jueves, 15 de septiembre de 2011

El agua, la educación y la alimentación


Estaba don Alfonso Buil  Aniés introducido en una conversación sobre el agua y a un momento dado, yo no tuve que hacer más que escuchar sus palabras, que salían de su boca sin interrupción. Yo iba apuntando lo que él decía, que comenzó de la siguiente forma: si entramos en España por Port Bou o por Irún y nos ponemos a recorrer sus costas, sus playas y sus montañas, todo lo que vemos es agua del mar y todos sus pobladores están explotando el agua, que influye en su tierra y  cuidan a los turistas que se bañan en sus playas y recorren orientados por el turismo, las cimas de los montes próximos. Total que aquellas personas próximas al agua, la explotan y la cuidan por medio del turismo, de la pesca, de los caballos y de los asnos, los dances de sus fiesta,  en ciertas zonas cultivan verduras,  y en otras frutas.
Pero al entrar en la Península ibérica por Canfranc, en la Provincia de Huesca, se encuentran los turistas con numerosos ríos,  que conducen sus aguas al río que da su nombre a Iberia, es decir el Ebro.  Este rio se lleva el agua  para tirarla al mar Mediterráneo y en sus costas seguirán siendo felices, en tanto  en el Alto Aragón, seguirán despoblándose los pueblos y el “Profeta Joaquín Costa”, “desde su lejano observatorio”, no podrá ver todos los secanos de la Provincia de Huesca, verdes, por haberlos regado  con las aguas de sus ríos. Estuvo Alfonso Buil Aniés con unos amigos alemanes , de los que alguno era ingeniero o arquitecto, a los que había invitado a conocer el Pirineo y exclamaban :¡cómo en este profundo río no levantan una “pared”, palabra que empleaban para substituir a una presa!. Aquellos ingenieros veían en su imaginación salir de aquellos soñados pantanos, energía eléctrica y aguas para riegos de las que durante el invierno se arrojan cantidades enormes en el mar.
En Francia tienen sus buenas tierras y frescas, que producen unas frutas de muy buen aspecto, pero esas manzanas  carecen casi de azúcar, creada por el sol, que allí no brilla como debajo de los Pirineos. En Francia son las tierras, como las de Sariñena, extensas y  sin un sol brillante, no ves si un río lleva sus aguas hacia arriba o hacia abajo, por ser sus terrenos excesivamente llanos. En el Alto Aragón la cosa es distinta, pues afirma Alfonso Buil Aniés, que en ciertas zonas de Sariñena y Villanueva de Sigena, se estableció el riego y en cierta ocasión, cuando pasaba hacia Fraga por Villanueva de Sigena, observó una cosechadora, que recorriendo grandes extensiones, cosechaba  judías o alubias verdes, sin estropearlas. Añade que la tierra de Sariñena era como un cascajo, que se secaba enseguida, pero ahora, con el agua, sacan 18.000 kilogramos de maíz por hectárea. No es triste, pero el hecho de que los cultivadores, fuesen navarros y gran parte de los criadores de cerdos, fuesen ilerdenses, me hace pensar en la poca población que queda en el Alto Aragón. Alguien dijo que esos campos de huerta, donde se cosechan tantas verduras, son demasiado grandes para la sociedad,  pero si miramos hacia el secano, vemos las enormes fincas, que cuando se movieron los riegos, muchos de sus dueños, se negaron a regarlas. Pero no sólo en la zona de Sariñena, sino también en la cuenca del río Gállego, donde se ven grandes fincas, pero de secano. A uno de estos poseedores de una finca de secano, se le reveló el procedimiento para regar su finca y contestó:”si yo no puedo comerme todo el trigo que produzco, ¡me voy a poner a plantar coles!”. En esos secanos no había puestos de trabajo para los vecinos de los pueblos, pero en estas grandes huertas, hacen falta hombres y mujeres que manipulen los frutos alimenticios, que producen. Antonio Ballarín, nacido en Velillas, ha plantado una enorme pomareda, de unas veinte hectáreas, que compró a uno de los herederos de uno de esos secanos. Sirven la finca dos obreros fijos y para recoger las manzanas, se requieren veinte hombres.  Este año ha cubierto a los manzanos con transparentes redes, que permiten pasar al aire,  pero no al pedrisco. Uno de estos días del mes de Septiembre, entraban en la plantación y salían camiones alemanes para llevar a Alemania esas exquisitas manzanas. Esta finca se encuentra en la provincia de Huesca al lado del río Gállego. En cambio desde las fajas de manzanos se divisan a orillas del río Gállego, unas ocho hectáreas de huerta vieja, pero que están sin cultivar, ya que eran los huertos familiares de los vecinos del pueblo zaragozano de Puendeluna.  
Hace poco tiempo yo pasaba desde la carretera que va a Berbegal por Venta de Ballerías, desde la de Sariñena  y subí  por otra carretera que va a Torres de Alcanadre y a Pertusa. Desde luego que me llamó la atención el vigor y el verde color de los maizales, pero me dio la impresión de que allí había cambiado el ambiente y se había  transformado el triste aspecto monegrino, por el de una también  verde y arbórea llanura  francesa. Lo mismo me ocurrió pasando por los Alberos Alto y Bajo, que yo recuerdo no eran tan tristes como los Monegros, pero que  han tomado un aspecto que causa alegría. Sin embargo la población agrícola disminuye. Un día del mes de Septiembre del año actual de 2012, me encontré en el Salón de Ancianos del Barrio del Perpetuo Socorro,    con varios jubilados del campo y de la ganadería, como Domingo Seral, natural de Huesca y resulta que guardaba en su memoria las ideas de Joaquín Costa, pues este decía que todos los Monegros regados, se convertirían en la despensa de España. En Los Monegros  se encuentran Castejón de  Monegros, Valfarta, Ontiñena, Castelflorite, Sena, Chalamera, que está en un alto y Ballobar en “una valle” y en cambio los de Almudáfar ”están todos en la calle”. Si se llegase a regar todo el monte de estos pueblos, tendría razón Domingo Seral, cuando repite la profecía de Joaquín Costa.    
Y al ver correr el agua por esa red de ríos tan espesa, todos desean recibir esa agua, unos los valencianos y otros los murcianos. Siendo yo, en otros tiempos, Diputado Provincial, llegó una petición de un lugar del Reino de Valencia, en que pedía las aguas que se recogen en el Pantano de Calcón,  que aquí, por lo visto nadie se preocupaba de ellas y ahora, se disputan esas aguas entre los pueblos del Somontano, como Aguas y Loporzano, porque sólo caben en él  unos cerca de tres Hectómetros. A partir de entonces, se arregló un poco la situación y digo un poco, porque el ingeniero Albasini, hizo un estudio para  echar agua del río Alcanadre y del Ara al río Formiga, con lo que se regarían las tierras del Somontano y de la Hoya de Huesca, pero no se ha realizado dicho proyecto. Otro inconveniente consistió en elevar poco la presa del Pantano de Calcón. No se hizo la desviación del Alcanadre por Pedruel, para bajar sus aguas  al río Formiga, como aquel que dice: marchad aguas al mar,que aquí no os necesitamos.  Alfonso Buil Aniés, que después de haber alcanzado los noventa años de edad, se acordaba de la Caverna de Solencio, que acumulaba agua y al llegar el Otoño, la dejaba salir la misma Caverna al río Formiga.  Si todas esas aguas se hubieran aprovechado, ahora estarían los pueblos de Aguas  y de Ibieca, con explotaciones agrarias y ganaderas,  que aliviarían la desaparición de muchos rebaños de ovejas por aquellas tierras. En aquellas mismas en que el padre de Alfonso Buil Aniés, amigo íntimo de Joaquín Costa, hacía que en aquellos tiempos antiguos, parieran dos corderos, un gran número de ellas. Y era su padre el que le recordaba a su hijo, que Huesca podría ser la provincia española más rica en agricultura de España, idea también recogida de Costa, que expresó Domingo Seral y que días después pronunció un hijo del pueblo de Bandaliés. He nombrado a las tierras de Murcia, que construyeron un enorme pantano, parecido al del Grado, pero que carece casi siempre de agua. Y no debemos tener la idea de que nuestros compatriotas murcianos no rieguen, sino la de hacer pantanos en nuestros ríos que den agua para regar los aragoneses y hasta los murcianos. Pantanos, grandes pantanos que recojan el agua, que dejamos que vaya al mar, durante el invierno. Así regaríamos los aragoneses y cumpliríamos las normas de solidaridad entre compatriotas, soltando agua para que regaran incluso en Murcia. Hay aragoneses que no quieren ver nuevos pantanos y no se dan cuenta de que ya han desaparecido unos doscientos pueblos por carencia de esos nuevos pantanos y si no regamos desaparecerán otros doscientos pueblos más.
Porque se han fomentado tanto las autonomías, que parece que cada antiguo reino en España, quiera gobernarse a sí mismo, sin tener en cuenta el bienestar de todos los españoles. No hace falta despreciar a las demás regiones, pues Europa piensa lo contrario que el autonomismo español, pues trata de ayudar a todos los países europeos, para que se desarrollen en la unidad, como está pasando ahora con el intento de salvar a Grecia. Navarra riega y trata de proporcionar agua a todos sus pueblos, unas para el riego, para sus necesidades hídricas y para fomentar la industria y sin embargo, el río Aragón, sigue trayendo agua a nuestra región.  No hay que despreciar el bienestar de otras regiones,  pues,  por ejemplo Murcia, con su enorme producción hortícola, la exportaría a Europa por el Pirineo Central, que entre otras cosas evitaría que los extremos  del Pirineo se creyesen naciones maravillosas y Aragón quedase como un punto aislado del mundo.
Alfonso Buil Claver es realista al escribir:”Es nuestro deber proteger los recursos naturales que sustentarán a las generaciones futuras. Cuando nací, no vine a un mundo desolado. Así como mis antepasados antes de que yo naciera, plantaron para que yo tuviera con qué vivir, planto yo para que los que vendrán después de mí”. Han llegado años de escasez para alimentar a la humanidad, por tanto tenemos que seguir plantando, con la ventaja de poder regar nuestros cultivos.

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