta el mar".
Y como escribí en un artículo, aquello que dijo León Felipe sobre "la hondura de la repulsa y el distanciamiento entre la España peregrina y la oficial", son los peregrinos los que elevan sus nubes a los cielos, como recogen el trigo y alimentan el fuego en el invierno, porque son ellos los que se llevan la canción de la virtud espiritual y de la virtud humana.
Se ven imágenes de órganos en grandes Catedrales y de arpas en Orfeones, como se ven las marchas de peregrinos haciendo sonar guitarras y tambores, txistus, bandurrias y gaitas por aquellos caminos del peregrino. Y gracias a mis amigos, entre otros muchos Álvaro, Julio y Andrés, podemos admirar el paso de las músicas y tener la confianza en el futuro de los numerosos peregrinos espontáneos que sueñan con el Camino de Santiago.
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