Busto de Lourdes Llanas por Jose M. Aventín Llanas. |
Siempre he tenido en mi memoria
recuerdos de Aventín Llanas, que era primo de José Antonio Llanas Almudévar.
Pero también lo llegué a conocer por no sólo haberlo visto, sino por haber seguido
las conversaciones que el pueblo oscense mantenía sobre su estancia en Huesca;
decían que era un hombre sufrido, que no tenía sueños con una vida regalada,
pues decían que vivía en la torre de la Iglesia de Santo Domingo. Yo ignoro las
condiciones de habitabilidad que le permitirían vivir en aquella torre,
acompañado por el sonido de las campanas, por el sonar de las horas del reloj
de la torre parroquial y de las conversaciones, que desde los tejados, hacían
sonar las numerosas palomas, que allí se reunían e incluso preparaban sus nidos
debajo de las tejas.
Aunque gran parte de su vida la
vivió en Madrid, también en Huesca ejerció su profesión, primero de carpintero
y ebanista, y por fin de escultor. Había
nacido en Santaliestra en 1898, cerca
de Graus y murió en Madrid en 1984. Su padre fue carpintero y su madre, que
pertenecía a la familia de los Llanas oscenses, era una Maestra, con un apego entusiasta a la lectura
y con un deseo intenso de que su hijo no quedase solamente en carpintero. José
María siguiendo el amor de su madre y su propia vocación, recibió clases de
dibujo en el Centro Católico de Huesca y con Don Ramón Acín, en su Academia, se
acrecentó su amor al arte. En la calle San Orencio de Huesca montó un taller de
Ebanistería. En 1929, el escultor Felipe Coscolla le pidió que colaborara con
él, ayudándole a esculpir el paso de la Enclavación y a montarlo en Huesca, capital. A partir de 1930
sintió la necesidad de abandonar la
Ebanistería y entrar en el mundo de la escultura, principalmente de los seres
humanos. En 1931, recibió una beca de la Diputación Provincial de Huesca y
apoyado por dicha beca, realizó estudios de Escultura en Madrid, donde vivió
una vida con un sueño artístico, pero dominado
por una vida bohemia y como escribe
Lasaosa “frecuentando diversas tertulias como las del Café Gijón, Pombo, María Cristina o Recoletos, donde se reunían
los aragoneses en Madrid”.
Sillón cama ideado por J.M. Aventín Llanas. |
En casa Almudévar de Siétamo, se
encuentra todavía un sillón-cama, ideado por el talento
de Aventín. Cambiando de arriba abajo unas tablillas, se convierte el sillón en
lecho y en aquel mueble fabricado para el descanso, descansaba mi primo Lorenzo Llanas, que murió
a los veinte años de edad. Cuando miro este mueble, me acuerdo de José Antonio,
el farmacéutico, que le pidió a mi padre una silla del Conde de Aranda y que al
recibirla, se la agradeció con este mueble sillón –cama. Me acuerdo de mi primo Lorenzo y al mirar la placa metálica
que se adapta a uno de los apoyos, no
puedo menos que recordar a José Aventín Llanas, cuya creación la atribuye, en
dicha placa, a sí mismo.
Placa identificativa del sillón cama. |
Cuando yo trabajaba de
Veterinario en el Comercio de Don Angel Escartín, frente a la Iglesia de Santo
Domingo, conocí al artista con vida de
monje, José María Aventín Llanas. Don Ramón Lasaosa Susín, hombre investigador
y con una curiosidad profunda por la vida
y el arte de Aventín Llanas, para escribir sobre él, hizo viajes, incluso a Madrid. En una publicación de La Val de Onsera, en 1997, escribió un
artículo, en el que pone en evidencia el espíritu religioso de Aventín Llanas, del que yo digo que vivía como un monje.
Sufrió una sordera que lo encerró en sí mismo, alejándose de la realidad de
este mundo, llevando una vida beatífica, que le hacía leer vidas de santos y consultar
con frecuencia en La Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis. Llevaba una vida
de pobreza que le duró hasta su muerte y este fenómeno se pudo contemplar en la
puerta del Comercio de Escartín, en el Coso Bajo y frente a la Iglesia de Santo
Domingo, que él había elegido como su convento durante su estancia en Huesca,
pues después de haber vivido en Madrid desde aproximadamente el año 1931,
volvió a Huesca durante una larga temporada del año 1966, a 1970, estando en un
estado físico más bien malo y durante él, realizó bustos
de Pilar Ruspira , Conchita Coarasa, Manuel Garbayo, Martínez Albornoz y de muchos otros, todos
conocidos míos. Después de ese encuentro,
Escartín me comentaba que Aventín ofrecía sus esculturas a los oscenses, de los
que tenía recuerdos de su juventud. Llama
la atención el Medallón, en el que figura Walt Disney, acompañando un mosaico
de Blancanieves con los siete enanitos, en la entrada de su Casita. Estas obras las ejecutó Aventín Llanas,
en esa fase de mala salud, que pasó desde el año 1966 hasta que regresó a
Madrid, donde murió en 1984. En Huesca hizo según se me ocurre a mí, una vida
conventual, favorecida por el piadoso Párroco de Santo Domingo, que lo acogió
en la torre de la Iglesia de Santo Domingo. Por la cercanía con mi punto de
trabajo en Casa Escartín, pude entrar en esa conversación con Aventín Llanas,
con Don Angel Escartín y varios otros que le rodeamos y escuchamos su voz
amable y suave. Ese medallón de Walt Disney, lo contemplo, en el Parque Municipal
de Huesca, junto a un mosaico de colores, en el que Blancanieves, rodeada de los enanitos, adorna el ambiente
optimista de la Casita, que ocuparon,
idealmente, hace ya muchos años. Y me
viene a la memoria el recuerdo de los niños que acudían a ver a Blancanieves, a la que admiraban, como la
admira mi nieta Marieta, y que leían cuentos, que les alcanzaban las hermanas
Recaj, que fueron muy amigas de la Escritora Angelines Campo. Al ver hoy
aquella casita de hermosos colores, con un enorme sauce que la cubre sobre sus
tejados y la acompaña un oloroso laurel por su fachada delantera, siento una
tristeza al no ver a los niños jugando felices, aunque en ocasiones, algún niño
acompañado por sus padres se pone en la puerta del chalet de Blancanieves,
empujando en vano su puerta para conseguir ver a los alegres enanitos, cuidados
por la bella Blancanieves. Es que este mágico lugar infantil, unas veces se abría para recreo de los niños y
otras se cerraba, como lo está ahora mismo. Yo, cada vez que paseo alrededor de
la Casita, me consuelo mirando el medallón de Aventín Llanas, al lado del mosaico en que están juntos
Blancanieves y sus queridos enanitos. Hoy día 14 de Junio de 2013, me ha
comunicado mi nieta María, que habían abierto la soñada Casita.
En estos años de retiro en Huesca, desde 1966
a 1970, como buscando una recuperación
de su salud medio perdida, el arte tuvo en él una renovación, como hace ver el
periodista Félix Ferrer, con el que tuve una buena amistad, que escribió sobre la figura de Ana Rosa Bello,
reproducida por Aventín. Entonces también realizó los retratos a Pilar Ruspira, Manuel Garbayo, Conchita
Coarasa, personas a las que conocí, y el medallón portador del rostro de Walt
Disney, que todavía se contempla en la Casita de Balancanieves del Parque. Dice
Ramón Lasaosa “que los retratos de esta época son muy realistas, pero que
carecen de la vida y fuerza de sus primeras figuras”. En los años cincuenta y
dos retrató a sus padres, que al poco tiempo murieron.
Padres de Jose M. Aventín Llanas. |
Estaba José María Aventín Llanas, al principio de su
estancia en Huesca, en su taller de la
calle San Orencio, donde hizo el mueble sillón-cama que cambió José Antonio
Llanas a mi padre por una silla del Conde de Aranda, pero su afición a las
escultura ya era conocida, por ejemplo por Felipe Coscolla, que en el año 1929,
le pidió ayuda para esculpir el paso de la
Enclavación de la Semana Santa Oscense. Esta actividad le animó a esculpir
retratos de otros oscenses conocidos, como la prima de Llanas y hermana del
Doctor Cardús, llamada Patrito, Blanca Bescós, hermana de María Cruz Bescós,
Don Ricardo del Arco, gran historiador, Ramón
Acín , su profesor y así creó hasta veintiún bustos, que presentó el año 1931, en el Círculo
Oscense. Esta exposición la volvió a
realizar en el Círculo Mercantil de Zaragoza.
Los ánimos de Ramón Acín lo
movieron a aprovechar una beca, que la utilizó en Madrid en la Escuela de
Bellas Artes. Un oscense, cuya familia, abandonó su casa-palacio de Huesca y lo llevó
a vivir a Madrid y que fue Carlos Carderera, el que le hizo uno de los primeros encargos, siguiéndole
Perico Chicote, que todos los años venía a veranear a Panticosa.
En 1932 realizó el busto del Presidente del Consejo de Ministros
Manuel Azaña, lo que produjo en algunos una impresión desagradable, por las
ideas políticas de dicho Presidente, pero también realizó otros retratos de otros dos oscenses, a saber José Vallés, fiscal
de la República y Agustín Viñuales Pardo, Ministro de Hacienda. En estos años
en que parecía que su trabajo crecía, dice Ramón Lasaosa Susín que el año 1936
“se produce la sublevación de las tropas de Franco” y “Madrid se convierte en
una ciudad hostil para él, pues a pesar de sus amistades con significados
personajes de la república, fue detenido y encarcelado por su exacerbada
religiosidad”. Después unas veces trabajaba en Barcelona y otras en Madrid. Hemos
visto el periodo desde 1931 al de su vuelta a Huesca en 1966, para vivir en la
torre de Santo Domingo. Pero de lo que yo me acuerdo más, es su época de
ebanista, del que poseo un sillón-cama y que yo he tenido muchas ocasiones de
dormir en él, como en otros tiempos descansaba mi primo Lorenzo Llanas
Almudévar. En los principios de su actividad, tallando madera, como en el Paso
de Semana Santa, en casa de Llanas guardan un retrato de Feliciano Llanas,
padre del que fue alcalde de Huesa José Antonio Llanas Almudévar, casado con mi
tía Pilar Almudévar y al quedarse viudo, con su hermana, mi tía Teresina. Pero
de la exposición que hizo de muchas obras suyas, yo destaco la de Lurdes Llanas
Almudévar, prima hermana mía y la de su prima Patrito Cardús, de la que también
sacó Aventín Llanas su retrato, y que con su hermano José, siendo huérfanos,
vivieron con la familia Llanas Almudévar.
José María Aventín Llanas,
siempre se recuerda en Huesca, porque cuando los oscenses pasan al lado de la
Casita de Blanca Nieves, por el Parque, ven la figura de Walt Disney, al lado
de un mosaico en que la citada Blacanieves, se ve rodeada por los siete
enanitos. Pero contemplando su historia se ve el gran oscensismo que había en
su persona y en todos los oscenses que con él se trataban. Porque en Madrid no
le fue difícil el tratarse con los Carderera, con cuya familia cultivó una gran
amistad, que le abrieron las puertas de su gran biblioteca. En Huesca se
relacionó con Ramón Acín y cultivó la amistad con Felipe Coscolla.
Yo no puedo juzgar el arte como
lo hacen escritores como Lasaosa, pero no puedo olvidar la relación que José
María Aventín Llanas, tuvo con mi familia y con mis amigos. En Madrid fue
recibido con detalles amistosos, como por ejemplo el de darle paso a su gran
biblioteca. Se acordarían de su antepasado el pintor Valentín Carderera, que se
dedicó principalmente al retrato, como José María Aventín Llanas se dedicó a
los retratos escultóricos.
Jose María Aventín Llanas retratado por Ramón Acín. |
Con Ramón Acín también fue grande la amistad, pues
este mismo artista le pintó un hermoso retrato. He sacado de casa de Llanas, por
la bondad de la viuda de mi primo hermano José Antonio Llanas, un retrato en
madera de Feliciano Llanas, tallado por Aventín y que se sale un tanto del
estilo academicista del siglo XIX, pero que respeta la forma de vestir de
Feliciano, que murió en 1936 y al que, acompañado por mi padre, fui a despedir
de este mundo.
Escultura Feliciano Llanas por Jose M. Aventín Llanas. |
En el respaldo de su lecho, estaba tallado el escudo de los Almudévar.
¿Lo tallaría José María Llanas Aguilaniedo?. El retrato de Blanca Bescós tiene
un gran realismo me lo comentaron su hermana Maria Teresa Bescós y su hija
María Teresa Alamán Bescós, que murieron hacia el año dos mil. A Don Ricardo del Arco lo conocí y Aventín lo
retrató togado como a un noble romano. ¡Cómo me acuerdo de la hermana del
Doctor Cardús, Patrito, prima hermana de Lurdes Llanas, a las que retrató con
gran perfección!.
Al mirar la foto de Lurdes, que se bañaba en la huerta de Almudévar de Siétamo, con agua calentada por el sol, en compañía de mi hermana Mariví, en una casita que recuerda la de Blancanieves. ¡Qué feliz se sintió ayer mi nieta María, que con cuatro años de edad encontró abierta la puerta de la Casita de Blancanieves!.
Al mirar la foto de Lurdes, que se bañaba en la huerta de Almudévar de Siétamo, con agua calentada por el sol, en compañía de mi hermana Mariví, en una casita que recuerda la de Blancanieves. ¡Qué feliz se sintió ayer mi nieta María, que con cuatro años de edad encontró abierta la puerta de la Casita de Blancanieves!.
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ResponderEliminarSr. D. Ignacio: ¡Mil gracias por recordar a Aventín!
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