¡Oh la la!, exclaman los vecinos
del Norte de los Pirineos cuando en presencia de su republicana bandera o como
ellos dicen “son drapeau”, oyen sonar la Marsellesa.¡Oh, es que los franceses
están orgullosos de serlo!, lo que me
parece muy bien, pero lo que me parece mal es que desprecian a sus vecinos del
Sur. No me parece justo, porque subiendo a Francia por Biescas, por Lanuza y
por Sallent, se ven lugares arquitectónicamente nuevos y que agradan a la vista
y se encuentran viejos edificios en restauración y se ve circular a muchos
hombres, mujeres y niños, que toman sus refrescos en los bares, meriendan en
verdes prados, otros pintan o repintan las fachadas de sus casas y algunos
escalan las montañas.
A esos pueblos se va por
carreteras que en general están bien arregladas y cuando llegas al Formigal, se
encuentra uno a multitud de españoles y de franceses que están comiendo en
alguno de los múltiples restaurantes que allí se encuentran, pero si quieres
bajar al lado Norte de los Pirineos se pasa el Puerto del Portalet y empiezas a
bajar y bajar por una estrecha y retorcida carretera, que pasa por pueblos
pequeños y de una elegancia vieja, ya que no han sido retocados ni se ve ni se
huele la pintura que realegra los antiguos pueblos. Al pasar por Gabas se ve
como los apellidos aragoneses son comunes en el Midi y en Aragón, pero se
observa como esas zonas están poco pobladas y casi no hay niños. Se pasa por
una central eléctrica, que tiene una arquitectura que recuerda la elegancia,
pero que parece un lugar abandonado, que produce tristeza a quien lo mira y
verdaderamente dan ganas de llorar, como pasó con casa Carderera y Almudévar en el Coso Alto, que era de
modelo francés y fue derribada. Al llegar a la llanura el paisaje es encantador
porque está todo verde y sus árboles proliferan por todas partes, pero las
casas de campo revelan que sus habitantes no tienen un alto nivel de vida.
Durante el invierno del año dos mil las carreteras españolas estaban limpias de
nieve y se veían por ellas numerosos quitanieves y al llegar a Urdós con
dificultad, nos sorprendió la presencia de un señor con un carretillo lleno de
sal, la cual iba echando con una paleta
por la carretera. En verano aquellas orillas del río Gave se llenan de
españoles que visitan la parte francesa.
Uno se pregunta ¿qué es lo aquí
pasa?, ya que aquí se demuestra que los franceses no tienen interés por
arreglar las carreteras, pero aquí en España parece que en Madrid pasa lo mismo,
porque confían en La Junquera y en Irún, con lo que creen que España tiene
resuelto el problema, pero desde luego que Aragón las está pasando muy mal.
He hablado un día de este mes de
Abril del año 2005 con un altoaragonés, que nació y tiene su familia en un
pueblo de la frontera y me dijo que los franceses son orgullosos y miran con
desprecio a los españoles. Aunque admiten ser invitados por los altoaragoneses,
ellos no nos invitan ni a queso, que tienen tan abundante y siguen con su ¡oh
la la ¡ ,apreciando su bandera nacional y escuchando la Marsellesa.
El Alto aragonés me dijo que
aborrecido de tal situación había ido a Estrasburgo a buscar la solución a
nuestras carreteras. Le dieron esperanzas, pero los franceses siguen sin
interés por resolver el problema y ¿sin intereses en sus bolsillos o pochas,
para tal fin?.
Estamos en Europa y España tiene
necesidad de comunicarse con ella a través del Pirineo aragonés porque no se
deben olvidar de que los pasos a través de Irún y de La Junquera están situados
en autonomías nacionalistas.
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