Me he acordado de ti, desde que apareciste en la terraza de la piscina, con toda tu belleza, tu arte y tu maestría, para que los hombres y mujeres ya maduros, ejercitáramos nuestra anatomía y nuestras ideas. El año pasado, al verte, escribí: “apareció en la terraza , una belleza femenina” y este año de 2011,quedé deslumbrado al volverte a ver en la misma piscina de agua caliente del Balneario de Comarruga. A mí, tu presencia me reprodujo la impresión, con que llenaste mi persona. Pero a los compañeros y compañeras, no les reprodujo ninguna emoción, porque no te conocían, pero me di cuenta de que se la produjo, porque ante la afirmación de que eras la misma figura que la persona del día anterior, contestaron varias voces: gritando: ¡ no , no es la misma, porque ésta transmite serenidad y dulzura!. Una buena señora, añadía: “parece toda su persona a la suave seda, que causa placer al contemplarla”. Terminaba el artículo del año pasado, recomendándole a Claudia,” que se hiciese un retrato al óleo, porque bellezas artísticas como la suya, no son frecuentes en nuestro mundo actual”. No sé si ha ordenado representar su belleza al óleo, para inmortalizar su belleza, pero me han admirado unas bellas flores, de claros colores, obtenidos por tatuaje, en los lados externos de sus pantorrillas. Por delante se admira su bello rostro con su alegre mirada, pero en su parte posterior, su traje de baño abre un espacio a nivel lumbar, como una elipse, que antes mostraba su cutis perfecto, blanco, no moreno y ahora, enmarcado por la elipse de su negro traje de baño, exhibe una pintura, que sin saber qué es lo que realmente representa, deja mis ojos deslumbrados. ¡Claudia, qué admiración y que respeto inspiras!.
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