sábado, 14 de enero de 2012

Juventud, divino tesoro, ya te vas…

Viviendas sociales vacías
Rubén Darío, poeta conmovedor, parece que veía venir un periodo triste para la juventud, como todos los que a lo largo de la Historia, han ido pasando, pero ahora, aplicando ese pasar a la juventud actual, se da uno cuenta que quizá ésta juventud,  se convierta en una generación perdida. Llorar por una generación perdida es lo mismo que llorar por la humanidad, pues decía Rubén: ”Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver. Cuando quiero llorar no lloro y a veces, lloro sin querer”. No sé si los jóvenes no querrían llorar, cuando se vieron rodeados por una construcción de chalets y de viviendas, que se expandía por toda España, pero ahora lloran sin querer. Mi amigo Alfonso Buil, con sus noventa años, cuando todavía era un niño de unos trece, desde la altura de la Sierra de Guara, se daba cuenta de los “filtros”,  que se abrían en las rocas y por los que desaparecían las aguas que enviaban las nubes, desde todavía más arriba. Aquellas aguas llovedizas, se filtraban e iban a parar a la Cueva de Solencio,  donde sólo servían para ahogar a algún explorador o para enterrar, en este caso “desaguar” a alguien que quería suicidarse. El miraba el horizonte y soñaba, al contemplar las tierras que se habían  de regar debajo de Santa Cilia de Panzano y de San Román de Morrano, por Sieso , Casbas, Angüés y Siétamo y al fondo se divisaba el fabuloso Moncayo, como si estuviera al alcance de la mano. En el Monasterio de Casbas, su Abadesa doña Ana Francisca Abarca de Bolea, tía del Conde de Aranda, Ministro de Carlos III, entre otras muchas ocupaciones civiles y militares, describió una Romería que en una ermita del Moncayo, se celebraba con actos religiosos seguidos de festejos, en los que las sanas y humildes pastoras del Moncayo, bailaban con los nobles que acudían a dicha Romería. Aquellas extensas tierras, había que regarlas, para que como le decía Don Joaquín Costa a su padre: con los riegos, la provincia de Huesca será la más rica en producción agrícola de toda España. Y él soñaba al ver las experiencias de su padre, de  obtener partos dobles de las ovejas de su casa de San Román de Morrano, que con las producciones vegetales de las huertas, los españoles se alimentaran con abundancia. Llegó la cruel Guerra Civil de 1936 y llegó el hambre a los españoles, tanto que Argentina, conmovida, nos envió toneladas y toneladas de trigo y los americanos leche en polvo, para alimentar a los niños en las escuelas. Allá arriba Alfonso no tenía motivos para llorar, sino para sonreír, pero al llegar la Guerra tuvo que llorar por los difuntos que caían abundantes, cerca de San Román, como el boticario de Casbas. Pero dominó el manantial de las lágrimas de sus ojos, porque lo que hizo, fue sembrar el patrimonio de su padre con sus jóvenes trece años, ya que éste padre estaba enfermo.  Pasaron desde entonces, muchos años y como me he expresado, los españoles se vieron rodeados por una construcción casi infinita, olvidándose de los pantanos y canales, que había que hacer correr por esas tierras. Y entre tanto la industria en Huesca aunque creció con muy poco vigor y muchas veces desdeñada por los “señores” de la administración, ha ido desapareciendo poco a poco y no quedó más que la construcción y a ella acudían a trabajar y a ganar dinero. 
Alfonso Buil, recordando aquellos viejos años, se expresaba así,  hace pocos días: me da la impresión de que la juventud, va a ser parte de una generación perdida, porque se ha quedado sin trabajo y sin estudios. Pero además muchos jóvenes quedaron endeudados para unos treinta  años, porque animados por el dinero que ganaban, se lanzaron a comprar viviendas y coches. Me dice Alfonso, que por lo menos una mitad de esa juventud, ha sido o puede verse hipotecada y despojada de sus pisos y esa deuda no les afecta sólo a ellos, sino también a sus familiares, ya mayores, que, muy optimistas no se negaron a firmar los contratos bancarios, que concertaban los jóvenes. Cuando aquellos jóvenes firmaban una hipoteca, se comprometían a devolver el dinero que les había prestado el Banco. Pero cuando se quedaban sin trabajo y no podían devolver los plazos del préstamo, el Banco no quería recibir ladrillos,  sino dinero. Cuando no pagaban, el Banco subastaba el piso y lo adjudicaban por un precio inferior a su valor real, pero si no podía dicho Banco  sacar todo el dinero que el joven debía, éste se quedaba sin piso y debiendo una cantidad, que cuando en ella pensaba, lloraba , no sé si queriendo o sin querer. Hay que arreglar en la sociedad, el asunto de los préstamos,  pues como me dice Alfonso Buil , hay personas que por deudas de dos millones de pesetas han perdido su fábrica o su maquinaria , que era más valiosa que su deuda. Aquí no hay cuidado por el bienestar de los hombres, que se ven sin ayuda, como en cambio la reciben,  los mismos Bancos del Estado. Aquí, ¿Quién tiene que llorar?.  Yo creo que el hombre,  unas veces sabiendo por qué y otras sin saberlo. Se han perdido todos los valores del hombre, incluido el deseo de estudiar, entre otras cosas porque en Huesca, si se necesitaban doscientas pisos al año,  se han construido, tal vez dos mil. En España  todo el mundo se ha dedicado a ganar dinero, desde los jóvenes hasta los ayuntamientos.
Han disminuido los estudiantes por  ambición, unas veces de ganar dinero y otras por la necesidad del mismo y dejaron los estudios para ir a la construcción e igual ha pasado con los jóvenes agricultores, que han dejado los pueblos abandonados,  a sus padres solos y muchas de aquellas tierras que Joaquín Costa amaba tanto, se han quedado de secano. Esas tierras, sin agua no podrán llorar ni llorarán los hombres que por ellas caminen, porque casi nadie las visita.
Hemos pasado por una época en que la enseñanza ha perdido la disciplina, y se  ha perdido respeto, porque se han perdido todos los valores.  Por la poca preparación en algunos centros de enseñanza, en Alemania dicen que de cada diez empleados, hay cuatro o cinco que no están bien preparados y cuando vieron venir el fallo de la construcción, prepararon puestos de trabajo en otros gremios. Aquí la política se olvidó de todos los problemas. En distintos lugares de España, declararon construibles muchos campos,  con lo que levantaron sus precios. Ahora sobran solares y viviendas que unas se han ocupado durante un cierto tiempo,  pero muchas no se han estrenado y otras ni siquiera se han vendido. Aquel gobierno levantó los precios,  ahora se los quieren cobrar, como si el dinero lo fueran a fabricar los ciudadanos. Con esa actitud van a colaborar en la ruina general,  sin tener que llorar, que ya llorarán los explotados por un gobierno y por el otro.    

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