Cecilia, el día veintiséis de Agosto de mil novecientos setenta y seis, murió en accidente de tráfico, a los veintisiete años de edad, en la carretera de Benavente, en la provincia de Zamora. Está enterrada en el cementerio de La Almudena. Su padre fue José Ramón Sobredo y Rioboo, que fue Marino y Diplomático, muriendo a los ochenta y siete años y su madre María Dolores Galanes, muerta a los noventa y siete, el año de 2013.
Evangelina Sobredo Galanes nació
en 1948 y murió en 1976 y en 1971 adoptó, como Cantautora, el
nombre de Cecilia.
Su vida fue corta, pero amplia en
consideraciones eternas y en sentimientos humanos y quiso el Señor, que su
marcha de este mundo, no fuese una puñalada para su cerebro y para su corazón,
porque pasó de esta vida a la otra, estando dormida y al recibir el golpe del
accidente del automóvil en el que viajaba, con un carro de bueyes, no se dio cuenta de que era arrebatada de
esta vida. Parece que ella tenía un deseo de vida impregnada por la bondad y
antes de morir, con su canción, daba al
Creador “Gracias a la vida”, ya en el año de 1970.
Cecilia creía más en el corazón,
que en el cerebro humano y lo manifestó con la siguiente frase: “Un error común
al género humano, es expulsar del cerebro lo que sale del corazón”.
Viajó por diversos países
formando parte de una familia diplomática. Hablaba el inglés con la misma
facilidad que el castellano y una monja en los Estados Unidos, la animó a tocar
la guitarra. En las fiestas y en los finales de curso, cantaba, lo que fomentó
su conversión en una cantautora. Cantó canciones en inglés, pero sus obras en castellano, estuvieron llenas de poesía y literatura. Su afición a
la música la hizo abandonar sus estudios de la Carrera de Derecho. En su
afición se inclinó, a veces, a
corrientes existenciales y a la canción protesta femenina, pero poseyó un
carisma absoluto, compaginando el inglés europeo y americano con la literatura
española.
En medio de aquel mundo que recorrió, Cecilia
amaba a España, como demuestra con su canción: “Mi querida España, esta España
mía, esta España nuestra….quiero ser peregrino en los caminos de España… quiero
ser tu tierra, quiero ser tu yerba, cuando yo me muera. Quiero ser peregrino en
los caminos de España, ¡quiero ser tu tierra, quiero ser tu yerba, cuando yo me
muera!... ¿Dónde están tus ojos, dónde
están tus manos, dónde tu cabeza?. Quiero ser tu tierra, quiero ser tu yerba,
cuando yo me muera.
Pero el destino quebró tus sueños
y un carro con sus bueyes y sin luz, era
arrastrado por la carretera y tu chófer corría y corría con exceso de velocidad
y causó tu muerte y la de otros ciudadanos que circulaban por esa carretera. En
un segundo coche, detrás del que causó la muerte de Cecilia, iba mi amigo
Valentín, que acompañaba en sus conciertos a Cecilia y se quedó con su espíritu
muerto, que aún siente el dolor de ver muerta a Cecilia.
Te vino la muerte y tú
profetizaste el futuro inmediato de una sociedad podrida, con tu canción “Dama
Dama, de alta cuna y de baja cama, señora de tu señor, querida de un individuo
y esposa de tu señor, que hace lo que le
viene en gana”.
Tú acabaste atropellando el chofer de tu
automóvil un carro y muchos hombres actuales, unos
políticos y otros buscadores de oro, atropellan al pueblo con su economía
corrupta, como hacía el señor con su querida, acompañado por la Dama Dama, de alta
cuna y de baja cama.
Entre sus canciones se ve como la
ama un desconocido, que “le enviaba
versos y le mandaba flores por primavera, las flores sin tarjeta, con un ramo
de violetas. En Noviembre, como siempre, ni tarjeta le mandaba, sólo un ramo de violetas”.
Pero Cecilia cantaba : “Mi
querida España, esta España viva, esta España muerta, ¿dónde están tus ojos,
dónde están tus manos, dónde tu cabeza?.
¡Quiero ser tu tierra, quiero ser tu yerba, cuando yo me muera!.
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