domingo, 14 de enero de 2018

El simpático colombiano, en un Bar


Hoy Domingo 14 de Enero del año 2.018, he entrado en el Bar de la Estación de Ferrocarril de Huesca. Yo, cuando voy a dicho Bar a tomar un “cortado”, me miro a las vías de ferrocarril, que se observan desde dicho Bar, a través de unas pantallas grandes de cristal transparente. ¿Qué es lo que en ellas veo?. A veces nada, sino un vacío de viajeros que no circulan por el Mundo. Otras veces, veo a señoras y señores ancianos, que unas veces van, y otras vienen, impulsadas por las grandes Máquinas del Tren, a Huesca o a sus residencias en los cercanos pueblos. Van y vienen, desde sus pueblos en los que nacieron, a la capital de Huesca, a comprar alimentos para prolongar sus vidas.
Pero otras veces observo viajeros extranjeros, que vienen a España a tratar de encontrar trabajo. Hay viajeros de color blanco, moreno, cobrizo, pero todos ellos vienen con un espíritu blanco, llenos de bondad.
En el mostrador del Bar, está sirviendo el colombiano Andrés, de una piel de un color blanco perfecto, no sólo de su piel, sino también de su espíritu y de su voz. Atiende a los clientes con una extraordinaria amabilidad, una sonrisa eterna y una voz de un sonido suramericano, que me da un enorme gozo escucharla con mis oídos.

¡ Andrés, que seas muy feliz, como muestras con tu figura, con tu amabilidad y con tu eterna sonrisa!. 

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