martes, 21 de diciembre de 2021

Navidad de “Os Casaus” en la antigua Lamusa (Parte 1)

 


Recuerdo con cariño la fábrica oscense de Labad Mur y Compañía, en que se fabricaban aquellas primeras sembradoras mecánicas, que hacían a los labradores entrar en un mundo moderno, al sembrar con ellas y abandonar aquellos procedimientos “poéticos” de sembrar caminando por los campos, con una bolsa colgada del cuello, a la que sujetaban con la mano izquierda, mientras con la derecha lanzaban la semilla del trigo o de la cebada sobre la superficie de la tierra de aquellos campos. Yo estudiaba en el colegio de San Viator con un muchacho que era hijo del señor Labad y que murió siendo todavía muy joven. Su recuerdo y el de otros muchos que aquí trabajaban me invita a recordar a Huesca y a su comarca del Somontano, donde se encuentran pueblos, como Siétamo y Casbas de Huesca.

El tiempo va pasando y nos vamos olvidando de la vida de algunos oscenses, que cultivaron el progreso del pueblo en su trabajo como Labad, Mur o como Ana Francisca Abarca de Bolea que trabajó, hace cerca de cuatro siglos, la cultura de un pueblo aragonés, en el que no existían escuelas para todos. El año 1979 se cumplió el tercer centenario de la publicación de un libro, escrito por Ana Abarca de Bolea, titulado “Vigilia y Octavario de San Juan Baptista”, del santo que anunció la venida del Señor, que en estos días de Navidad, tanto preocupa a los oscenses.
Hasta hace pocos años se creía que había nacido esta ilustre mujer en el Castillo-Palacio, que se levantaba en Siétamo y que era propiedad de la familia aragonesa Abarca de Bolea, pero la profesora doña Angelines Campo, hija de Don Vicente Campo, demostró que había nacido en Zaragoza, en 1602.¡Cómo se ve, leyendo todo lo relativo a doña Ana Abarca de Bolea, que Aragón, como dijo su sobrino Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, Barón de Siétamo, Marqués de Torres y Conde de Aranda, entre otros muchos títulos, era una nación!. Él, estudiando la historia de su familia se daba cuenta de que venía de Sancho Garcés II Abarca, Rey de Navarra y Conde de Aragón y se daba cuenta de cómo habían puesto dos abarcas en su escudo nobiliario. Y es que ellos, con sus abarcas, basaban la nobleza en el bien de aquel pueblo portador de tal calzado, que quería independizarse del Reino de Navarra y engrandecer el Reino de Aragón, recuperando aquellas tierras que los moros les habían arrebatado. Para ello se constituyeron los antiguos “infanzones de abarca” o abarcudos, en nobles labradores, que usaban este calzado o calcero, como se dice en aragonés y no poseían la educación palaciega, ni tenían por costumbre utilizar el bullicio de los palacios y de las ciudades. Se dio cuenta el Conde de Aranda de que sus antepasados estaban enterrados en San Juan de la Peña y allí intentó y logró que lo enterraran.  Así fue como los abarcudos, que no es una palabra despectiva, como muchos han empleado posteriormente, trataron de formar con toda libertad, el Reino de Aragón.
Tal propósito no ha muerto en los aragoneses, es decir buscar el progreso de sus gentes, pues hombres como Labad, Mur y sus socios trataron también de modernizar el trabajo de los campesinos y hacerlo más rentable, en este edificio, en el que “Os Casaus” con vuestro nombre aragonés, tratáis de cultivar las tradiciones de este antiguo Reino y celebráis la Fiesta de la Navidad, con sus villancicos, con sus músicas y con el noble canto de la jota, acompañada por instrumentos musicales. 
La misma Ana  de Bolea, trató de hacer lo mismo en unos tiempos oscuros. Entró en el Convento a los tres años y ella escribe “…desde la edad de los tres años he gozado de la felicidad  de tan dichosa asistencia” y más tarde confesaba “el amor que se cobra, a los puestos donde uno recibe la primera enseñanza”. Pero a pesar de ingresar  tan joven en el Monasterio, no hizo los votos religiosos hasta el cuatro de Junio de 1624,en que mandó hacer a sus expensas y a las de su sobrina Francisca Abarca un retablo de la Virgen de la Gloria. Llegó a ser maestra de novicias y en 1672 a 1676 a Abadesa del Convento. Mucho le costó llegar a convertirse en monja, pero es que estudiaba y consideraba la posibilidad de casarse, dándose cuenta  de qué era mejor cultivar su cultura que casarse, ya que los hombres despreciaban la lucidez del cerebro de las mujeres y por eso, en aquellos tiempos, la mujer no tenía conocimientos y la convertían en una analfabeta. Pero ella, junto a su candor y espíritu religioso, al tiempo que aumentaba su cultura pues ella misma se autoeducaba, leyendo una colección de “libros sagrados, espirituales, historiales y de todo género de buenas letras, entendiendo la latinidad como si ex profeso la hubiera estudiado…adquirió la destreza en todo género de música, así de instrumentos como de voz, ya permitida en decentes recreos de religión, ya encaminada a sagrados cultos”.
Decentes recreos de religión eran aquellos en que hasta el baile se practicaba, como ocurrió en Valencia en 1438, en que para celebrar un fiesta religiosa, ”hasta los frailes de San Francisco salieron por las calles saltando y bailando, enfaldados y con ministriles”(La Inmaculada, P.Juan Mir, S. J., p. 128)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Quevedo habla de la vida y engrandece la muerte

  Francisco de Quevedo Luis de Gongora. Bécquer escribió la poesía siguiente: “Del salón en el ángulo obscuro-de su dueño tal vez olvidada- ...