Canal del Cinca. |
No he estado jamás en La Cuadrada,
pero en Pertusa, muchas veces. Distan ambos pueblo, uno de otro, unos seis kilómetros. El párroco de ambos pueblos es un
paisano y amigo mío, al que tengo la confianza de llamarlo Manolo y que por
apellido tiene el de Bibián. Hace ya muchos años, su tía, la señora Concha, que
lo quería como a un hijo, les habló a los “rojos”, que iban a incendiar la casa
donde yo nací, pero sus palabras, los convencieron de que si la quemaban, se quedarían también ellos sin vivienda. El
amor de su tía Concha, hizo que pudiera seguir mi familia ocupando esa casa,
igual que Manolo, me ha llevado al Convento de Santa Teresa, cerca del
Cementerio de Huesca, en cuyo huerto cuidaba las plantas de huerta y a la
abejas que producen la miel, pero estaba formando también mi espíritu. Pero,
por desgracia, al perder por mi edad, el
carnet de conducir, no he podido seguir escuchando sus palabras y seguir sus
caritativos ejemplos. Por él, me enteré de la existencia del pueblo de nombre
tan curioso como el de La Cuadrada y escuché que en ese mismo pueblo eran
escasas las personas que vivían.
Pero el día veinte de Agosto de
esta año de 2014, estaba sentado en un velador de los Bares del Tubo y llegó
por allí, una señora ya anciana, pero airosa y me habló de que tenía amistad
con los camareros del Bar Pakistaní, ya que su casa que estaba en reparación,
se encuentra casi a su lado. La hice sentar, para que tomara algo en el velador
y me contara sucesos de años pasados. Yo mismo me quedé sorprendido de los
sucesos que pasaron por su vida, cuando
me dijo que ya tenía noventa y nueve años de edad, pero que yo no lo creía. Me
dijo llamarse Ana Lóriz Clavero y haber nacido en el pueblo de La Cuadrada. Me
dijo que le gustaba su pueblo, pero que
prefería la vida en la ciudad, que es lo que ahora pasa con la enorme
emigración, que está despoblando el campo. Algunos, ahora piensan por qué pasa
esto, cuando el campo producía alimentos a la sociedad y ahora, con los pueblos
despoblados, va aumentando el hambre en las ciudades. Me decía doña Ana, que
cuando todavía no estaba construido el Canal, que ahora pasa por Pertusa y por La
Cuadrada, manaba una fuente, que producía un agua que beberla, enamoraba al que
la bebía. Pero además, con ella regaban
huertos que producían tomates, judías y pimientos gruesos y colorados. Muchas
de estas verduras las regalaba a los señores Maestros, que no eran ricos y
hacían una labor cultural impresionante, entre los habitantes del pueblo. Pero
mi hijo Manuel me dice que en La Cuadrada, además de la fuente, había multitud
de pozos de los que en otros tiempos obtenían agua para regar los campos, con molinos de
viento o con asnos que daban vueltas y vueltas al pozo para sacar agua de
ellos. Me dice que más tarde llegó el Canal del Cinca, que toma sus aguas de
los embalses de Mediano y El Grado. También pasa por Pertusa y se mezclaron las
aguas de la fuente con la que lleva el Canal. Ana Loriz Clavero lamenta esta
pérdida de bienestar sencillo de beber agua pura, a cambio de un volumen mayor,
que renta más dinero, pero hace perder algo del placer de vivir
confortablemente. Con su feliz memoria, me recordaba cómo al marchar a Huesca
con su familia, vendieron dos campos a Cavero de Berbegal.
La Cuadrada es el último pueblo
del Somontano y por sus tierras pasa la Cabañera, que procede de los Altos
Pirineos ,desde Broto. Todavía quedan en sus proximidades unos corrales en que
se refugiaban los ganados, que pasaban por la Cabañera que unía el Valle de
Broto con Mequinenza, a orillas del río Ebro. Caminando por la orilla del Canal
hacia Pertusa, que se encuentra a unos seis kilómetros de La Cuadrada se llega
a dicho pueblo, por donde pasaba el itinerario de Antonino, en el siglo III,
circulando por Vías Romanas. Pertusa era un paso seguro de la vía romana Ilerda-
Osca.
Ana Loriz es un precedente de la
emigración de los pueblos a las capitales. A ella le gustaba el pueblo pero le atraía la ciudad y se vino a Huesca
con sus familiares. Su ejemplo, de principios del siglo XX, ha sido seguido por multitud de habitantes de
los pueblos agrícolas y ahora esos pueblos están sin población o acabándose y
sin Escuelas que sembraban la cultura en sus niños. El hambre está creciendo en
las capitales, pero Ana comprende que se vive mejor en las capitales, que en los pueblos.
Ana Lóriz Clavero, se acuerda de
La Cuadrada, de sus calles que se cruzan y de las que una se dirige a Berbegal,
de los huertos y de sus verduras, de los Maestros a los que respetaba y
regalaba tomates y pimientos, de la fuente en la que bebía un agua potable, que
rejuvenecía los cuerpos, de los campos que se vendieron, dos de ellos a los
Cavero de Berbegal. Recuerda también los juegos con otras niñas, con las que se
entretenían en lavar la ropa de sus moñas o muñecas y se acuerda también de las
Fiestas, en que se cantaban jotas, de las que sin duda, todavía se acordará de
alguna de ellas.
Pero Ana Lóriz Clavero, goza de
los mismos placeres que en su niñez, porque a orillas del río Isuela, compró un huerto, que le siguen unos conocidos
suyos y recibe de ellos, verduras que en su casa cocina y consume. Esto me lo
demostró, abriendo una bolsa de la que sacó cuatro pepinos. Eran sólo cuatro
porque me dijo que les había dado a unas vecinas y se había quedado cuatro para
ella. De los cuatro, a mí, me regaló dos, que pensé que lo mejor sería
colgarlos, para tener un recuerdo de la Señora Ana, durante mucho tiempo.
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