jueves, 31 de marzo de 2022
El Almeriz
miércoles, 30 de marzo de 2022
Don Quijote, antes y ahora
martes, 29 de marzo de 2022
Gusanos de luz o luciérnagas.
Yo creía que ya no quedaban
“cucos de luz” en las tierras del Somontano, regadas por el río Guatizalema.
Cuando era un niño los buscaba en los huertos y en los lugares donde
proliferaban las plantas verdes. Y en estos lugares verdes, la luciérnaga
hembra exhibía un signo luminoso para atraer a los machos. Estamos los hombres
imitando a la Naturaleza, con procedimientos biológicos, pero desde lejanos
tiempos, los “cucos de luz”, atraían a los caracoles y babosas, para
alimentarse de ellos. Pero no sólo los atrae, sino que una vez que establece
contacto con ellos, los paraliza con su veneno particular y los consume.
El Señor en la Naturaleza ha
creado ejemplos al hombre, para que progresase en su evolución. Ahora éste,
progresa en su evolución técnica, pero parece que se van acabando “modelos de
vida”. Ha instalado el hombre aparatos que generan la luz eléctrica, pero el Señor
había creado los Gusanos de luz. ¿Está la Naturaleza substituyendo a los “cucos
de luz”, por los pantanos y los postes generadores de energía eléctrica?. No se sabe si la lenta desaparición
de los “cucos de luz” es debida a la invasión del mundo por una contaminación
lumínica, qué con sus voluminosas luces, pone dificultades para que el cuco
macho, pueda encontrar a la hembra sumergida en el baño de las grandes luces de
las ciudades. Yo creo que es la evolución que la técnica humana, produce en el
mundo, estos progresos en el desarrollo, iniciados por Dios, con la
colaboración del hombre, en la humanidad.
Los lampíridos son coleópteros polífagos, que incluye las
luciérnagas o cucos de luz, por tener la
posibilidad de emitir rayos de luz. Yo recuerdo haberlos visto en terrenos
húmedos como huertos o en tierras no cultivadas, pero húmedas. Los lampíridos que yo conozco tienen machos y
hembras con un dimorfismo sexual, pues los machos consiguen ese
dimorfismo diferente de la hembra. Los
machos alcanzan un desarrollo total, pero las hembras tienen la forma de un
desarrollo como las larvas, sin tener alas y no pueden volar. Las hembras se
ocultan entre la yerbas y exhiben una
luz que atrae a los machos, que las fecundan. Los huevos están fertilizados
debajo de la tierra, luego salen las larvas o gusanos de luz, que se alimentan
de gusanos y babosas.
En la aldea de la Sierra de
Guara, La Almunia del Romeral, de muy pocos habitantes, pero que se encuentran
felices, al ver por la noche, a las luciérnagas encender sus curiosas luces,
para atraerse en su reproducción. Los dos queridos visitados en este Lugar, son
Ester Loriente Abadía, señora de gran cultura, pues obtuvo el título de
Licenciada en la Universidad de Barcelona, nacida en este serrano pueblo. Está
casada con José María Ferrando, hombre recto y trabajador, que ha recorrido la
Sierra, como Cartero.
Estuvimos en su casa y al salir,
nos mostraron unos terrenos primitivos encima del río Guatizalema, llenos de
vegetación. Nos comunicaron qué en ella, por las noches, iluminaban las
luciérnagas, que mostraban sus luces a sus machos y a continuación iniciaban su
labor reproductora.
Joaquín Borruel y Pepe Ballarín,
se quedaban maravillados al oír contar a la señora Ester, qué por las noches,
aparecían encendidas las luces de la luciérnaga. Yo me quedé
triste, al recordar este fenómeno natural, que hace años ocurría en el huerto
de mi casa en Siétamo.
Me acordé de las cigarras, que
cantaban por Siétamo y que he oído cantar muchas veces, en tiempos pasados.
Pero últimamente ya no las oigo cantar, aunque un muchacho me dice que a veces,
él las escucha.
lunes, 28 de marzo de 2022
Caminos recorridos desde la niñez a la vejez
Belsue (Huesca). |
domingo, 27 de marzo de 2022
Las Campanas
He pasado por Salinas de Jaca, por Hostal de Ipiés, por Orna, por Centenero, por Ena, y por Botaya y en alguno de esos lugares pude escuchar voces humanas, pero en otros ni se oían ni se veían seres humanos. Se van despoblando, poco a poco, los pueblos, como ya hace años se quedó sin habitantes el antiguo pueblo de Salinas de Jaca, para ser sustituido por otro más nuevo, al lado de la carretera.
En el antiguo estaba de campanero Mariano Bastarós, que hasta sus ochenta años hizo sonar las campanas, pero no se murió hasta los ochenta y seis. Las hacía sonar no muy deprisa, pero con un hermoso sonido, bandeando dos campanas simultáneamente.
Llegó más tarde, allá por los años cuarenta y cuatro, un cura del pueblo de Ena, que además de sacerdote era labrador, herrero, colmenero y carpintero. Se llevó el reloj de la torre, para arreglarlo, como él mismo afirmó, pero no pudo hacerlo porque le faltaba el repetidor, que quiso reconstruir, pero no pudo. Estaba dicho reloj en la torre de la iglesia y hacía sonar las campanas del campanario cuando daban las horas. En el pequeño pueblo de Lallana, muy cerca de Sádaba, pudo arreglarles un reloj; no le pasó como con el de Salinas de Jaca.
En el pueblo de Ena colocó un cable, que hacía sonar las campanas desde el altar.
Al quedarse viudo, se hizo sacerdote y se instaló de cura en Ena, cerca del pueblo de Orna, que también está próximo a Hostal de Ipiés, donde al fin se construyó una casa, en la vivió hasta su muerte. Se llamaba el cura, labrador, herrero, campanero, relojero y colmenero, Don Andrés Gavín. Todavía se acuerdan de él en los pueblos de Botaya, Orna, Hostal de Ipiés, Ena, Centenero y Bernués. Desde luego que son pocos los que lo rememoran porque, son pocos los que todavía viven en aquellos lugares. ¡Cómo se acuerda de él, el señor Sebastián Grasa, que en Octubre va a cumplir los cien años de edad!. ¡Cuantas generaciones han vivido en los citados pueblos, para que ahora queden tan pocos habitantes, que no repican como entonces las campanas, pero que en las fiestas acuden desde Barcelona o desde Zaragoza, para lanzarlas al aire, para que suelten bellos sonidos, que les recuerden su niñez y a las viejas generaciones!
Tenía un buen carácter y le gustaba comunicarse con todo el mundo y sobre todo tenía en cuenta aquella frase evangélica que dice: ”dejad que los niños se acerquen a mí”. Esa falta de orgullo, lo llevaba a conversar con cualquiera. Tenía siete toneles de vino y cuando llegaba alguno, tenía que probarlo de todas las añadas, incluso aquellos vinos, que ya eran como el coñac. Les decía: no tengáis miedo, que si os caéis, os cogeré yo.
En esos pueblos y en todos los de la provincia, sonaban las campanas cuando llamaban a los fieles a misa y al rosario o cuando se celebraban vísperas en algún pueblo, dedicadas a su santo patrón; para la Pascua de Resurrección, cuando quitaban los velos que tapaban los retablos, tocaban fuerte las campanas. Con un repique muy especial, sonaban los toques de difuntos, que eran muy tristes. Estaban los vecinos en los caminos y en los huertos y algunos cuando escuchaban las campanas, se emocionaban y alguno incluso lloraba. En ocasiones, cuando el difunto era algún niño o niña, tocaban a “mortichuelo” y lo hacían con cimbalicos o con otras campanas pequeñas. Acompañaba el sonido de las campanas a las procesiones y casi nunca faltaban los curas a decir misa en los pueblos más pequeños. Los mozos daban la paliza a las campanas haciéndolas sonar con motivo de las fiestas y no paraban de bandearlas o voltearlas durante mucho tiempo, pero no sólo eran los mozos los que las hacían repicar, sino que las mozas en día de Santa Águeda, eran las que subían al campanario y con un gran esfuerzo las repicaban e incluso les daban vueltas, bandeándolas. El Día de las Almas, que se celebra el día dos de Noviembre, cada dos horas tocaban las campanas.
Había campaneros en los pueblos y en las ciudades y a veces hacían sonar esas campanas con cuerdas o con cables, pero en las grandes ocasiones acudían los mozos a anunciar a todo el mundo que era fiesta. Cuando había incendios, sonaban las campanas con mucha fuerza y “aprisa, aprisa”, haciendo que todas las campanas fueran repicadas. Cuando venía una tronada, en los pueblos donde no había “esconjuradero”, algún valiente que vencía el miedo que le producían los rayos, se subía al campanario para que al escuchar el repique de las campanas, el Señor evitase que las nubes lanzaran sus terribles rayos.
En Biel estaba la campana de los perdidos e iba el sacristán y cuando se hacía de noche, tocaba, para que nadie se perdiera, lentamente: plon, plon, plon.
Antes, como hemos visto, con las campanas se comunicaba la gente, pero ahora, cuando pasas por uno de esos pueblos, no escuchas a nadie, pero dichas campanas también están calladas y no comunican la alegría de Pascua o de las bodas, ni las tristezas de los entierros, ni llaman a los hombres para apagar el fuego.
Las campanas unían al hombre con Dios, elevando los espíritus y convocándolos a todos y una prueba de esta afirmación, la tenemos en el pueblo de Siétamo, donde Antonio Larraz Barraca, nacido en 1892, cantaba “Las campanas de mi pueblo-si que me quieren de veras-cantaron cuando nací-y llorarán cuando muera”.
Y es que ese tocar y sonar, doblar, voltear y repicar y en aragonés “batear”, iba formando el corazón de aquellas gentes, recordándoles las ilusiones, su vida religiosa y los juegos, fuegos y trabajos y les llevaba a la conclusión de no eran la tierra, el silencio y la muerte la vocación del hombre, sino “el Ser, la Palabra y la Vida eterna”, porque veían la luz en las montañas y en la nieve, que con el brillo que le proporcionaba el sol, les hacía más fácil descubrir, más allá, el brillo de la eternidad.
El hombre vivía feliz comunicándose por medio de las campanas y cultivaba la cultura con el espíritu y la naturaleza con su cultivo y con el culto adoraba a Dios, facilitándole el sonido de dichas campanas la convivencia del culto, el cultivo y la cultura.
Estaba el ambiente de los pueblos y de las ciudades lleno de campaneros, de los que algunos eran simplemente artistas. Yo me acuerdo del campanero Hipólito Rivarés, que actuaba habitualmente en la Catedral y conocí y hablé con Pascual Calvete, que “bateaba” las campanas en la iglesia de Santo Domingo y ejecutaba actuaciones de campanero en otras iglesias, porque ya era él, casi el único que conocía el arte o el oficio. Tanto es así que escribió en los últimos años de su vida un libro sobre las campanas.
Todas las campanas, como si de personas se tratase tenían su nombre, como la Santa María, la Migueleta que estaba y supongo que allí seguirá sonando en San Miguel, Santa Paciencia en la Iglesia de San Lorenzo que tuve la suerte, el día del patrón de Huesca, de verla en el suelo, cuando la iban a subir al campanario.(2003). La campana Santa Bárbara, que no recuerdo si era de Siétamo o de Arbaniés, llevaba escritas estas palabras: “Santa Bárbara me llaman- más de cien arrobas sumo-si no lo quieres creer-me levantarás a pulso”.
Hemos visto como estuvo basada la vida del hombre en la naturaleza y en la fe y ahora buscamos la cultura y la libertad y al mismo tiempo que descubrimos el mundo y el Cosmos, nos vamos descubriendo a nosotros mismos y a Dios.
sábado, 26 de marzo de 2022
Fumar o no fumar
Bajaba cierto día por las escaleras amplias de un edificio oficial y al llegar a uno de los vestíbulos de cualquiera de sus pisos, desde los que se penetra en alguna de las múltiples oficinas, acogidas por la gran casa, encontré a un viejo amigo que en ella trabajaba; me llamó la atención su actividad, que consistía en pasear con sus pies, con su mano acercar un cigarrillo encendido a su boca, por la que lanzaba olorosas humaredas y para otros, malolientes expulsiones de tabaco quemado.
Me llevé una sorpresa al contemplar el cambio de las modas y de las costumbres durante el no muy largo viaje que voy haciendo por la vida, pero comprendí lo que dicen las revistas o la televisión sobre lo molestos e incluso perjudiciales para su vida y para las ajenas, que resultan los fumadores.
Yo, bromeando le dije: ¡ay que ver, cómo antes era el ser fumador un orgullo y ahora, van y te despachan!.Pero él se acordaba de la canción que decía: “fumar es un placer, genial, sensual”,”fumando espero al hombre que más quiero” y él sin esperar a nadie o más bien a algún ciudadano que fuese a verlo para arreglar un documento, estaba contagiado por esa espera amorosa y esperaba, necesitaba esperar. Y ¿a quien esperaba?
El no lo debía saber, pero tal vez, estuviera expectante de la felicidad que todos los hombres y mujeres necesitamos. Y a esa necesidad se le añadía otra que era una dependencia que en su interior se había creado y que le hacía sentir ese “placer genial, sensual”, que trataba de sustituir esa busca de una felicidad humana que lleva consigo la filosofía de la vida, por otra, que le hacía suicidarse poco a poco. Se van los fumadores inmolando y tal vez sacrificando a sus compañeros, lo que me hace recordar a los que se queman en solitario y otros llevándose por delante a todo bicho viviente.
Yo también he sido un fumador suicida y a veces perjudicando a otros con los que estaba trabajando o pasando el rato. Me acuerdo de toser después de echarme un cigarrillo o una faria y del mal rato que pasaba el alcalde de Tamarite en una sala, que estaba como una niebla espesa y maloliente de humo de tabaco y que tenía que respirar forzosamente.
Si “fumar es un placer genial, sensual”, mayor es el bienestar que siente el que sin fumar respira profundamente y goza de la vida. Todos esperamos la felicidad, como lo hacía la mujer que cantaba “fumando espero al hombre que más quiero”, pero no es el fumar ningún substituto del amor a otros seres humanos.
viernes, 25 de marzo de 2022
El centauro si sale de la Naturaleza, la añora
Para muchos, aquel que no sigue las leyes de la Naturaleza es un monstruo, pero el Centauro no sólo la imita, sino que a veces, parece identificarse con ella, es decir parece que su figura y su comportamiento son los de un individuo humano y equino al mismo tiempo. En lugar de resultar una monstruosidad, parece un milagro el hecho de haberse convertido en un ser único con las virtudes del hombre y del caballo. Cuando converso con el pintor Paco Giral, que plasma en los lienzos figuras arbóreas y taurinas, me llama la atención el ver su amor a los équidos, a los que retrata con admiración por su parte, y además enciende el entusiasmo del que contempla tales retratos, que unas veces “van de carrera”, en tanto en otras cultivan su amistad con los que los montan durante sus paseos; otras veces, también cabalgados por sus caballeros rejoneadores, rejonean a los toros. Además he tenido la oportunidad de contemplar a Paco visitando a su preciosa yegua europea y he comprobado el amor que se tienen mutuamente, pues basta verlos hacerse mutuas caricias, al abrir la puerta de su cuadra. Parece que se encuentran las dos partes de ese Centauro y adivino, que se van ambos unidos por el espacio al mundo clásico, pero al fin lo que ves son sus retratos del caballero Paco sobre su yegua Athena. Los clásicos, convirtieron el amor entre hombres y caballos en la figura del Centauro, en tanto Paco, convierte ese amor en figuras pictóricas. No forma Paco con su yegua un Centauro físicamente, pero constituyen un Centauro de hecho, con su arte; él como pintor y la yegua como modelo y ambos cabalgando por el monte debajo de la Sierra de Gratal. Pero no es Paco Giral sobre su yegua, el único Centauro, que vive en este mundo porque, contemplando y escuchando cierto programa televisivo, me pareció ver a un Centauro moderno, que consistía en un caballo blanco de porte distinguido, montado por un caballero español, vestido con un traje y un sombrero goyescos. Me pareció que había resucitado un Centauro clásico. Y ¿por qué?, por que en una playa de arenas claras, habían colocado un negro piano de cola, al que un artista arrancaba bellas notas, que resonaban en el cielo, en el horizonte, en la playa y que ¡milagrosamente!, escuchaban, al unísono, el caballo blanco y el caballero goyesco. Estos danzaban con elegancia, con arte, con dulzura y giraban el uno sobre el otro, al mismo compás. Al gozar de este espectáculo, me pregunté: ¿quién sería el brujo o el mago que ideó la unión entre el hombre y el caballo?.No fue sólo de un hombre idealista de quien surgió la idea del Centauro, sino que fue de los pobres esclavos, que no disponían de caballos, en tiempos del Imperio Romano, en que a los desgraciados los echaban en los Circos Imperiales, con un trapo entre sus manos, que no alcanzaba siquiera la categoría de capa, para contemplar como los mataban los toros bravos. Allí profiriendo gritos salvajes, como bramidos, la gente los veía defenderse con sus falsas capas, para acabar muriendo. En cambio aquellos que montaban sus caballos, se salvaban de tales atropellos. En la Edad Media el ser caballero era el ideal del pueblo, pues en España en las plazas públicas, se celebraban festivales taurinos, en que intervenían esos caballeros, que alanceaban a los toros, en tanto el pueblo sencillo, tuvo que aprender a torearlos con sus capas, creando la profesión de torero, que triunfa en las Plazas de Toros. Los caballeros siguen apareciendo en dichas plazas sobre sus caballos, como si fueran Centauros. Fueron estos un ideal creado por el pueblo sencillo, que veía en los caballos la salvación de sus vidas. Paco Giral es un miembro del pueblo sencillo y participa en la creación clásica, ya pasada, del Centauro, haciéndolo surgir como símbolo Lo hace con el arte pintando caballos y caballeros unidos en conseguir el bien del pueblo. El es el artista y los caballos sus modelos. Siempre sonríe y se ríe cuando habla con alguno de los mil conocidos que tiene y siempre sueña con pintar caballos, que son como los redentores del hombre Paco no es un centauro físico, pero lo parece cuando miras alguno de sus cuadros, como el del salto con su yegua, con el pico de Gratal al fondo.
jueves, 24 de marzo de 2022
Españolito que al mundo vienes
Cuántas veces hemos escuchado los versos que dicen: ”Españolito que al mundo vienes-te guarde Dios- que una de las dos Españas-ha de helarte el corazón!” Y efectivamente al recordar aquellos, ya viejos tiempos de los años 1936 al 1939, a uno se le hiela el corazón con sus recuerdos, viéndose a uno mismo rodeado de su familia y de sus vecinos, huyendo, al estallar la Guerra Civil, unos a Huesca, otros a Angüés y otros quedando sumergidos entre los tiros y el fuego en su propio pueblo. Aquel día de Julio del año 1936, con mis cinco años de edad, salía yo de casa y al llegar a la calle, mi padre me hizo volver a entrar rápidamente y una vez en el patio escuchamos un brutal estallido, cuya causa he desconocido siempre, aunque hace poco me dijeron que una bala de cañón había caído por detrás de la despensa. Ya no subí arriba, sino que otra vez nos sacaron de casa y fuimos llevados a la vecina bodega de la iglesia. Se llenó de gente y me acuerdo de mi tía Luisa con su delantal con unos amplios bolsillos, que constantemente entraba y salía, porque iba a casa a buscar alimentos y bebidas para la gente que allí estábamos. Me acuerdo de un niño de mi edad que ahí se encontraba con su madre, que le decía : “¡no llores miate a Inacier, que no llora!” y pensaba: yo no lloro pero tengo miedo y lo tenía, porque en toda la mañana y parte de la tarde, se escuchaba un continuo bombardeo, que nunca había oído. Por la tarde, cuando se paró de escuchar ese bombardeo, nos sacaron con lo puesto y nos llevaron, como he dicho antes, al camión, que nos llevó a Huesca. Pero ¡como cada día se engrosaba el número de muertos, unos niños y otros mayores!. El republicano Samblancat de Graus, decía “¡la guerra es el principio de todo mal”, pues las guerras traen malas consecuencias. Y tenía razón porque unos emigraron a Francia y otros a distintos puntos de España y el pueblo pasaba hambre, no como los distintos gobiernos que cuando ocupan el poder, lo reciben como un acto de cortesía. Ahora vuelve el hambre, después de una guerra, no de fusiles sino de poder, de ideas y de dinero y veo niños que están pasando hambre. Estos niños me traen el recuerdo de lo que yo también pasé y contemplo como ahora lo están pasando muchos niños.
Esta guerra, no de fusiles, sino de poder, de ideas y de dinero como acabo de decir, causada por el mundo político, recuerda el trato que Baltasar Gracián le dio en su obra “El Criticón” al político estúpido Andrenio que estaba en una isla con Critilo “que era un hombre héroe, discreto y político, el hombre que nunca combate, sino que gana la batalla con la prudencia”. Pero Andrenio, como he dicho era un político estúpido y “gobernaba todo lo que hay, bajo el instinto del hombre”.
miércoles, 23 de marzo de 2022
El leñador y las zorras
lunes, 21 de marzo de 2022
A Javier Osés, (Obispo de Huesca)
domingo, 20 de marzo de 2022
ARRARO
Arraro es el nombre de un antiguo pueblo de nuestra Sierra de Guara y que suena a algo raro, a algo extraño, pero si ahora resulta dicha palabra con tal significado, en otros tiempos, cuando nuestros antepasados los ilergetes hablaban la lengua vasca, ya Arraro significaba raro, extraño, lo que no llamaba la atención de los habitantes de nuestra vieja tierra.
Si que es raro ver en un lugar tan apartado de la Sierra de Guara, los restos de un antiguo pueblo, que fue repoblado en la terminación del siglo XI. Se escribe que la ermita de Nuestra Señora de Arraro tiene una fecha (13-2-993) en la que dicen que se edificó o más bien se comenzó a edificar o ¿ no se referirá dicha fecha al Castillo desaparecido?. Resulta raro efectivamente que se construyera un pueblo, en una zona casi sin tierras de cultivo, alejada de zonas pobladas, pero tiene una explicación, ya que se fundó para ayudar a los cristianos a salir de la Montaña y para desde allí, empezar a reconquistar la Tierra Baja, cuyas puertas constituía el pueblo de Arraro, ya cerca de Huesca capital de la Plana o Llanura. No es raro, por tanto, que con tales intenciones se fundaran pueblos como Arraro o Castillos como el de Loarre, ya que Huesca se conquistó en 1096.
Fray Alberto Faci escribió que “En un altísimo Monte contiguo a la Sierra llamada de Guara, hubo antes de la pérdida de España, un Pueblo, llamado Arraro: vencidos Aragón y sus Montañas por los árabes, los cristianos de Arraro, siguiendo la práctica de otros, escondieron en una cueva, no distante del Templo de Nuestra Señora y de aquella población, una imagen de Nuestra Señora, que veneraban en su Iglesia Parroquial, para que oculta, se librase de las sacrílegas manos de los sarracenos; en dicha cueva estuvo la Sagrada Imagen escondida, hasta que venciendo nuestros Reyes a los moros, quedaron Guara y sus Montañas libres de su poder tirano; por este tiempo se cree, que fue hallada la Sagrada Imagen en la cueva y fue restituida a su Iglesia de Arraro, de donde tomó su nombre, y desde entonces es venerada en Panzano y otros pueblos vecinos, con singular devoción”.Es la Sagrada Imagen de madera; está sentada en una silla de la misma materia, y no es pequeño milagro, haberse conservado en sitio tan húmedo entonces, y después de tantos siglos, libre de la corrupción, que consume tanto cualquier madera”.
Una copia de la Virgen de Arraro, destruida la original durante la Guerra Civil española, se halla en la Iglesia de Panzano.
Desapareció el pueblo de Arraro y ahora Panzano, en cuyo término están enclavados el monte y la ermita de Arraro, se ha convertido en un pueblo de muy pocos habitantes, situado a unos veintinueve kilómetros de Huesca, dentro del territorio que actualmente se denomina Parque Natural de Guara, y antes estaba unido a los pueblos de Santa Cilia de Panzano, al pie mismo de la Sierra y al, actualmente despoblado pueblo de Bastaras, que a modo de colonia funciona, cercado de vallas, como coto de caza y quedan dentro de ellas, por ejemplo, la cueva de Chaves, que ha pasado a ser un enorme yacimiento arqueológico del Paleolítico hasta la Edad del Bronce. A poca distancia de Chaves se encuentra la cueva de Solencio, que a veces trae grandes inundaciones al salir de ella el agua acumulada. Conocidos eran los caminos del vino, del aceite y de la harina, que bajaban o subían desde la parte norte de Guara, hasta los pueblos inferiores, con los que las gentes montañesas trataban aquellos alimentos que necesitaban para pasar el invierno y al mismo tiempo vendían las patatas que habían producido, a los somontaneses. Camino había desde Nocito a Santolaria pasando por la ermita de Sescún, pero existían también otros cuatro que bajaban desde Used, Zamora y Bara; se unían ya cerca del Cabezo de Guara (a l.870 metros.) y bajaban pasando por cerca de la cueva de la Grallera, superada la cual unos se dirigían a Santa Cilia de Panzano, desde donde bajaban a Panzano, mientras otros ya se habían marchado a Bastaras. Estos caminos no creo que los pudiera comprar nadie, por lo que me parecería oportuno que quedaran libres para ser usados por los excursionistas, turistas y estudiosos y más ahora que la comarca en que se encuentran, se ha convertido en Parque Natural de Guara. Al contemplar como el camino de Santiago que entra en Aragón por Canfranc, se desprecia, cuando allí en Roncesvalles se recibe a los europeos como si no hubiera más caminos a Santiago de Compostela. No es una casualidad encontrar la palabra vasca Arraro por estas tierras, pues se encuentran muchas otras, unas de pueblos ya desaparecidos hace ya muchos años, como Isarre, que parece expresar la hondura en que se encuentra, debajo de Guara, que puede equivaler al vasco Gora (arriba) y otros, como Zamora que primero fue pueblo, después pardina y por fin, no hace muchos años, desapareció. Zamora en vasco quiere decir "que tiene astucia, maña y sagacidad", como efectivamente tenían y aún quedan algunos habitantes por aquellas proximidades que las tienen, aunque no las pueden usar para su tierra, porque en el gobierno y administración del Parque Natural no entran los ayuntamientos de la zona, lo que no es democrático.
Por Bastaras y Panzano pasa el río Formiga, que no es muy largo, pero es bello, ya que está lleno de badinas, de cascadas y a veces se desliza entre paredes estrechas, dando lugar a que las aguas del río discurran más veloces, bajo enormes rocas, que parece imposible puedan sostenerse sobre las aguas sonoras. Por debajo de Panzano parece convertirse en un río de llanura, siendo utilizado para regar los huertos.
Los de Panzano, lugar donde nació la Madre Pabla Bescós, que profesó en la Comunidad de Santa Ana, han ido siempre de romería, unas veces a los Santos Cosme y Damián y otras a la ermita de Arraro. Si San Cosme y San Damián en los dominios del Conde de Guara, que tenía una casa con su escudo en Panzano, se encuentran en lugar encantador, como se demuestra con un solo detalle del trigo pétreo que se encuentra por los suelos, que es como una representación del verdadero trigo que se cosecha por aquellos montes de Panzano, la ermita de Arraro, que se debate entre ruinas, es una joya del arte románico.
Dicen que fue construida con sillares, de los que muchos están todavía formando parte de las ruinas de la Ermita y colocados en la segunda mitad del siglo XII, cuando la ciudad de Huesca estaba a punto de caer, ya que se tomó, como he dicho el año 1096.Todavía se conoce su planta rectangular y se puede contemplar su ábside semicircular. Este ábside estaba cerrado por una esfera de piedra, de la que todavía quedan cinco hileras que inician la cubierta continua, formando un cuarto de esfera.
En la parte central del ábside, está una ventana que permitía su iluminación; es sencilla con su arco dovelado, que le presta elegancia.
Arraro se encuentra en la Sierra de Guara,Parque Natural y debía ser visitado con frecuencia por los oscenses,que recordarían su pasado y les entrarían deseos de restaurar aquellas ruinas ,al contemplar “aquellos campos de soledad, mustio collado”,donde en viejos tiempos aquellas ruinas fueron ,no Itálica famosa,sino el conjunto del castillo, de la ermita y del pueblo de Arraro.
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