Cerca de Graus y en la aldea
de Paniello, llama la atención una comunidad budista con su templo, que no sé
si así se llama porque no habla de la existencia o no de un Dios Creador, sino que sigue las normas de conducta de Buda
para alcanzar el Nirvana. Tienen un
Dalai Lama, como lo tienen en sus comunidades asiáticas. Yo he estado allí
varias veces atraído por sus ritos y he escuchado sus “mantras” o cánticos, que
producen durante sus ceremonias. Son muchos y repetitivos, como los rosarios de
quince misterios, pues parece que están repitiendo siempre lo mismo, como si
intentaran hipnotizarse a sí mismos, para que cada célula y cada órgano de sus
cuerpos vibren con la misma frecuencia. Si se altera esa frecuencia se rompe la
armonía de células y órganos, para dar comienzo a una enfermedad. Pero es
posible modificar esas frecuencias, que han sufrido cambios, haciéndolas
regresar a sus ritmos normales.
Es curioso, escuchar como
cada órgano tiene su música, por ejemplo el hígado tiene un sonido apagado,
sordo y profundo; suena como si hablara el propio órgano, que desea mantener un
eterno monólogo consigo mismo, pero si cambia el ritmo de ese sonido, los
cánticos de la comunidad budista, quieren devolvérselo, para sanarlo. Ese
sonido además de producirlo el hígado,
lo hacen sonar, por ejemplo el sistema cráneo sacral, el cardiaco y el respiratorio. El ritmo de un
órgano trata de adaptarse al ritmo vibratorio de otro. Un anciano me hizo observar
como dos relojes de pared con sus péndulos,
que no oscilaban a la par, acababan sincronizando el movimiento de los
mismos.
La “sanación” o curación
terapéutica arranca de los budistas, hace ya muchos siglos, pero desde hace más
de uno se está produciendo la convergencia entre la sabiduría de los antiguos y
la de los actuales científicos.
En el Hospital el
Fisioterapeuta Javier, parece ser que también aspiraba a alcanzar el Nirvana,
pues cuando trataba de alcanzar la “sanación” de mis miembros, parecía cerrarse
a los sonidos del mundo exterior y su
garganta producía sonidos, que me recordaban los que en alguna ocasión había
escuchado en Paniello. “La terapia climática fue introducida en Estados Unidos
hace treinta años y se ha utilizado para tratar el reumatismo…. la artritis y
la fractura de huesos”, como a mí me ocurrió. Javier tiene sensibilidad
musical, pues le he escuchado cantar la canción de su tío Pepe Lera, “S’ha
feito de nuey”, que conmueve los órganos y principalmente los corazones de los aragoneses
y esa concordancia le hace sentirla y buscarla en cada órgano que debe
rehabilitar. Dicen que en 1983, un grupo
de artistas y músicos holandeses reprodujeron los sonidos de los latidos del
corazón y la circulación de la sangre. Se reprodujeron en una pieza teatral.
“Eric Brujin, que presenció la representación…comentó: Lo que oí fue
exactamente el sonido de la orquesta del templo tibetano”.
Me voy de la rehabilitación
y he encontrado en mi casa una campanilla tibetana, que me regaló mi prima, hija de mi tío Silvio
Kosty y que usan en el Tibet. Cuando me
ponga nervioso, la haré sonar en mis
oídos, como solitariamente hacía sonar
la suya un antiguo sacristán, el día de la fiesta de un viejo patrono, por las
calles de Antillón o de Torres de Montes.
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