Un día de este mes de Agosto de 2010, he ido a visitar el Monasterio de Casbas y he quedado impresionado, no sólo por este Monasterio sino por la visión en la falda de la Sierra de Guara de la aldea de San Román de Morrano. Me he acordado de la tía del Conde de Aranda, Ana Francisca Abarca de Bolea, que en su obra pastoril en el Moncayo, impulsa la igualdad social de los aragoneses, estimulando las bodas de los nobles con las sencillas pastoras aragonesas. Pero no sólo recordé a la escritora, sino que me acordé del escritor José María Llanas Aguilaniedo, que habla en su obra “Almas contemporáneas” de los “burgueses” y de los obreros manuales y los intelectuales, como los practicantes o los maestros de escuela. Hoy me he encontrado con el jubilado José Buil Bentué, que nació en la casa del Batán de Los Molinos de Sipán. Por su edad no puede acordarse de aquellos crueles acontecimientos que sucedieron en Los Molinos, durante la Guerra Civil. Su difunta madre los vivió, pero ya no puede contarlos. El autor de la obra “Alma Contemporánea”, en 1899, ya advertía contra la violencia que había de llegar, pues no se evitó porque aquellos obreros no sabían leer casi ninguno, ni se conoció su libro, hasta hace muy poco tiempo. La Guerra es salvaje y en Cuarte de Huesca, al entrar en el pueblo los republicanos, uno subió encima de una galera cargada de mies y dijo: ¡aquí estamos los soldados de la República y queremos saber cual de vosotros no está de acuerdo con ella!. A continuación subió un muchacho joven y dijo: ¡Aquí todos los vecinos amamos la República, sed bienvenidos!. No mataron a nadie. En los Molinos de Sipán, al entrar los nacionales, el capitán preguntaba a los liberados de la muerte y estos no contestaban porque estaban poseídos por el terror. Esperanza Bentué Trisán, era la madre de José Buil y era viuda de Antonio Buil Aniés, natural de San Román de Morrano. Este apelido Aniés no viene de Aniés de Bolea, sino del pueblo donde fueron Señores los Almudévar, en el Somontano de Guara. Esperanza estuvo presente en los crímenes que se cometieron en Los Molinos de Sipán, pero no quiso recordárselos a su hijo. En una ladera del pie de la sierra está todavía el pueblo de San Román de Morrano y desde allí veían el Monasterio de Casbas, donde con los vecinos del pueblo sufrieron penas y desgracias, como los mismos voluntarios de la CNT. Las monjas olvidaron las penas y las pérdidas de la Guerra. La casa de San Román, donde nació Antonio Buil Aniés, se llama Casa Juanico y todavía se conserva en pie. Desde el Monasterio se conocía el pueblo de San Román de Morrano y desde dicho pueblo se sentía atracción por el Monasterio; tanto es así que una hermana de Antonio Buil Aniés, se puso monja y acabó siendo Abadesa de dicho Monasterio. Ocurrió cómo en lejanos tiempos con Ana Francisca Abarca de Bolea, tía del Conde de Aranda, nacido en Siétamo, que también llegó a ser Abadesa. Allí están enterradas ambas altoaragonesas. José Buil vivía en los Molinos de Sipán y acudía al Monasterio, no a hacer turismo sino a trabajar en obras de reparación que le pedía su tía la Abadesa. Unas veces arreglaba la batidora de harina, con la que fabricaban los “lamines” y también el horno, en el que cocían los “suspiros de monja”. Me dice José, que las monjas, siguiendo las reglas de clausura, no salían del convento y sentía él, la obligación de acudir a remediar sus problemas y aún lo sigue haciendo en la Ermita del Viñedo, donde se preocupa del buen vino que se llevan los que a dicha Ermita acuden. Al lado de su casa del Batán, estaba la casa de los molineros de Calvo, que fueron todos ellos, menos uno, asesinados, del que se ignora si vive todavía. El alma contemporánea de José María Llanas Aguilaniedo desaparece de la Sierra y de su zona, pero quedan los recuerdos de mi amigo José, que cuida el espíritu con el buen vino de la Ermita del Viñedo, como el pacharán y el vino de rosas, que me regaló, ya hace años, su hermano Alfonso, Guarda Forestal y hombre culto.
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