Rubén Dario.
Don Ramón María con su sonoro
apellido de Valle-Inclán fué novelista, poeta y autor de dramas, pero no
sólo de estas actividades, sino que fue además cuentista, ensayista y
periodista. Nació en Villanueva de Arosa en 1.866 y murió en Santiago de
Compostela el año de 1.936.
Valle Inclán era de lengua
castellana y gallega, que une a España con América española y portuguesa, como
Brasil. El mismo Rubén Darío de lengua castellana y de sangre mezclada de
Español e indio centro americano, le declama en la “Balada laudatoria que envía
al Autor del Alto Poeta Rubén” (1.912). En la vida de Valle-Inclán llama la
atención de su pérdida de un brazo y el encuentro con Rubén Darío. Su vida ha
llamado la atención de los españoles, pues han escrito sobre su vida Ramón
Gómez de la Serna, Francisco Umbral y otros más. Leyó obras de Cervantes, de
Quevedo y no dejó de leer la obra del vizconde de Chateaubriand. Era un noble gallego y tenía
un espíritu universal y como tal, sentía la llamada del Mundo, como buen
gallego-portugués. Y todo le atraía
porque como gallego, al lado de
Portugal, era un hombre sensible a la belleza, al arte, con afición a la
lengua latina, pero tenía en todo el
mundo ideas que le llamaban su atención y se recuerda que en aquellos años
dedicaba más tiempo a los bares, que a las actividades totalmente cerebrales.
Pero a pesar de su afición a los bares se preocupaba de la Ciencia y del arte.
Amigo de Attilio Fontanari, le dio clases de esgrima y de algunas frases
italianas. En 1.888 se matriculó en Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios.
Tenía un cerebro universal porque se interesaba por todas las artes y ciencias
que le gusta producir al Mundo. En la visita a Santiago de Compostela en que
José Zorrilla pronunció una conferencia, “comenzó a arraigar en él su vocación
literaria”.
A la muerte de su padre, en 1.890,
se dio cuenta de que su herencia no le permitiría vivir desahogadamente y
decidió ir a vivir a Madrid donde frecuenta los numerosos Bares de la Puerta
del Sol. Aumentó en aquellos bares su personalidad, haciéndose famoso en la
capital de España.
En 1.892 estuvo un breve tiempo
en Pontevedra, porque sus recuerdos de su infancia y juventud, atarían a su
corazón celta de los gallegos. En Méjico encontró problemas y los tuvo con el
presidente de Méjico Porfirio Díaz, que en cierta ocasión lo censuró. Tuvo que
marchar, después de dos años y pasó por Cuba. Su amor a su tierra gallega, en
1.893 ya estaba en su tierra amada de Galicia, es decir en Pontevedra, pero había
transformado su aspecto en Méjico, pues había cambiado su aspecto físico, pues
se había dejado crecer
barbas y melenas y no tendría mala memoria de Méjico, cuando volvió a
este País en 1.895 (cerca de tres años).
Empezó a utilizar su original
indumentaria, como “capa, que recuerda un poncho mejicano, chalina, sombrero,
polainas y sobre todo sus largas y
característica barbas, las “barbas de chivo” de las que habla Rubén Darío”.
“A pesar de presentar Pío Baroja
a Valle Inclán y a Miguel de Unamuno, no
pasan ochenta pasos sin que
acabaran por insultarse, gritándose y
separándose antes de terminar el paso por la calle”. “Los tresus eran
representantes de la generación del 98”.
Rubén Darío llegó a Madrid el año
de la “manquedad” de Valle Inclán y se hicieron
amigos.
En 1.921 viaja a Méjico donde en
otros tiempos había dejado hermosos recuedos. Su amigo Rubén Darío realizará en
1.914, un viaje definitivo desde su país Nicaragua., donde muere en 1.916. En
1.922 se estableció nuevamente en Madrid. Rubén Darío llegó a Madrid el año de
la “manquedad”, cuando Valle Inclán perdió un brazo.
Rubén Darío se encontró muy bien
con Valle Inclán. Se acuerda uno de estas escenas de Rubén Darío, cuando
escribe :”Cantos de amor y de esperanza y me hacen reflexionar sobre el triste
“modernismo” de la “América española”, como la España entera, fija está en el
oriente de su fatal destino”. ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?. ¿Tantos
millones de hombres hablaremos inglés?. ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos
caballeros?. ¡ Callaremos ahora para llorar después!.”
Era Rubén Darío un poeta puro y
se acordaba de España y de América veía en el “modernismo”, el progreso y
exclamaba: “Juventud divino tesoro, ya te vas para no volver, cuando quiero
llorar, no lloro y a veces lloro sin querer”. Rubén Darío llegó a Madrid el año
de la “manquedad” de Valle -Inclán y se hicieron amigos y lo hizo cuando murió
su padre. Estuvo en la capital frecuentando los cafés de la Puerta del Sol.
Rubén Darío era un poeta puro y se acordaba como Valle Inclán de España y de América en Méjico. Añade Rubén Darío que dice que en “su juventud surge alguna que otra esperanza, y no es poca la que ha de dar en su cerebro, también surtido y generoso como el del cantar de “Alma contemporánea”. ¡Qué ilusión supuso el ”modernismo” en la mente de Rubén Darío y en la de Llanas Aguilaniedo. Soñaban Rubén Darío y Llanas Aguilaniedo. Las vidas de ambos era un sueño, porque además, yo pude comprobar, que aquel modernismo de la Laguna del Parque de Huesca, formada por la belleza de la pareja de cisnes, de las tórtolas, de los ánades, de las palomas, de los altos y verdes árboles ,con las cañas de bambú de la isleta, en medio de la Laguna, se acababa con la lucha entre las aves de rapiña persiguiendo a los estorninos.
Alrededor de dicha isleta poblada
de cisnes, y de vegetación no estaba Valle Inclán, pero le recordaban Rubén Darió
y Llanas Aguilaniedo, y yo me acuerdo de los tres poetas, a saber de Valle
Inclán, de Rubén Darío y de mi pariente Llanas Aguilaniedo.
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