Un sacerdote iba a la Catedral y yo venía de ella porque había acudido a oír misa. Dicho sacerdote habla poco, al menos con los hombres, porque con el Señor debe estar siempre pensando y comunicándose con Él. Le pregunté que porqué rezaba tanto y me contestó que el mundo estaba hecho por Dios para que cantara su gloria y así lo hacen los animales, unos con sus cantos y otros con su comportamiento y las plantas con sus flores. Pero sobre los animales, me indicó su diferencia con los hombres, ya que aquellos están regidos por los instintos que el Señor estableció en su genética y esos instintos son los que gobiernan sus actos; cuando el instinto les dice que tienen que emigrar, vemos como en pocos días desaparecen de nuestros pueblos las golondrinas y cuando vuelven al año siguiente vemos como movidas por ese mismo instinto, preparan sus nidos, se aman y ponen los huevos de los que saldrán las crías, que a su vez, cuando sientan la llamada de Africa a sus tierras, ellas acudirán. Y vemos como el Señor ama los animales y las plantas, al leer en el Evangelio de San Mateo de la procesión del Domingo de Ramos, aquellas frases, que había dicho un profeta a la hija de Sión: “Mira que viene a tí tu Rey lleno de mansedumbre, sentado sobre una asna y su pollino, hijo de la que está acostumbrada al yugo…Y una gran muchedumbre tendía también sus ropas en el camino: otros cortaban ramos de los árboles y los extendían por el camino, y tanto las turbas que venían delante como las que venían detrás, clamaban diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David: bendito sea el que viene en el nombre del Señor!”.
Pero no sólo están en el mundo
las plantas y los animales, sino que el Señor creó a los ángeles y a los
hombres y los hizo libres, pues podían los ángeles contestarle que sí a sus mandamientos y lo mismo podían
contestarle que no. Muchos, entonces ángeles, no quisieron someterse a su
autoridad y le contestaron que no, con lo que se convirtieron voluntariamente
en demonios. Los hombres estamos sometidos a una prueba parecida, y podemos amar al Señor,
sometiéndonos a su voluntad y podemos convertirnos en sus enemigos, diciéndole
que no estamos conformes con sus Mandamientos. Basta con ver a nuestros
primeros padres Adán y Eva, que fueron expulsados del Paraíso Terrenal por
desobedecer al Señor.
En las Sagradas Escrituras se lee
como alguien hizo caso a Dios y Este le “creó descanso en su seno” y se quedó
como “cedro del Líbano y cual ciprés en el monte de Sión”, resaltando las
palmas, las rosas y los olivos, que cantan sólo con su presencia la Gloria del
Señor. Basta leer la Epístola para la
misa del día quince a Agosto, en que se celebra la Asunción de la Santísima
Virgen María, que está sacada del Libro de la Sabiduría (Eccli., 24,11,13 y
15-20) y que parece tratarse de una
profecía sobre ella y que así dice: ”En todas las cosas busqué el descanso de
mi alma, y en la heredad del Señor fijé mi mansión. Entonces el Creador de
todas las cosas dio sus órdenes, y me habló; y el que me creó descanso en mi
seno, me dijo: Habita en Jacob y sea
Israel tu heredad, y echa raíces en medio de mis escogidos. Y así fijé mi
estancia en Sión, y fue el lugar de mi reposo la ciudad santa, y en Jerusalén
está mi trono. Y me arraigué en un pueblo glorioso, y en la porción de mi Dios,
la cual es su herencia; y mi habitación
fue en la plena asamblea de los Santos. Elevada estoy cual cedro del Líbano, y cual ciprés en el monte
Sión. Extendí mis ramas como palma en Cades, y como rosal plantado en Jericó;
me alcé como hermoso olivo en los campos, y como plátano en las plazas junto al
agua. Como cinamomo y bálsamo aromático despedí fragancias, y como mirra
escogida exhalé suave olor”.
El hombre puede alabar al Señor,
que es para lo que nos ha creado, como dice el salmo 137: ”¡Te alabaré, Señor,
con todo mi corazón, porque has oído las palabras de mi boca!. ¡En presencia de los ángeles te cantaré salmos,
te adoraré en tu santo templo, y alabaré tu Nombre!”. Pero puede ofenderle,
como le ofendió el demonio, como dice el Himno de San Miguel: “Él arroja al
fondo del abismo la cabeza orgullosa del Dragón, y confunde a los rebeldes con
su caudillo, expulsándolos del cielo”.
Y por allí andan
tentándonos los demonios a los hombres, a unos para que pequen y no amen al
Señor y otros tentando a aquellos hombres que tienen influencia en la sociedad
y a alguno lo convencen para que canten canciones que van contra las leyes de
Dios y a otros que gobiernan en el mundo les enseñan a perseguir las leyes
justas y que el pueblo no sea enseñado en la doctrina de Cristo. Pero los
demonios son derrotados siempre con la señal de la Cruz y con el nombre de
Cristo y sin embargo vemos como parece que se acaban las buenas costumbres y
las vocaciones religiosas, pero esto es porque los hombres no se oponen con energía
a la labor demoníaca, ni se educa tan masivamente como antes a los niños, en la
doctrina de Cristo. La labor de la adoración y alabanza a Dios parece disminuir
porque vemos como van desapareciendo monasterios históricos y de gran
entusiasmo por la Fe, como el de Casbas. Pero todavía quedan hombres como
vosotros que pertenecéis a Adoración y Vela y que os dais cuenta de los
peligros que corre la humanidad con la pérdida de la Fe y oráis y os empeñáis
en defenderla.
Pero esta
situación no es nueva pues ya el año 1935, en la vida de la Madre Pabla Bescós,
nacida en el pueblo de la Sierra de Guara, llamado Panzano, cuenta como en esta
población, juntos con los vecinos de Coscullano, de Santa Cilia y de Bastaras,
iban junto a otros habitantes de encima y de debajo de la Sierra de Guara, en
peregrinación al Santuario de los Santos Cosme y Damián. El ambiente era de
gran fervor, pero en el libro Flores de Montaña de Luis María de Arag, dice
este señor que “el año que yo acudí a la romería hizo un día verdaderamente
esplendoroso. La Sierra de Guara parecía vomitar por sus brechas reatas
interminables de cansinos burros y ligeros machos atalajados con borlas y campanillas y llevando sobre sus
lomos las rozagantes aldeanas, las repletas alforjas y a los pobres viejecitos,
que venían tal vez a rendir el último tributo de homenaje a sus queridos
patronos” y añade: ”El Sr. Damián me dijo…bueno es que gocen estos jóvenes,
pero no piensan más que en la juerga y van poco a poco perdiendo la
cristiandad, y eso no puede ser. Como siga así la juventud del pueblo, dentro
de unos años tendrán que borrarnos de los cinco libros”. Pero al llegar al
Santuario todos rezaban y cantaban al Señor. Entre ellos, en ocasiones, había
estado también Pabla Bescós y sus amigas, entre las que se encontraba mi
pariente Josefa Naya, naturales de Panzano y Pabla Bescós no siguió los
atractivos de una vida cómoda y fácil, que seducían a otros jóvenes, sino que a
ella “la vida sin El le parecía día sin
sol, flor sin perfume, desierto sin agua”.
Decidió que
“sería religiosa y religiosa de clausura”. En Huesca “había observantísimos
monasterios de clausura, el de San Miguel y otros no menos fervorosos y
observantes. No lejos de su pueblo se
hallaba también…el Monasterio de Casbas de Religiosas Bernardas”, pero el Señor
quiso que ingresara en las Hermanas de Santa Ana. Es que pensó que ofrecería
los sacrificios que tuviera que pasar, con las oraciones que al Señor
dirigiría.
Es un caso como
el vuestro, ya que dedicasteis vuestra vida a diversos trabajos y el tiempo que
os ha sobrado se lo dedicáis, como la Hermana Pabla a la Adoración del Señor y
a velar por su Fe.
Pertenecéis a la
Comunión de los Santos, que es como una
común –unión, que se prolongará
eternamente, cuando vuestros cuerpos sean gloriosos y no necesitarán más
alimento que la presencia de Dios.
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