Van llegando
a Huesca inmigrantes extranjeros,
de todas las razas, entre las que se encuentra la china. En el Parque contemplé
hace unas fechas a
varios niños y niñas,
limpios, bien vestidos y
que parecían figuras de porcelana oriental, pero
cada día, en algún
rincón del mismo parque, al
lado de los elevados árboles, se
deja ver un anciano chino, dirigiendo
con sus suaves movimientos gimnásticos a
varios oscenses de ambos sexos.
Se van introduciendo costumbres, para nosotros
extrañas, pero que resultan buenas, en
este caso, para mejorar la salud
de nuestros mayores. El antiquísimo
chino Loo--Tsé creó la obra
llamada en su lengua "Tao Te-King”, que traducido al castellano equivale a
"Libro de la vida y de la virtud'.
Aunque esta obra
es anterior al siglo IV, antes de Jesucristo, su contenido ya era
practicado desde hacía tiempo por el
pueblo chino. Este ha tenido formas de pensar sobre el destino del hombre, parecidas a las nuestras; por ejemplo, "lo real, más
allá de su múltiple
diversidad es uno... existe
un principio de orden... transcendente
e inmanente que recibe el nombre de Tao, "la Vía”. Viviendo de acuerdo con él, huye el hombre de
lo ilusorio y alcanza
la inmortalidad. Los chinos,
antes de que llegara el budismo,
ya practicaban la gimnasia, con la que
algunos pretendían alcanzar la
inmortalidad y otros, más
realistas, alargar y mejorar la vida. Y a eso acuden los oscenses, al viejo
profesor, que silencioso, los ejercita sin causarles desgaste de sus
cuerpos, sino transmitiéndoles
fortaleza a sus espíritus. No produce trauma en sus alumnos, haciéndoles mover todas las partes de sus cuerpos y de vez en cuando, les hace mover las manos, realizando un
mayor esfuerzo cerebral, porque
de las manos, dirigidas por el cerebro salen, maniobrando, las bellas obras manuales. A las
ocho, cuando ya sale el sol y les llega a los árboles el momento de
despedir oxígeno, les ordena a los
oscenses abrazar sus troncos, sin llegar a
tocarlos, como si quisieran
percibir la fortaleza de ellos, e
introducir en la vida de los hombres el
secreto de la función clorofílica, en
que por obra del sol, del
agua y del anhídrido
carbónico, forman las plantas verdes el
almidón y los azúcares.
El anciano, en Huesca,
ha encontrado un templo vegetal, fundado
por don Vicente Campo
y ampliado por
don José Antonio Llanas
Almudévar. Ya ha muerto el venerable anciano Chino y desde ese mundo lejano,
con el que soñaba desde los pinos del Parque, rodeado de hombres y mujeres de
Huesca, sigue causando el sueño de éstos en ese maravilloso mundo.
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