Pintado por J.M. Lanzarote |
Se nos ha marchado de Huesca el
amigo verdadero, José María Lanzarote. ¡Qué apellido tan noble el tuyo, José
María!, porque siempre lo he admirado, cuando lo pronunciaban los oscenses o
simplemente, cuando tenía la oportunidad de conversar contigo. Pero no sólo te
admiré por el bello y sonoro nombre de Lanzarote, Caballero de la Tabla
Redonda, sino por tu nobleza que era suave y atraía a las personas que lo
necesitaban. El Caballero Lanzarote fue protagonista de bellas aventuras y José
María Lanzarote fue el pintor protagonista de miles de cuadros, que
representaban la belleza de la Naturaleza con sus paisajes, con la arquitectura
y el aire de las mujeres y hombres
ansotanos, con los que substituyó las
bellas aventuras de los Caballeros de la Tabla Redonda. Los caballeros eran
duros en sus luchas, pero José María, era admirable porque su carácter era
suave y atraía a las personas que lo necesitaban.
Yo lo conocí, hace ya muchos,
muchos años, en el Taller de Carpintería, cuando tanto se nombraba la Plaza del
Justicia, nombre muy aragonés, como áquel con que la llamaba el pueblo oscense,
diciéndole La Plaza de los Tocinos. Ese nombre les resultaba a algunos un tanto
vulgar, cuando esos animales en esa Plaza, depositados en cajones por los
vendedores y sacándolos de ellos los compradores campesinos, gruñían y les daban alegría y esperanza de que se
hicieran bien gordos. Con cariño se los llevaban los compradores, con ilusión
de alimentarlos muy bien para que desde pequeños,
se tornasen gruesos. Porque
aquella alimentación a los tocinicos, iba a ser la base de su propia
alimentación, con su rico jamón y con
los guisos sabrosos que prepararían sus esposas en los hogares de sus casas.
José María todos los lunes, en que tenía
lugar “La Feria de los tocinos”, los veía y escuchaba, desde su taller. A él
acudían algunos vecinos de los pueblos cercanos y del mismo Huesca, para que le
hiciesen algún mueble de carpintería, como mesas, sillas, para en ellas comerse los cerdos, con la comodidad que buscan
aquellos que comen a placer.
Yo conocí, no sólo a José María,
sino también a su padre, hombre muy simpático y amigo, ya entonces, de mi
abuela Agustina Lafarga, viuda del Diputado Provincial Ignacio Zamora Blasco.
Lo conoció en un piso del Coso Alto, donde hoy se encuentra el Colegio de Santa
Ana, donde Cornelio acudía y más tarde José María, a colocar o a restaurar
algún mueble. No es extraño que se trataran con mi abuela, pues en tiempos
pasados, cuando todavía vivía mi abuelo Ignacio, que murió en 1914, vivía en
una casa encima de la Carpintería de Lanzarote.
Nuestra relación y amistad nos
unió en la restauración de muebles, que íbamos a usar en Siétamo. Ahora, cuando
contemplo una alacena que José María convirtió en armario, me parece que José
María con el armario construido por él, está ofreciendo a los que lo miran, la
visión de los escudos de Almudévar y Azara. Pero yo me acuerdo de que el
Caballero Lanzarote, fue más popular y mucho más antiguo que los Azara y que
los Almudévar.
Se ha marchado José María
Lanzarote y ha dejado a su esposa Lourdes , que Gracias a Dios no se queda sola
, porque la acompaña el
hijo de ambos, Historiador, que viaja por Roma y por París, de la misma forma
que su padre José María Lanzarote, viajó por todo el mundo ,con multitud de
cuadros artísticos.
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