Tórtola común |
Tórtola turca. |
Un amigo mío tiene una tórtola, que no es de esas
clásicas, que anidan cada año en algún almendro o en algún olivo de nuestros
montes y de las que resulta difícil encontrar uno de sus nidos, porque me da la
impresión de que cada vez van quedando menos, como ocurre con tantas otras
especies de animales.
La clásica vive en España, es del orden de las
palomas y ronronea como ellas, tal vez con un sonido más agudo, es más pequeña,
ya que sólo tiene unos treinta centímetros, con unas alas más cortas. Resulta
un ave graciosa con los colores de sus plumas, que en su parte central son
pardas y en sus límites menos oscuras.
Pasé por casa de un “pajariquero” y vi una tórtola
prisionera en amplia jaula y me alegré
porque me dije: voy a comprársela a mi amigo, que tiene otra en su huerto y así
tendrá pareja y le críarán, pero al fijarme me di cuenta de que era tórtola clásica de monte y me extrañó, porque
no veía ninguna de ellas hacía ya tiempo. Tal vez hubiera resultado bien el
amor entre ellas, porque es fácil que críen dos animales tan parecidos, igual
que lo hacen los équidos, es decir los caballos con los asnos o éstos con aquellos, que han provisto
de mulos a los labradores toda la vida.
Estaba Jesús podando unos rosales, de esos que, como
decía él mismo, dan tantas rosas de “pitiminí” y al mismo tiempo hablaba con un
gitano ya mayor, que explicaba lo “bien que se está en el campo y se sienta uno
en una piedra y nadie ni nada le molesta” y añadió: ”¡ay qué bien si en una
rama canta una tórtola!”.El joven Jesús trabajaba podando sus rosales, al
tiempo que fumaba y al preguntarle si había probado a dejar el tabaco, me
explicó: ”yo dejé de fumar y un día pesqué
una trucha y me fumé un cigarro y no pude escaparme de gritar ¡qué bueno es
fumar!”.
No podía seguir hablando de las tórtolas, pero era
igual porque seguía llegando gente y para todos tenía conversación Jesús, que
además de aficionado a los pájaros, es albañil. Una de las personas que llegó
era una señora que venía con su nieta del colegio y le dijo si le vendía algún
brote de aquel rosal, que estaba limpiando y no se lo vendió, sino que le
regaló varios de ellos, eligiéndolos con cuidado. Al preguntarle la señora que
como se plantaban, le dijo:”con el agua ya agarrarán, ¡sin más!,las mías todas
me han agarrado. Usted les eche agua aunque “s’afoguen”, pero no tenga miedo
que no “s’afogarán” porque el agua encontrará salida”.
Se fueron marchando todos los visitantes y entonces
le dije: parece mentira que no tenga ninguna tórtola de esas que llevan collar
negro, que trajeron de Turquía y que están ahora mismo volando por esos pinos
de aquí al lado. Me contestó que él no se dedicaba a cazar pájaros, sino a
cuidarlos, como la tórtola de la jaula, que resultó herida en una cacería y él
la tenía en el enorme jaulón para cuidarla.
Me dijo, ahí en la jaula hay unas alodas y algunos
las llaman alondras. Como Jesús nació y se crió en Nueno llama a las alondras
con su nombre aragonés, es decir alodas. Yo le expliqué que en Francia las
llaman “alouettes”, de donde viene el apellido Allué.
¡Qué lástima que no tengas ninguna tórtola turca,
con su collar que le rodee el cuello, con su dorso pardo claro y su cola
larga!. Es quizá un poco más pequeña que la tórtola clásica, porque viene a
tener unos veintiocho centímetros y cría
en los árboles y en los huecos de las viviendas humanas, como criaron el año
pasado a la tórtola que tiene mi amigo. Hace unos cuarenta años, crió en un
cuarto alto de mi casa, una pareja de ellas que me dieron en Esquedas. Yo
querría que otra pareja de tórtolas turcas, le criaran a mi amigo, en la caseta
de su huerta y que a mis amigos de
Almudévar les cantasen y se enamorasen entre ellas.
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