lunes, 7 de agosto de 2023

Juana Coscujuela.- (2ª Parte)

 


                                                               Santas Nunila y Alodia

Pero aparte de estas consideraciones vivenciales y de amor a la patria chica, tengo también que manifestar que su lectura constituye un placer porque está redactada con la espontaneidad con que brotan los coscollos en nuestra sardas, con la sencillez de una niña que a los nueve años tenía como únicos compañeros a las ovejas y a los corderos con la ingenuidad de una personita, cuyo único deseo consistía en ser tratada como persona, con “modos”, como decía ella, de la educación y con “amorosidá”, como ella llamaba a la amabilidad.

Cuando lean su libro se acordarán de pasajes de otros autores, como me ha ocurrido a mí. López Allué narra un cuento o historia de unos altoaragoneses que pasaban a Francia par trabajar,como ha ocurrido durante tantos años; no tenían pasaporte ni cédula y al ver aparecer a los carabineros se pusieron en posición de defecar, después de bajarse los pantalones, y al serles pedidos los papeles, exclamaron: nosotros no empleamos papel, nos limpiamos con una piedreta. No tenían dinero para comprar papel higiénico para descomer, ¿cómo lo iban a tener para sacarse un pasaporte, si iban a Francia para poder comer?.Esto que cuenta López Allué como una comedia, fue más bien una trágicomedia,en medio de miles de tragedias, representadas por unas gentes que emigraban; abandonando la familia algunos dejaban la vida, para volver otra vez a sus lares con tres onzas en la faltriquera.

Esta tragedia la vivió también nuestra heroína, más bien la medio vivió y digo esto porque su familia emigró a Francia desde Adahuesca, estando su madre embarazada.El viaje lo hicieron, por supuesto sin papeles,con temor a ser detenidos por no llevarlos.Su padre tiraba del ronzal del burro y metidos en las argaderas iban la madre,su hermano Mateo y su hermana Nunileta.Iban a Francia porque en aquel País se comía carne,pizca dice Juana,todos los días,”todos los días eran fiesta” y en Adahuesca se comía sólo en las grandes solemnidades.

En Francia se encontraban bien, pero la nostalgia de su pueblo, los hizo volver para llevar una vida mísera. La historia se repite y todos los aragoneses que pueden hacerlo retornan de Cataluña y los que se quedan, añoran Aragón y lo sueñan y lo adoran y son los que con más afición leen los libros sobre temas aragoneses y los escritos en fabla. Este es el caso de Juana, que no ha vuelto en persona, pero ha vuelto con su libro en fabla  aragonesa, fabla que ha conservado durante más de cincuenta años en Barcelona, como si no se hubiese marchado, desde luego mejor que se hubiese quedado, porque aquí la fabla ha sido despreciada como cosa de paletos.¡Qué originales hemos sido,cuando los vascos llaman maketos a los que no hablan el euskera y los catalanes charnegos a los que no ha hablan su lengua,nosotros hemos llamado paletos a los nuestros!.

Algunos dicen que la fabla no tiene importancia, pero no se dan cuenta al decir esto de que tampoco les importa ni se han preguntado nada sobre San Juan de la Peña,sobre Montearagón,San Victorián, sobre la desertización del territorio, ni les importa donde se encuentran los claustros de monasterio de Treviño de Adahuesca, declarado hace pocos días Monumento.En este Monasterio que aparece en la portada del libro vivió la autora con su familia y donde, por, cierto, parece que pasó una temporada bastante feliz según declara cuando dice:”¡Qué bien estaba-nosos tres hermanos chicotes en o Treviño!. Todo día campaba-nos ta un lau y ta otro,no porque nos bagase, pero aquello yera tan grade que mamá ,anque quisiese, no nos podeba gobernar.¡Abeba tantos sitios pa corré-la!.la gozaba-nos en otubre aduyando a os papas cuando dallaban l’abeza,entre dallada y dallada,saliban corriendo d’os niedos qu’estaban entre a yerba ,as perdiganas”.”Los niños las cogían y cuando estaban gordas su madre las mataba y entonces recuerda Juana:”qué ploros al no encontralas.Suerte que con a engrucia de comer pizca,nos pasaba pronto o desgusto”.

Habiendo notado la familia la falta de una gallina, creyeron que se la habría comido algún perro, pero cuando ya no pensaban encontrarla, cual no sería su sorpresa al ver que aparecía seguida de unos pollitos que hacían pío-pío. Tal vez esta escena haya sugerido a la autora el título del libro:”A lueca”.

La gallina es un animal cobarde, tanto que a una persona de tal condición se le aplica la palabra gallina como sinónimo de pusilánime, pero cuando se pone clueca se despierta en ella una agresividad,que la hace enfrentarse a perros, gatos,cuervos e incluso personas.Su única preocupación es defender a sus pollitos y buscarles alimento y la madre de Juana fue como una lueca para sus hijos ,que dormían en su misma cama,como pollitos que buscasen refugio bajo las alas de su madre.Las gallinas se van a dormir al ponerse el sol y nuestra familia hacía lo mismo, pues en aquellos tiempos no había luz eléctrica en el Treviño. Esto tenía sus inconvenientes pues aquel ambiente de tinieblas era propicio para que aquellas mentes primitivas oyesen y viesen fantasmas por todas partes. Cuando su padre mandaba a Juaneta  a buscar tabaco al pueblo, por la noche, su hermano le decía” yo que tu no m’en iría,l’atra noche le salió a fulano,de dezaga d’os pallars ,un fantasma que le fue siguiendo más de medio campo. Juaneta pa no sentilos (a os fantasmas) se tapaba as orellas con as manos y correba todo o que podeba de cara ta casa.

Al que no ha vivido en los pueblos esta escena le puede parecer extraña, pero yo puedo asegurar que estas vivencias estaban a la orden del día, aunque en este caso podríamos afirmar con más propiedad ,que estaban a la orden de la noche.

Y si al principio de mi charla he afirmado que los hechos narrados en esta obra, que nos ocupa, podían hacerse extensibles a otras regiones españolas; para demostrarlo basta leer ,por ejemplo a Miguel Delibes,uno de nuestros mejores escritores actuales,cuando textualmente dice que “Moisés que se achicharró en el horno de la achicoria,durante las noches de ánimas,cuando repicaban las campanas,recorría las calles del pueblo envuelto en una sábana asustando a la gente”.Al abuelo de Juana, también en la noche de ánimas la salió un fantasma envuelto en su sábana y le dijo que volviese a casa, que esa era su noche.Y como una larga noche parece recordar Juana su niñez,pues no sólo tenía miedo a los muertos,sino también a los vivos. En esto poco hemos adelantado,pues aunque a los muertos no les tememos,pues casi no nos acordamos de ellos, a los vivos cada vez les tememos más.

Y hablando de muertos, cuando se murió el padre de Juana,con cuya muerte acabó la feliz estancia en el Treviño, la caja que trajeron de Colungo,resultó más corta que papa: “no abió mas remedio que ponelo un póquer encogíu y descalzo.Tía Marieta, hermana de papa, “l’en tiró en cara a mi madre más de una vez de haber permitíu enterralo descalzo y apretau. No ocurrió como en aquel pueblo castellano,en el que al depositar el féretro sobre el catafalco, en la nave parroquial,se oyeron unos crujidos y allí aparecieron los pies del difunto.Este muerto,como buen castellano (acordémonos del Cid que consiguió victorias después de muerto) quiso ser más muerto que otros, por aquello de que a los muertos los han sacado,los sacan y nos sacarán con los pies “p’adelante”,él los adelantó aún más rompiendo la caja .

Me recuerda también A lueca la literatura chicana.Así como nosotros hemos tenido a López Allué y Ayerbe, escritores en castellano,en estados Unidos Faulkner y Ion Steeinbec, describieron la vida de los chicanos en inglés.En las decadas del 60 y 80 han aparecido obras escritas,como la de Juana,de abajo arriba,en una mezcla de inglés y castellano ,como la de Juana lo está en castellano y fabla.

Quiero hacer notar un paralelismo entre Jhon Steimbeck ,sajón con sus uvas de la ira y Méndez o Rivera,chicanos ,con Salvador María de Ayerbe ingeniero y culto con su “A través del somontano” y Juana Cosculluela con su libro “A lueca”.

Juana he dicho con respeto escribe de abajo a arriba y como los escritores chicanos “hay que reconocer en ella el mérito de elevar a categoría estética los anhelos de todo un pueblo, contribuyendo con ello a conferirle una parte de la dignidad que merece”.

Salvador María de Ayerbe ve en la ofrenda del lirio ante el crucero el símbolo vivo de la nobleza de Aragón, desde su limbo feliz, mientras Nunileta asocia la recogida de violetas con los alpargatazos que recibió en el culo.

Hay un contraste según se vean las cosas desde arriba o desde abajo. Sender nos miró a los aragoneses desde todos los puntos de vista, a lo largo de su vida y escribió su réquiem  por un campesino español .Las santas Nunila y Alodia,mártires de Adahuesca,también tienen su requiem plasmado en la Ermita de las Mártires de Huesca. Los muertos a esta vida tienen su descanso eterno.Pero hay otros muertos que vienen,han muerto para Aragón,aunque estén en este mundo:son los emigrantes.

El libro de Juana Cosculluela es un requiem por ellos y un muerto, aunque   no muerto más optimista que el de Sender, porque nos anima a evitar que se repitan en nuestra provincia las condiciones de vida que describe en “A lueca”.


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