lunes, 17 de diciembre de 2012

José Borruel Oliva, que de niño jugaba conmigo en Siétamo y ahora es un sabio Maestro




A  Laguna cuyo nombre e historia aprendí, ya hace más de cincuenta años, en el alto pueblo  de  Bolea, lo quisieron obligar a luchar en la Guerra Civil diciéndole, que para arreglar el bienestar de España. Pero él que tenía el cerebro lleno de sentido común, adquirido en aquella terraza que se asoma desde un  gran terrizo, que desprendido del Pirineo, se asoma a la Plana de Huesca,  les dijo a sus  “cazadores”, que el que comenzó la Guerra, la acabara, que él no dispararía ni una sola bala de fusil. Y no fue a la Guerra, sino que se refugió en la Sierra, para no matar a nadie ni ser un muerto de tantos.

Pasó la Guerra Civil y tanto en el monte como en los alrededores y en el  mismo núcleo de Siétamo, como escribió mi primo Don Jesús Vallés de Fañanas, con motivo de su excursión a este pueblo, al que vino atraído por el silencio, que reinaba en él, ya acabada la Guerra,  mi primo Vallés, describió  aquel triste paisaje, en qué  a sus pasos por el monte, escapaban los negros cuervos de su banquete asqueroso de carne humana. Porque Jesús Vallés, ante aquel horrendo espectáculo, sentía dolorido su corazón por aquellos muertos en una Guerra, en la que fusilaron en Fañanás, a su madre y a su hermano.

 Después de la Guerra, tanto José Borruel, como yo y los demás niños de Siétamo, nos divertíamos recogiendo  balines, los recuerdos metálicos y tristes, que habían quedado  por las calles, en las que abundaban más que los guijarros de piedra.

En aquel pueblo de Siétamo murieron cientos y cientos de seres humanos, pero los niños nos divertíamos, escalando las ruinas de las casas y descubriendo por el monte, cadáveres sin enterrar o semienterrados.

José Borruel Oliva acompañado por sus hermanos Domingo, Paquito y Toñín, se aplicaba en estudiar en la Escuela y a medida que iba creciendo, se le desarrollaba la inteligencia, aspirando a ser un buen Maestro. En Siétamo era preciso huir de aquella época negra de muertes, de destrucción de viviendas, de falta de trabajo y los niños tenían que pensar con la razón y no con las ideas políticas. El pueblo debía pensar no en arreglar los problemas por medio de las armas, idea que enfadaba a Lizana, sino por la cultura. José estudiaba para difundir esa cultura entre los niños, que han acudido a sus clases y ahora, muchos de ellos han conseguido hacer llegar a España a  un buen nivel de prosperidad. Pero   se ha extendido un deseo de ganar dinero y más dinero, lo que ha hecho que hayamos entrado en una sociedad medio corrompida.

José Borruel Oliva ha comprendido esta situación a la que hemos llegado, pero él sigue con sus pensamientos transcendentales, que le han llevado a escribirme estas reflexiones:”Alianzas y convergencias en la unidad trasversal de los pueblos, de siempre, y el contexto del respeto mutuo, dentro de nuestro País, que ha sido el que nos explicaron y se aprendió como bueno y que yo también enseñé como maestro-profesor, sin dudas, inquietudes, remordimientos, ni comparación ni menoscabo de las inmensas mejoras estructurales, que mejoramos ahora y que pueden ayudar a comprender el sentido transcendental del ser humano”.

Estos pensamientos le han brotado en el cerebro  al copiar con óleo el Cuadro del Compromiso de Caspe, pintado por el gran pintor Marín Bagüés.  A José Borruel le ha complacido, como él mismo afirma, “haber pintado al óleo un lienzo, copia  del de Marín Bagüés, que reúne a los Compromisarios que pusieron fin a la incertidumbre de la Corona de Aragón, en la sucesión de Martín I”. No me extraña contemplar el cuadro de mi amigo José Borruel, pues es Maestro de EGB y Especialista en Dibujo Técnico  y Artístico, entre otras varias especialidades. Además goza de la ayuda y de la compañía de su esposa Mary Baseca Peralta, también Maestra Nacional de EGB.

José Borruel Oliva, con su cerebro racional y con sus manos llenas de arte pictórico, con su Canto patriótico a la unidad de España, por medio de su arte dedicado al Compromiso de Caspe, nos ha dado una lección de patriotismo. Porque de la misma forma que Lanuza de Bolea no quería participar en la Guerra, ”los selectos comenderos de los estados de Aragón, Cataluña y Valencia (Baleares, Cerdeña y Sicilia),en lugar de luchar, tuvieron dos meses de asambleas, razonamientos, arengas, proclamas y oraciones”,  para alcanzar una idea común a todos.

Porque, ahora, se revuelven los separatistas y los egoístas para romper todos los comportamientos racionales de los ciudadanos de Aragón de aquellos tiempos, que tenían por divisa llevar,  unidos con los “Peces del mar Mediterráneo”, las barras rojas y amarillas de Aragón.

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