Jose Maria Cabrero |
Son todos sus alrededores de una
belleza admirable, porque Alquezar se sitúa en la parte baja del cañón del río
Vero, que ofrece un paisaje impresionante para todos los que aman la
Naturaleza. Y en este pueblo se abrazan
la riqueza arquitectónica con los paisajes naturales, en los que se dejan
envolver por el agua del río Vero; los que descienden entre esas aguas del
citado cañón, al llegar a Alquézar, mirando su silueta, recuerdan la historia
legendaria del Medioevo. Con estas bellezas,
no han podido menos que declararlo Conjunto Histórico Artístico. Cuando
uno llega al Portalón Gótico, por el que se penetra en Alquézar y camina lentamente, se ve lleno de
satisfacción, contemplando las casas, algunas con galerías de arcos de
ladrillo, con paredes unas de los mismos
ladrillos con que han colgado en el paisaje las galerías, en tanto que otras fueron levantadas con
piedras de sillería y sobre su corona
esculpieron en piedra, unos
escudos medievales. Una vez alcanzado el aparcamiento elevado, realizado hace no muchos años, y aparcados sus
coches, se ponen los visitantes, a pasar por calles y callejones, por galerías
de arcos, por pasos de arriba abajo o de abajo arriba, se llega a la Plaza
Vieja, en que se conservan rincones de nuestros antepasados, como el que adorna
una pequeña iglesia. Hemos bajado desde
el elevado aparcamiento que abrieron en la parte alta, desde el que se va
bajando hasta la citada Plaza Vieja,
donde se encuentran rincones de arquitectura tradicional. En esta parte baja se
encuentra el frontón, que recuerda la afición que siempre han tenido en el Alto
Aragón al juego de pelota, que parece ya acabado. ¡Qué tristeza causa en mi
interior el pensar en otras cosas que también están siendo olvidadas por los
altoaragoneses!. Pero en cambio se ha
prosperado en cultivar el turismo y se han hecho aparcamientos nuevos y se ha
cuidado la urbanización. En cuanto al arte, arriba, en el Roquedo
exhibe una maravillosa vista de la Colegiata, al lado de lo que queda
del Castillo, en el que en la Edad Media, tanto lucharon los cristianos con los
moros. El nombre de Alquézar viene del
árabe Alcázar, que intervino tantas veces en las luchas de los siglos IX y X. Impresiona contemplar su
asentamiento, sobre el mismo borde de la roca quebrada, cómo la Colegiata que
vigila el espíritu de aquel pueblo, en
que antes de conquistado a los moros, era vigilado por la Torre del Castillo o
Alcázar. Fue edificado por los moros ese Castillo y le pusieron el nombre de Al-Qars. Al ver los restos de esa fortaleza, uno
recuerda las terribles luchas que tuvieron lugar en los siglos IX y X. En los
primeros años del siglo IX fue dicha fortaleza construida por Jalaf ibn Rasid. Más tarde, en el año de 1065 fue el
Rey Sancho Ramírez el que conquistó ese Castillo o Alcázar y siguió usando
dicha fortaleza, hasta que fueron reconquistadas las tierras más al Sur, como
las de Barbastro, que se encuentra a
veinte kilómetros de Alquézar. El Rey Sancho Ramírez construyó al lado de la
fortaleza, un templo románico del que
sólo quedan el atrio, donde se pueden admirar capiteles románicos, que son de
una rusticidad enorme y que muestran un
encanto sencillo, con las ropas de las figuras humanas y con sus peinados antiquísimos. En tal monumento, en el capitel de la creación de Adán, se
exhibe de un modo sencillo, el Misterio de la Santísima Trinidad, representando
al Señor Todopoderoso con tres cabezas, tratando de hacer comprensible, el
citado Misterio de la Santísima Trinidad. No se encuentra por el mundo tal
forma de representar dicho Misterio. Sin embargo Alquézar, da una prueba más de su arte, su teología y su
posición sobre el terreno roquero, al lado del cañón del río Vero. Allí creó
Sancho Ramírez un centro religioso, a saber la Real Iglesia de Santa María la
Mayor, asistido por una comunidad de frailes. Los orígenes de este templo son
románicos, como se demuestra con una parte del primitivo claustro, del que
quedan unos seis capiteles, de gran ingenuidad, con figuras humanas, de las que
he escrito estar peinadas con peinados
muy simples, llenas de encanto, así como sus vestiduras. El Cristo de Lecina
del siglo XII encuentra alojamiento en una capilla, que se levantó en el siglo
XVI. También se conserva un báculo de marfil. Se encuentra entre los capiteles románicos, uno de una originalidad, que no se ha encontrado
en otras obras románicas, y del que ya he escrito que se trata del capitel en
que se representa la creación de Adán, en que se pretende representar la figura
de Dios, con un trío de cabezas, con lo que quiere dar la solución al Misterio
de la Trinidad.
Toda la Historia, se ha trabajado
en renovar obras, pues en el siglo XVI, construyeron la Colegiata de Santa
María, dirigida por Juan de Segura, el mismo que creó la Seo de Barbastro. Se
adornó aquel templo con maderas policromadas y doradas, que recuerdan el arte
barroco. El retablo Mayor es obra de discípulos de Damián Forment. En su tiempo
se construyó un claustro gótico, en
cuyos muros se pintaron variadas escenas, de la vida de Jesús, cuando todavía
era un niño. A Alquezar se adjudicó el título
de Conjunto histórico –artístico en el año 1982, cuando sería justo añadir que está rodeado de un conjunto
Natural.
No sólo vivieron en Alquézar
devotos cristianos, valientes guerreros, sino que también convivían judíos e incluso gitanos, en los
primeros años que llegaron a España. Una ilustre familia del pueblo de Aguas,
pueblo cercano en el Somontano, que ya marchó hace muchos años a Zaragoza,
venía de los judíos de Alquézar, pero
luego intentó adaptarse a la historia, obteniendo el escudo de Infanzón. Dicen
que en Alquézar, en aquellos tiempos de la expulsión de los judíos, éstos
convivían amigablemente con los gitanos, que también fueron perseguidos. En
aquellos antiguos tiempos, había judíos en Alquézar, para comerciar y los gitanos seguían viajando por España.
Pero fue la religión cristiana la
que se desarrolló en Alquézar, donde, además de la Iglesia Parroquial de Santa
María la Mayor, se encuentra entrando en el pueblo a la derecha la Iglesia de
San Miguel, donde se celebran, mayormente, los cultos religiosos. En el centro
del pueblo se alza la Virgen de las Nieves. Además existen las ermitas de San
Antón, del Pilar, la ermita dedicada al patrono de Alquezar, es decir a San Hipólito. Al llegar al pueblo y
subiendo hacia la derecha, en un alto se encuentra la ermita de San
Gregorio. En la altura del castillo moro, se ven las dos santas del Somontano, cuyos
cuerpos se echaron en un pozo en Huesca capital y cuyas reliquias se encuentran en el Monasterio de Leyre, en
Navarra. Están sus figuras en un muro sobre una puerta, que dicen era de la
cárcel, donde estuvieron prisioneras, antes de su martirio. Encima del antiguo
Mercado de Huesca, en una especie de ventana, se encuentran también las figuras
en colores de ambas santas, pintadas y colocadas por mi sobrino Feliciano
Llanas.
He escrito que cuando Alquézar fue declarado Conjunto- Histórico Artístico,
podían haber añadido que estaba rodeado por un conjunto Natural. Por ejemplo la
Sierra de Guara, de paisajes encantadores. El río Vero guarda rincones, en los
que pueden verse pinturas prehistóricas, como también se encuentran en diversas
cuevas, cercanas a la Villa de Alquézar.
He nombrado a los distintos
pobladores de Alquézar, como los moros, los cristianos, los judíos y los
gitanos y el día de hoy, se encuentra gente de todos los lugares, de los que unos,
hacen su vida comercial y otros veranean o se encuentra gozando del turismo.
Pero tengo que fijarme en el
sacerdote José María Cabrero Bastaras,
natural de Siétamo, hijo del señor Mariano y de la señora Antonia, que además
de José Mari tuvieron a Marianito, hoy el gran Mariano. Tienen su casa en la
carreterra, pero a ella sólo acude Mariano, que ha sido administrativo durante
muchos años, pero que es un hombre culto, que canta en los Coros de Huesca
capital, cuando aprendió a hacerlo en el
coro de la iglesia de Siétamo, donde cantaban aquellos, como su padre Mariano y
Lobateras, que conocían una música ,que recordaba a la gregoriana. Yo, en
cierta ocasión, me puse a cantar, pero mi forma de hacerlo no le gustó a
Mariano, que me echó una repulsa. El padre era el señor Mariano, hombre grueso
de cuerpo y de espíritu, que miraba por todas partes el bien de los
sietamenses. Estuvo ayudándome a dirigir
el Ayuntamiento, cuando se pusieron el
agua potable por las casas, la pavimentación, el alumbrado público y se arregló
el edificio del Ayuntamiento Al mismo tiempo se hicieron obras semejantes en
los pueblos a Arbaniés, Liesa y Castejón de Arbaniés. Pero la figura que
siempre ha destacado por su personalidad, por su espíritu de trabajo y por su
vocación apostólica ha sido la de Don José María Cabrero Bastaras, que estudió
para ser sacerdote en Huesca y en Roma. Lleva unos treinta y cinco años de
Párroco en Alquézar y no ha descuidado su labor apostólica en Alquézar y en los
numerosos pueblos próximos al Roquedo
del Alcazar , con los restos de su castillo y de la Colegiata de Santa María.
Se ha introducido además, en la labor apostólica, en la recuperación de
las múltiples obras de Arte, que se han realizado
a través de los siglos en Alquézar.
Pero así como su padre se
preocupó de las obras sociales en Siétamo y en los vecinos pueblos, José María ha atendido a los pueblos de Buera, Radiquero, Colungo, Azque,Lecina,
Betoz, Arcusa,Eripol y otros. Precisamente este último Domingo de Pascua,
estuvo mi hijo con sus compañeros exploradores de la Montaña altoaragonesa, en
la Iglesia de la Virgen de la Tierra, en el pueblo de Barcabo y allí estaba don
José María Cabrero celebrando la misa y presidiendo la procesión de los Ramos.
¡Cuánto quieren a su Parroco Don José María los habitantes de esas tierras!.
Hay que tener en cuenta que
además de su trabajo en el medio de Alquézar, en Huesca trabajaba en la Sede de la Diócesis.
Yo he estado en varias ocasiones
en Alquézar, una de ellas porque mi esposa Felisa, quiso ir a ver a la buena
madre de Jose María, doña Antonia Bastaras, viuda de Mariano Cabrero. Al morir
éste, José María se llevó a su madre a Alquézar, a vivir con él. Como la muerte es propia de
todos los humanos, al fin se quedó solo en Alquézar, pero amado por todos los
vecinos de esa Villa y de sus pueblos.
Me dijo mi hijo, que cuando iban por aquellos pueblos atendidos por José María
al decir que había nacido en Siétamo, en
el mismo pueblo donde nació su párroco, todos lo querían invitar a “echar un
bocado, acompañado por un buen trago de vino”. Mi esposa Felisa, hace ya muchos
años quiso ir a ver a la madre de José María a Alquézar, recibiéndonos ella,
porque su hijo estaba, como casi siempre, trabajando por Cristo en un pueblo.
Sentimos Antonia y nosotros una gran alegría y nos despedimos de nuestra vida
comunitaria, en Siétamo. Ella se sentía feliz con su hijo, en Alquézar. Pero mi esposa soñaba con la
belleza del pueblo, la protección del
Cristo de Lecina y de la Real Virgen
María, se fue con sus hijos a contemplar la procesión de Viernes Santo.
Ultimamente, yo también acudí con un grupo de Hermanos de San Viator a venerar
desde el Espíritu Santo a las santas Nunila y Alodia.
Ya pasaron los tiempos en que
vivieron el señor Mariano y la señora Antonia, que sufrieron en la Guerra
Civil, pero fueron felices y mi esposa, al cumplir conmigo, las Bodas de Oro, lo llamó a Siétamo
y celebró la misa en la Ermita del Viñedo y en la comida, en el restaurante
bendijo la mesa y “a nosotros también”. Pero su presencia nos hizo felices
hasta que nos vayamos de este mundo, porque al celebrar en la Ermita de la
Sierra de Guara del Viñedo, nos acordamos de la cantidad de ermitas que él ha
reparado, en aquella prolongación de la
misma Sierra de Guara. De la misma forma que Alquézar es un monumento de la
Naturaleza y del arte, Don José María Cabrero, vive, después de haber estudiado
en Roma, en plena Naturaleza y canta
jotas que emocionan los corazones, como aquellas con las que se despidió de
nosotros en el pueblo de Siétamo. ¿Cómo ha podido realizar tanos estudios como
en su carrera de Ciencias Biológicas y realizar tantos trabajos como el de la
enseñanza en el Bachillerato, hasta que ha sido jubilado?. Parece imposible
contemplar a un Licenciado, dando clases de Bachillerato, al mismo tiempo que
estaba restaurando ermitas en su Parroquia?.
Es José María un hombre humilde,
pero el salmo 110, me recuerda la grandeza de su sacerdocio, cuando dice: “Tú eres sacerdote eterno, según el orden de
Melquisedec”.
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