lunes, 6 de septiembre de 2021

Ramón María del Valle-Inclán.-

                                                    

                                                                                                        Rubén Dario.

Don Ramón María con su sonoro apellido de Valle-Inclán  fué  novelista, poeta y autor de dramas, pero no sólo de estas actividades, sino que fue además cuentista, ensayista y periodista. Nació en Villanueva de Arosa en 1.866 y murió en Santiago de Compostela el año de 1.936.

Valle Inclán era de lengua castellana y gallega, que une a España con América española y portuguesa, como Brasil. El mismo Rubén Darío de lengua castellana y de sangre mezclada de Español e indio centro americano, le declama en la “Balada laudatoria que envía al Autor del Alto Poeta Rubén” (1.912). En la vida de Valle-Inclán llama la atención de su pérdida de un brazo y el encuentro con Rubén Darío. Su vida ha llamado la atención de los españoles, pues han escrito sobre su vida Ramón Gómez de la Serna, Francisco Umbral y otros más. Leyó obras de Cervantes, de Quevedo y no dejó de leer la obra del vizconde de  Chateaubriand. Era un noble gallego y tenía un espíritu universal y como tal, sentía la llamada del Mundo, como buen gallego-portugués. Y todo le atraía  porque  como gallego, al lado de Portugal, era un hombre sensible a la belleza, al arte, con afición a la lengua  latina, pero tenía en todo el mundo ideas que le llamaban su atención y se recuerda que en aquellos años dedicaba más tiempo a los bares, que a las actividades totalmente cerebrales. Pero a pesar de su afición a los bares se preocupaba de la Ciencia y del arte. Amigo de Attilio Fontanari, le dio clases de esgrima y de algunas frases italianas. En 1.888 se matriculó en Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios. Tenía un cerebro universal porque se interesaba por todas las artes y ciencias que le gusta producir al Mundo. En la visita a Santiago de Compostela en que José Zorrilla pronunció una conferencia, “comenzó a arraigar en él su vocación literaria”.

A la muerte de su padre, en 1.890, se dio cuenta de que su herencia no le permitiría vivir desahogadamente y decidió ir a vivir a Madrid donde frecuenta los numerosos Bares de la Puerta del Sol. Aumentó en aquellos bares su personalidad, haciéndose famoso en la capital de España.

En 1.892 estuvo un breve tiempo en Pontevedra, porque sus recuerdos de su infancia y juventud, atarían a su corazón celta de los gallegos. En Méjico encontró problemas y los tuvo con el presidente de Méjico Porfirio Díaz, que en cierta ocasión lo censuró. Tuvo que marchar, después de dos años y pasó por Cuba. Su amor a su tierra gallega, en 1.893 ya estaba en su tierra amada de Galicia, es decir en Pontevedra, pero había transformado su aspecto en Méjico, pues había cambiado su aspecto físico, pues se había  dejado  crecer  barbas y melenas y no tendría mala memoria de Méjico, cuando volvió a este País en 1.895 (cerca de tres años).

                                          Ramón del Valle Inclan.

Empezó a utilizar su original indumentaria, como “capa, que recuerda un poncho mejicano, chalina, sombrero, polainas  y sobre todo sus largas y característica barbas, las “barbas de chivo” de las que habla Rubén Darío”.

“A pesar de presentar Pío Baroja a  Valle Inclán y a Miguel de Unamuno, no pasan  ochenta pasos sin que acabaran  por insultarse, gritándose y separándose antes de terminar el paso por la calle”. “Los tresus eran representantes de la generación del 98”.

Rubén Darío llegó a Madrid el año de la “manquedad” de Valle Inclán  y  se hicieron  amigos.

En 1.921 viaja a Méjico donde en otros tiempos había dejado hermosos recuedos. Su amigo Rubén Darío realizará en 1.914, un viaje definitivo  desde  su país Nicaragua., donde muere en 1.916. En 1.922 se estableció nuevamente en Madrid. Rubén Darío llegó a Madrid el año de la “manquedad”, cuando Valle Inclán perdió un brazo.

Rubén Darío se encontró muy bien con Valle Inclán. Se acuerda uno de estas escenas de Rubén Darío, cuando escribe :”Cantos de amor y de esperanza y me hacen reflexionar sobre el triste “modernismo” de la “América española”, como la España entera, fija está en el oriente de su fatal destino”. ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?. ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?. ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?. ¡ Callaremos ahora para llorar después!.”

Era Rubén Darío un poeta puro y se acordaba de España y de América veía en el “modernismo”, el progreso y exclamaba: “Juventud divino tesoro, ya te vas para no volver, cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer”. Rubén Darío llegó a Madrid el año de la “manquedad” de Valle -Inclán y se hicieron amigos y lo hizo cuando murió su padre. Estuvo en la capital frecuentando los cafés de la Puerta del  Sol.



Rubén Darío era un poeta puro y se acordaba como Valle Inclán de España y de América en Méjico. Añade Rubén Darío  que dice que en “su juventud surge alguna que otra esperanza, y no es poca la que ha de dar en su cerebro, también surtido y generoso como el del cantar de  “Alma contemporánea”. ¡Qué ilusión supuso el ”modernismo” en la mente de Rubén Darío y en la de Llanas Aguilaniedo. Soñaban Rubén Darío y Llanas Aguilaniedo. Las vidas de ambos era un sueño, porque además, yo pude comprobar, que aquel modernismo de la Laguna del Parque de Huesca, formada por la belleza de la pareja de cisnes, de las tórtolas, de los ánades, de las palomas, de los altos y verdes árboles ,con las cañas de  bambú  de la isleta, en medio de la Laguna, se acababa con la lucha entre las aves de rapiña persiguiendo a los estorninos.

Alrededor de dicha isleta poblada de cisnes, y de vegetación no estaba Valle Inclán, pero le recordaban Rubén Darió y Llanas Aguilaniedo, y yo me acuerdo de los tres poetas, a saber de Valle Inclán, de Rubén Darío y de mi pariente Llanas Aguilaniedo.

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