sábado, 8 de diciembre de 2012

El Venerable chino y el Parque de Huesca

Van  llegando  a  Huesca inmigrantes  extranjeros,  de todas las razas, entre las que se encuentra  la china. En el Parque  contemplé  hace  unas fechas  a  varios niños y  niñas, limpios,  bien  vestidos y  que parecían figuras de porcelana oriental,  pero  cada  día,  en algún  rincón del  mismo parque,  al  lado de  los elevados árboles, se deja ver un anciano chino,  dirigiendo con sus suaves  movimientos  gimnásticos a  varios oscenses  de  ambos sexos.
Se  van  introduciendo costumbres, para nosotros extrañas, pero que resultan buenas, en  este caso, para mejorar la salud  de nuestros mayores. El antiquísimo  chino  Loo--Tsé creó la obra llamada en su lengua  "Tao Te-King”,  que traducido al castellano equivale a "Libro  de la vida y de  la virtud'.  Aunque  esta  obra  es anterior  al siglo IV,  antes de Jesucristo, su contenido ya era practicado desde hacía tiempo por  el pueblo  chino. Este  ha tenido formas de pensar sobre el  destino del hombre, parecidas  a las nuestras; por ejemplo,  "lo real,  más  allá  de  su múltiple  diversidad  es  uno... existe  un principio de orden... transcendente  e  inmanente que  recibe el nombre de  Tao, "la Vía”.  Viviendo de acuerdo con él, huye el hombre de lo ilusorio  y  alcanza  la inmortalidad.  Los  chinos,  antes de que llegara  el budismo, ya practicaban  la gimnasia, con la que algunos  pretendían  alcanzar la  inmortalidad y  otros, más realistas, alargar y  mejorar la vida.  Y a eso acuden los oscenses, al viejo profesor, que silencioso, los ejercita sin causarles desgaste  de  sus cuerpos, sino transmitiéndoles  fortaleza  a sus  espíritus. No produce trauma  en sus alumnos, haciéndoles  mover todas las partes  de sus cuerpos y de  vez en cuando, les  hace mover las manos, realizando  un  mayor  esfuerzo cerebral, porque de las manos, dirigidas por el cerebro salen, maniobrando,  las bellas obras manuales.  A  las ocho, cuando ya  sale el sol y  les llega a los árboles el momento de despedir  oxígeno, les ordena  a  los oscenses  abrazar sus troncos, sin  llegar a  tocarlos, como si quisieran  percibir la fortaleza de  ellos, e introducir en la vida de  los hombres el secreto de la función  clorofílica, en que por obra  del sol,  del  agua  y  del anhídrido  carbónico, forman las plantas verdes el  almidón y los azúcares.
El  anciano, en Huesca, ha encontrado un templo vegetal, fundado  por  don  Vicente Campo  y  ampliado  por  don José  Antonio Llanas Almudévar. Ya ha muerto el venerable anciano Chino y desde ese mundo lejano, con el que soñaba desde los pinos del Parque, rodeado de hombres y mujeres de Huesca, sigue causando el sueño de éstos en ese maravilloso mundo.

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