Juan Bachocas
"no en teneba d'enemigos", cosa rara en estos tiempos y en todo
tiempo y lugar. Las cosas raras no lo son tanto, pues cada día que pasa,
ocurren rarezas sin cuento. Entre los ancianos del pueblo, era famoso, pero yo
nunca me enteré de la vida y aventuras de este hombre y decidí saber y
transmitir algo de la misma.
Al paso que
vamos, me parece que lo normal será lo anormal y se dará raramente
aquello que siempre fue rutina y cotidianeidad o ¿ es que las bachocas o vainas
de las judías, habas y garbanzos, no constituyen la rutinaria repetición diaria
de ser comidas por nuestros campesinos?.
He tratado de
analizar las causas por las que Chuan Bachocas no tenía enemigos. Al principio
pensé que sería un filántropo, que amaba al hombre por el hombre mismo o tal
vez un buen cristiano que amaba a su prójimo por amor de Dios. Me intrigaba
este enigma, más que aquella extraña palabra que te falta para dar fin, con
éxito, a un crucigrama.
Subí al coche
y me dirigí a la Villa de Almudévar, donde se había desenvuelto una vida tan
hermosa y tan olvidada, con el fin de preguntar a las gentes sobre el héroe que
me preocupaba. Preguntando, preguntando no saqué ninguna conclusión, porque todos
ponían cara de extrañeza. Debía ser porque nadie había dado importancia a una
vida que consideraban vulgar. Yo también debí parecerles un excéntrico y me
marché, sin dar explicaciones, por donde había venido. Pero mi cabeza seguía
dando vueltas al asunto y me decía: todos nacemos con agresividad, que puede
llegar a ser dominada o desarrollarse hasta términos "nucleares".
Si Juan
Bachocas dominó tal agresividad, supongo que en tanto lo conseguía, daría a
alguien oportunidad para que por lo menos le tuviera ojeriza; es fácil que
tuviese algún pequeño enemigo aunque no fuese declarado. Hay quien ofrece la
paz y le declaran la guerra. Pero Juan Bachocas consiguió vencer la violencia y
ganar la paz, porque comía a diario las bachocas de las habas y de las judías, que
poco a poco lo iban convirtiendo en un hombre que descuidaba las riñas con sus
vecinos, convirtiéndose en un ser buenazo, llano, ajeno a toda consideración, que
crease violencia.
Llegué a
descubrir que Juan Bachoca no era
agresivo, porque, pensando en las bachocas, me di cuenta de que estaba
identificado con el consumo de vainas de unas legumbres, como judías o alubias,
habas y garbanzos. Y ese consumo era un factor que creaba en el hombre, la paz.
¿Cómo no iban a repartir la paz aquellas bachocas, que son sencillamente, las vainas
de unas alubias ya granadas y maduras, que se conservan todavía de tal forma, con un tenue verdor?. ¿Cómo
iba a tener el corazón seco Juan Bachocas, con esas vainas de judías, que comía
y que todavía conservaban “ un tenue verdor”. Aumentan la paz de los que
consumen esas bachocas, trozos de cebolla, dientes de ajo, tomates
maduros y pimientos. Y una copa de vino blanco alegra y da aroma a todo
el que todavía consume tal guiso, al que se le añadía el sabor de los “boletos
edulis”o con champiñones, que se echaban
en el plato.
Desde el
Moncayo, cantado en las poesías de mi paisana Doña Ana Abarca de Bolea, tía del
Conde de Aranda, se consumen las bachocas por Aragón. Desde Siétamo, en días
despejados, se divisa el Moncayo y en todos los pueblos se consumen las bachocas
del dicho y contemplado Moncayo. Se consumen varios platos de judías, como las
pochas o Bachocas. En Alberite de San Juan, todo el pueblo goza del encanto del
Moncayo, que consumen, llenando sus vientres de bachocas, que a veces, les
hacen disparar ventosidades, no agresivas, sino pacíficas. En Alcorcón consumen
las bachocas, con la vaina húmeda, que conserva todavía el frescor de los
huertos, donde se han cultivado. En numerosos pueblos guisan las pochas con
codorniz, plato exquisito acompañado por el vino de Aragón. En Lecera de
Zaragoza, el día de San Cosme y San Damián, consumen bachocas, cuyas
propiedades sanitarias, están confirmadas por esos dos santos médicos. No me
cabe el pensamiento de que las bachocas no fueran un buen
medicamento,
pues se ve que dulcificaban psíquicamente el temperamento de los que lo
consumían. El gran escritor aragonés, Don Pedro Arnal Cavero, que fue Director
de las Escuelas Públicas Joaquín Costa, en Zaragoza, escribió el Vocabulario
del Alto del Alto –Aragonés de Alquezar y pueblos próximos), y otros variados
títulos, como el de “Refranes, dichos y mazadas, en el Somontano y montaña
oscense”. Nació Don Pedro Arnal Cavero en Belver de Cinca, pero se considera
como una gran figura del pueblo de Alquezar. Nació en 1884 y murió en 1962. En
su “Vocabulario del Alto Aragón-Aragonés de Alquézar y pueblos próximos”, habla
de la palabra esbachocar y de las bachocas. Estas costumbres gastronómicas se
conservan también en el Alto Aragón.
Yo tengo
interés por Arnal Cavero y he mantenido conversaciones sobre él con su sobrino
Fernando Arnal, que estudiaba conmigo Veterinaria en Zaragoza. Luego ejercimos
los dos en la provincia de Huesca, siendo ambos Diputados Provinciales. Tengo que agradecerle, que en cierta ocasión, me avisó de
que en Zaragoza trataban de castigarme por un escrito de protesta de los
veterinarios interinos. Algunos de éstos, me pidieron que firmase con ellos un
escrito de protesta a la Diputación General y así lo hice, pero los crueles y
aprovechados que me pidieron mi firma, no firmaron ninguno más de ellos, con lo
que me vi amenazado con un traslado a un puesto lejano. Gracias a él y al
Director de Sanidad de Huesca, me liberé de tal castigo. No sé si me salvaron
las bachocas a través del sobrino inteligente y recto de Don Pedro Arnal Cavero.
Me he acordado
de Juan Bachocas, pero, ahora, al acabar este artículo, me acuerdo de Mosen
Bachocas, recuerdo lejano, pero que sin duda procede de algún párroco aragonés,
que era dueño de un temperamento pacífico y agradable. Lamento no acordarme de
él, pero pido a algún lector ,que haya oído algo de él, que me lo comunique,
que entre los dos resucitaremos una persona aragonesa, que ya ha sido olvidada.
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