Fuente de Marcelo(Km 3) |
Hace un tiempo, en la antigua
Plaza del Mercado, me encontré con un joven oscense de unos treinta y tantos
años, y lo vi con síntomas de catarro, que le hacían entre otras cosas, presentar
una nariz completamente roja. Se lo dije y él exclamó: ¡Si, igual que un
payaso!. Trató de explicarme los motivos de su catarro, cuando yo le dije: ¡Ya
lo habrás cogido en Jara!, porque con mucha frecuencia va a visitar esa bella
ermita. Y me contestó:: “ Si, el sábado a las ocho y media de la mañana, hacía
frío y yo con solo la camisa, me dirigí a la ermita que has nombrado y por la
tarde, como creo que soy buen oscense, me fui a la fuente de Marcelo, debajo del
Kilómetro Tres”. Se puede ir a dicha fuente por la carretera de Arguis, pero
también se puede ir por el Pedregal, que está señalado con estacas, la fuente
de Marcelo. Este Pedregal se puede coger por debajo del Convento de las
Miguelas, cerca del huerto de Gambau.
Pero él no fue por ninguno de
estos dos caminos, sino que marchó caminando por la orilla del río y se
entretenía en levantar algunos ladrillos del agua, les tapaba los agujeros y
sacudiéndolos salían dos o tres
cangrejos, que según él, eran
“entreveraus”, es decir que ya habían perdido la antigua raza de los cangrejos
autóctonos. Luego él, como no es amigo de “fartase”, los volvía a soltar, porque
además tiene un gran sentido de la Ecología, que le hace respetar hasta a los
cangrejos, porque se acordaba de que cuando era niño, iba con otros a soltarlos
al río. Me dijo que estaba enamorado de las perdices, a las que contempla
cuando hacen sus escapadas, unas veces andando, otras corriendo y alguna
volando y le gusta escuchar sus cantos que le vuelven loco. Me habló de una pequeña
liebre, que había cogido en un hueco que estaba en el tronco de una olivera, y
al mirarme hacia él, vi que llevaba colgada de su chaqueta una pequeña figura
de liebre que creí era para acordarse de aquella que cogió en sus años
infantiles.
Al legar a Marcelo, se mojó la
cabeza con el agua tan fresca, que sale por sus caños y se echó unos tragos
descomunales y cuando hubo gozado de la frescura del agua, de la belleza del
paisaje, que él dice que es precioso y para confirmarlo añadió: ”Nunilo también
te lo puede decir!”; allá a las siete de la tarde se volvió hacia Huesca, andando
otra vez por las orillas del río. Allá a las siete y media llegó a su casa y no
notó nada, pero el domingo, al levantarse, le dolía la cabeza y tosía.
¿Había cogido un catarro oscense,
que por ser tal es mejor que el actual y grave catarro, que los chinos, tan
viejos, han traído a este mundo?.
Me dijo que él tenía la culpa de
haber cogido la gripe, pues se podía caminar por la orilla del río, sin mojarse
los pies, pues hay dos pequeños puentes, uno a principio del camino y otro en
la misma fuente, que es una obra de ingeniería de los hijos del pueblo, como
Berdié, que arregló el camino y las fuentes de Marcelo y Jara, con su dinero.
El puente de Marcelo cambia su posición cuando baja una riada, pero se hace
girar sobre su eje y se vuelve a la posición anterior. ¿Qué clase de puente es
éste?. ¿ Por qué no es colgante, ni es fijo, sino giratorio?. Es que es un
puente giratorio de Marcelo, es de Huesca.
Después de contarme todas estas
cosas, me llevó a ver la fuente de Marcelo, que yo había conocido de niño, pero
ahora está transformada porque el río se ensucia más abajo, ya que allí tiene
las aguas puras y limpias, llenas de madrillas
y de “zapateros”. Las aguas bajan por cuatro caños, tres casi juntos y
otro el del “Gallo”, que está un poco más alejado. La primera fuente se llama
la del Pez, la segunda la del Toro y la tercera la de Marcelo y sus aguas se
van al río, donde antes iba todo Huesca a bañarse en sus badinas y a su alrededor hay esas con sus bancos, en los que se puede
merendar, comer y pasar el día; es un lugar limpio, con zonas de sol y de sombra,
producida esta última por los árboles, como los chopos, y los robles o cagicos.
Presidiendo el paisaje estaba
levantado un cubierto, rodeado en su interior de cómodos bancos, en los que
estaban sentados varios veteranos de Huesca, como el “ingeniero” Berdié, que
parece que goza por allí de su vida, con numerosos otros oscenses, presididos
todos por Pascual Ascaso, que igual que distrae en el periódico a los oscenses
con sus artículos, lo hace en la fuente de Marcelo, con su conversación.
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