Dicen que un matemático
holandés ha demostrado que en el juego
del póquer vale más la habilidad que el
azar. No cabe duda de que en este juego del póquer intervienen la habilidad, el
azar y el aprendizaje y en Las Vegas donde cada año se realizan campeonatos,
suelen vencer los campeones que están en posesión de grandes conocimientos del
juego. He entrado en una sala, donde estaban jugando a las cartas varios jugadores
y se oía exclamar a uno de ellos: ¡cuarenta! y un
instante después, otro gritaba: ¡ya
estáis muertos!. Acabaron sus partidas y, puestos en conversación, me afirmaron que con mucha frecuencia se jugaban una caña
de cerveza o una taza de café y que lo hacían por pasar el rato distraídos, con
el fin de distraer sus cerebros. En Holanda han reclamado al Ministerio de
Justicia que rechace al póquer como juego de azar, ya que indudablemente son juegos de azar o de suerte la ruleta y la lotería, pero en el ajedrez y
en las damas, la suerte interviene escasamente para ganar las partidas y en el póquer, como ha demostrado Van der
Genugten, tampoco es la suerte el mayor
medio para obtener la victoria, sino el conocimiento. Por eso piden los
holandeses que no se prohiba jugar al póquer en cualquier lugar, pues sólo
se permite, como en España, en los casinos. Parece ser que ya hay personas que
están buscando programas de ordenador para vencer a grandes jugadores de
póquer, como ya ocurre con el ajedrez. Sería una demostración de que el póquer
no es un juego de azar. Mientras llega este invento hay robots escondidos que
juegan en salas de póquer a través del internet. Hay personas que juegan por placer, otras por
necesidad y algunas gozarán con el juego, pero otras verán su vida complicada.
Hay personas inocentes, como aquel labrador, que cantaba:”Labrador era mi
abuelo-labrador era mi padre- y yo, como labrador- a una labradora quiero”. No
todos los labradores eran como el que cantaba esa jota, sino que eran
jugadores, como uno de Alcalá del Obispo, que en cierta ocasión, al volver de jugar sus partidas, les dijo a
su esposa y a sus hijos:”ya podemos marchar de esta casa, porque me la he
jugado y la he perdido”. Me acuerdo de cuando era niño e iba a las fiestas de
un pueblo y los invitados al poco tiempo de acabar la comida, se ponían a jugar
y a echar apuestas, que tenían que ser resueltas por las cartas de la baraja.
Allí estaban labradores de Ayera, de Aguas, de Fañanás y de otros pueblos del
Somontano, que después de empezar a jugar, no acababan hasta el día siguiente,
cuando las campanas tocaban a misa. Los
jugadores que encontré, al entrar en la sala me dijeron que sólo querían pasar
el rato distraídos, pues les gustaba defender su honrilla y su honor, aunque
perdieran el café, porque después de pagarlo, algún compañero les pagaba la comida. Ellos decían no ser como aquellos
jugadores que jugaban en la capital, iguales a uno que estaba colocado en una
oficina y secretamente tenía un cargo oficial, que le hacía, cuando ejercía tal
cargo, disimular su función. No sólo jugaba con la vida y con la muerte, como
cuando ganaba o perdía viviendas o capitales, sino que era un jugador de cartas
mafioso y superficial. Como el labrador de Alcalá, se jugó su casa, éste
también se la jugó y la perdió. Después de conversar durante bastante tiempo,
uno de los jugadores que gritaban, al
entrar yo en la sala de juego:”¡ya estáis muertos , ya estáis perdidos!”, me
declaró que él fue jugador de cartas profesional. Y fue profesional porque en
el salón oscense donde se jugaba con la baraja, había doctores, propietarios y
enchufados que no podían jugar, porque
siempre perdían y le daban a él veinte o treinta mil duros, para que ejercitase
sus conocimientos “barajiles” y les diera la ocasión de ganar algún dinero. A
mi amigo le daban el dieciséis por cierto de las ganancias, lo que le permitía
vivir de maravilla. Era un jugador sabio en el juego de cartas. Se dejó de
jugar cuando se casó, como el labrador que cantaba la jota, pero ahora, lo debían
nombrar asesor del dinero de los aragoneses en los casinos de los Monegros. Su
honrilla ascendería a la categoría del honor.
Hoy, catorce de marzo de
2.017, paseando por los Porches de la ciudad de Huesca, he encontrado, sentados
junto a un velador, al oscense, señor Mur conversando con un viejo amigo. Los
he saludado y me han hecho sentarme en su compañía, alrededor de un velador. Mi
amigo Mur, me ha presentado a su compañero y me ha explicado que habían comido
juntos, y hablando de sus actividades pasadas, en el trabajo, en el juego, no
sólo en el futbolístico, sino en los juegos de cartas, han mezclado sus
recuerdos y han llegado a discutir sobre sus vidas, sus trabajos y sus juegos.
Igual que en cierta ocasión,
escribí sobre el juego, observando cómo lo practicaban, varios oscenses en el
Bar, que recibía a sus clientes, muy cerca del Hotel Montearagón. Hoy catorce de Marzo del año
2.017, he vuelto a escuchar conversaciones sobre los juegos de Azar y los de
Habilidad entre Mur y un señor de sesenta
y tres años y muchos más, si esto fuera posible, que conoce el juego del
Poker y jugando con sus cartas, ha
triunfado en la vida. Hoy, día catorce
de marzo de 2017, ha comido con su viejo amigo Jesús y ambos han triunfado en la
vida, el primero con el fútbol y el segundo con el juego, cuyos triunfos han
conseguido hacerlo un señor del Poker. Mur también ha dado a Huesca su persona
para conseguir poseer un Campo de Fútbol extraordinario y estuvo en Madrid,
donde obtuvo la ayuda del Notario que ejercía de tal en Madrid y era nacido en
los Monegros oscenses, llamado Alberto Ballarín Marcial. En tiempos pasados yo
fui con él, haciendo una labor electoral. Se ha muerto hace pocos días.
Mur estaba satisfecho con su labor a favor de
Huesca, con la consecución del Campo de Fútbol en San Jorge. Pero aún le
quedaban otras alegrías, que le aproximaban a la persona de Jesús, gran jugador
del Pocker, porque no lo jugó profesionalmente, pero pasó a veces, por la
emoción de ganar o de perder. El gran jugador, estaba satisfecho por haber
triunfado el juego que le permitió vivir con tranquilidad, en compañía de su
esposa y de su hija. Pero cuando me hablaba de su época de juego, era “todo”, emoción, pues manifestaba en el rostro
sentimientos, que tuvo que pasar en su juego, en que no sabía si iba a ganar o
a perder. Mur estaba contento hablando con su amigo, pero Jesus le hacía ver que
no gozaba de una salud perfecta, debido a los años que ya tiene. Sobre ese tema
discutían, pero Jesús se resistía a ceder. Tal vez fuera por un sentimiento que
no puede abandonarlo, cuando recuerda a su bella y bondadosa esposa de
Almudévar. Yo descubrí ya hace unos años a Mur, pasando en el verano temporadas de recuerdos
de su amor, en aquella casa-palacio, llena de muebles y de obras de arte que le
dejó su esposa y sobre todo con recuerdos amorosos, que permanecen encerrados
en aquel edificio, que está casi siempre cerrado.
A mí me causaba pena ver a Mur, sufrir
porque yo creo que en ciertos momentos, no se daba cuenta de que le faltaba su
esposa.
Jesús, gran jugador de Pocker
me di cuenta en poco espacio de tiempo, de que es una persona, que tiene una
filosofía de la vida, en la que ha entendido la mentalidad de las personas, que
están jugando con él. Cuando estaba jugando tenía que comprender que el juego
en sí, le daba datos sobre el concepto que tenía el contrario del juego de la
vida. Se daba cuenta Jesús de que se estaba apoderando de una sicología, para
conocer al contrario y saber sus debilidades, sus contradicciones, sus temores,
y tener valor para en un momento determinado “echarse un farol”, como
expresarle al contrario que él, posee
las mejores cartas, con las que puede hacer la mejor jugada.
En la lucha del Poker, hace falta tener valor para meterle miedo al
enemigo para que se “acojone” y se de por vencido.
En el juego de cartas
ordinario, por ejemplo en el Guiñote, tiene ganada la partida, el que tenga las
mejores cartas.
En el Pocker, influyen otra
serie de condicionamientos como el apartar los valores de las cartas al
contrario, tener una sicología del juego y echar valor, para que en un momento
determinado, señalar que carecen de valor, las cartas que se poseen.
El Poker es un juego, que
sin las mejores cartas, se puede ganar sin la mejor jugada, pero haciendo jugar
al cerebro con una posible salida. ¿Por qué?, porque en el Pocker entran otras condiciones que no entran en el Guiñote,
por ejemplo.
Jesús ganó siempre al Pocker,
pero sufrió, cuando estuvo en algunas ocasiones a punto de perder. Yo me fijaba
en su rostro y me daba cuenta de habían pasado por su cerebro, momentos de
angustia. Pero Jesús no era egoísta, porque me recordó que el juego es un
peligro grandísimo, que a algunos lleva al suicidio, como llevó a un médico, algo suyo a suicidarse. Casi
lloraba. Se le notaba a Jesus en la cara, en algún momento, el dolor que jugando
sufrió y que, como he dicho se le notaba en su rostro.
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