Caldrá que ra autora de Plevia Grisa, siga escibiendo, porque si no, se planteyará a demanda de Rosalía de Castro: “Daquelas que cantan as pombas y as frores, todos din que tienen alma de muller. Pois eu que n´ás canto, Virge de Palma, ¡ai!, ¿de qué viviré?
Pero a mí, además de hablar con Mariví, me tocó la responsabilidad, de presentar en Adahuesca la obra de ”JUANA COSCUJUELA”, “A LUECA”, Primer Premio , por la dignificación del aragonés, a los habitantes de aquella zona del Río Alcanadre.
No en ye ista, a primera begata, que ritorno a rendir homenache a Juana Coscujuela, perque ra añada de 1980, en a Ilesia Parroquial de Adahuesca, devan d´una multitú de chen, que m´ ascuitaban, l´en facié a presentación d´a suya obra literaria”, ye icir, “A Lueca” o “A historia d´ una moceta d´o Semontano”.Fue Francho Nagore o que me facié, pregonar ista alabanza.
Juana Coscujuela escribié “A lueca” a o remate d´a añada de 1970. Nacié Chuana en la añada de 1910 y morié en a de 2.000.
“Y en iste mundo, cada añada, s´en ricordará, cada vegata més, d´a suya obra “A Lueca”, con os polletes al redol d´era, que menchaban os granetes de trigo, como agora, con as suyas parabras, nos recreamos os homes, leyendo a suya vita”.
Juana Coscujuela. |
Juana Coscujuela nos ha regalado a los altoargoneses una narración autobiográfica necesaria para dar a conocer de forma amena como se vivía en nuestro medio rural desde hacía siglos, hasta hace unos pocos años, atreviéndome a añadir que todavía quedan gentes (muy pocas) que viven como ella nos describe. Los niños quizá sean una excepción, pues sus padres, para evitarles las miserias que pasa nuestra autora, procuran llevarlos a la escuela o los mandan a escuelas internados como el de Barbastro. Los hechos narrados se desarrollan en el Somontano y dentro de él en la zona concreta de Adahuesca, pero pueden hacerse extensibles a muchos niños de otras comarcas altoaragonesas y de otras regiones españolas.
Cuando uno acaba de leer esta obra, encuentra natural el éxodo que han sufrido nuestros pueblos y comprueba que las gentes no han huido por desamor a su tierra, sino por la encadenada sucesión de miserias que padecieron.¡Cuábtos volverían si tuvieran medios de vida!
El padre de Juana ya ”s’eba prometíu” al venir de Cuba que nunca más saldría de casa más lejos de “Balbastro u Huesca”. Por mal que lo pasase en “o lugar, le sapeba más güena una sardina allí que un pollo en otro “puesto”.
¡Cuántas veces arrojó el destino a Juana Coscujuela de su tierra natal!. Puedo hablar de su tierra prenatal, pues ya sus padres antes de nacer ella tuvieron que ir a Francia, donde nació en 1910.Tuvo que ir a vivir a Huerta de Vero,salió al Hospicio de Huesca y por fin a Barcelona.
Su obsesión, ya lo fue de su padre; fue volver, volver siempre. Fueron quedando las vidas de sus seres queridos en el empeño, pero Juana no ha vuelto; no ha vuelto a vivir en Adahuesca con su cuerpo pequeño pero cereño, pero ha dejado escrito en la fabla de su tierra, un libro que describe la vida de las gentes de su pueblo.Y le ayuda a ser tan real lo que narra,el hecho de expresarse como lo hacían los protagonistas
Estamos haciendo exposiciones de fotografías de aquellos años, pretendiendo comprender a nuestros predecesores en el vivir sobre nuestro suelo, con solo mirar sus imágenes y hemos despreciado su fabla, su lengua que constituye el espíritu de un pueblo. Juana no ha vuelto en carne mortal a nuestros lares, pero ha vuelto de Barcelona, donde ha perdurado incontaminada, su identidad somontanesa, con su fabla y más que con su fabla, con la descripción de la terrible lucha que por la vida llevaban entonces los hombres,las mujeres y sobre todo los niños y las niñas de nuestros pueblos, pero ha vuelto en forma de libro.¡Qué niñez tan triste la de aquellas criaturas!.Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor y que los primeros recuerdos son como ilusiones pasadas, como verdes hojas caídas del árbol del corazón, pero, ¿cómo sería la niñez de Juana cuando, como declara ella misma que la recuerda “con un cierto rencor y desagrado”?.Esta declaración podría hacer pensar a alguno que Juana es una persona rencorosa, pero nada más lejos de la realidad, pues a lo largo del relato deja entrever una sensibilidad exquisita e incluso dos veces dentro de sí, declara que en otras tantas ocasiones, al sentirse bien tratada, se comportó como una niña modosa y manifiesta la satisfacción de sentirse persona. Al leer esos pasajes me acordé del Cid cuando exclamaba ¡Dios que buen vasllo si obiera buen señor!. Además demuestra sentido del humor, riéndose de sí misma, cuando dice que al nacer “yera una zagala fiera, negracha, gordota y tagüenca”.
Juana además de Juana es Coscujuela. Este apellido Coscujuela o Cosculluela es el diminutivo de coscojo en Castilla, coscollo en aragonés. Esta planta es como una carrasca pequeña ,que se cría en tierras pobres y tiene sus hojas con aguijones, que la hacen arisca para que las cabras no se coman los brotes. Juana y el coscullo o la pequeña cosculluela se crían en tierra pobre y ambos recibían la agresión de cabras y de cabritos salvajes y a veces diabólicos.La Cosculluela con sus hojas abrasivas se defendía y Juaneta se tuvo que hacer agresiva, respondona y terca como procedimiento defensivo contra un medio humano hostil, como lo es en todos los sistemas cuyo principal problema es la supervivencia. De no adoptar esa actitud hubiera muerto, como su hermana Auroreta y su tato Trebiñer.
¿Acaso gra parte de la violencia que hoy se genera en los barrios periféricos de las grandes ciudades, no tiene su origen en la lucha por la vida en un medio económico tan difñicil como en el Somontano en años de sequía y malas cosechas?
De cómo se vivía en aquellos pueblos tenemos noticia por nuestros mayores y por nosotros mismos. Aunque no todas las experiencias sean malas si lo son la mayoría y los hechos nos lo demuestran, no basten mis palabras, cuando vemos tantos pueblos abandonados, tantos semipoblados y en conjunto comarcas enteras con unas pirámides de población en forma de seta, formando un delgado pedúnculo de niños y jóvenes y un sombrerillo ancho de adultos y viejos. Tenemos también noticia por nuestros escritores costumbristas López Allué y Salvador María de Ayerbe. El primero era de Barluenga, pueblo donde nació José Almudévar Altabás y el segundo de Radiquero, pueblo al lado de Adahuesca, donde nació la madre de Juana. Los dos describen las formas de vida de nuestros antepasados con pluma magistral; los dos eran de “casa güena” y nos dan una visión real de aquella situación, pero un tanto nostálgica, folklórica y a veces idílica, porque ellos la sentían pero no la sufrían. Introducían en sus relatos frases en nuestra fabla, pero no sé hasta qué punto la consideraban como suya, cuando de hecho jamás la estudiaron, o la añadían a la narración para tratar de hacerla más real, usándola como un componente más de la escena en que aparecía el burro, en todas partes igual, el cacherulo, el chinebro, la carrasca, la “cavera” y el “m’en voy ta casa”.
No por lo expuesto trato de despreciarlos, sino de analizar su obra para después compararla con la Juana, obra de la que, por otra parte, soy un ferviente admirador. En López Allué se destaca la capacidad de narración amenizada con un gran sentido del humor y en Salvador María de Ayerbe el afán de perfeccionismo literario, su humanidad, su amor a la tierra y su fina sensibilidad. De ello dio pruebas al dejar herederos de su hacienda, más bien de su patrimonio, a los arrendadores que lo habían trabajado durante largos años,en lugar de transmitirlo a sus parientes.
No quiero dejar de mencionar a Arnal Cavero, que como buen maestro de escuela de aquellos tiempos vivía muy cerca del pueblo y describe como el hombre y el medio formaban un ciclo, en el que el hombre se daba a la tierra y ésta al hombre. De todas formas el hombre se daba todo y la tierra, al ser pobre, daba lo poco que podía dar. Arnal Cavero tuvo un interés especial por la fabla, que escribe con más corrección y más fidelidad que López Allué y Salvador María de Ayerbe. Se preocupó también de recoger un léxico que es totalmente fidedigno. Su profesión de maestro, como he dicho, influiría seguramente en su obra…
Del pueblo, también recibimos noticias por vía oral de aquel género de vida, pero el pueblo escribe poco, quizá porque lo considera cosa de oficiales y siente vergüenza de poner de manifiesto lo poco que escribe. El “Concello d’a Fabla Aragonesa” tiene el mérito de haber dado a la luz obras como la de José Gracia, de Cleto Torrodellas (ferrero de Estadilla ),ambos hombres sencillos.A ellos viene a añadirse hoy la obra de Juana Cosculluela,de la que tengo que manifestar e primer lugar que la he leído de un tirón, cosa que me ha ocurrido pocas veces.
Con esta afirmación no pretendo engañar a nadie, para que la compren, porque independientemente del valos intrínseco de esta obra, en mí ha revivido tal cúmulo de recuerdos y de vivencias que han sido como un reencuentro con mi Somontano y con sus gentes y ha constituido un motivo de reflexiones muy profundas sobre nuestra identidad aragonesa y española, sobre las causas de nuestra decadencia y sobre los modos, maneras y sistemas que hemos de emplear par que nuestra tierra no sea una madrastra, que nos arroje a la emigración. Esas impresiones han producido en mí y creo que la producirán en todos aquellos ,que como yo, conozcan por experiencia propia, nuestro Alto Aragón.
Pero aparte de estas consideraciones vivenciales y de amor a la patria chica, tengo también que manifestar que su lectura constituye un placer porque está redactada con la espontaneidad con que brotan los coscollos en nuestra sardas, con la sencillez de una niña que a los nueve años tenía como únicos compañeros a las ovejas y a los corderos con la ingenuidad de una personita, cuyo único deseo consistía en ser tratada como persona, con “modos”, como decía ella, de la educación y con “amorosidá”, como ella llamaba a la amabilidad.
Cuando lean su libro se acordarán de pasajes de otros autores, como me ha ocurrido a mí. López Allué narra un cuento o historia de unos altoaragoneses que pasaban a Francia par trabajar,como ha ocurrido durante tantos años; no tenían pasaporte ni cédula y al ver aparecer a los carabineros se pusieron en posición de defecar, después de bajarse los pantalones, y al serles pedidos los papeles, exclamaron: nosotros no empleamos papel, nos limpiamos con una piedreta. No tenían dinero para comprar papel higiénico para descomer, ¿cómo lo iban a tener para sacarse un pasaporte, si iban a Francia para poder comer?.Esto que cuenta López Allué como una comedia, fue más bien una trágicomedia,en medio de miles de tragedias, representadas por unas gentes que emigraban; abandonando la familia algunos dejaban la vida, para volver otra vez a sus lares con tres onzas en la faltriquera.
Esta tragedia la vivió también nuestra heroína, más bien la medio vivió y digo esto porque su familia emigró a Francia desde Adahuesca, estando su madre embarazada.El viaje lo hicieron, por supuesto sin papeles,con temor a ser detenidos por no llevarlos.Su padre tiraba del ronzal del burro y metidos en las argaderas iban la madre,su hermano Mateo y su hermana Nunileta.Iban a Francia porque en aquel País se comía carne,pizca dice Juana,todos los días,”todos los días eran fiesta” y en Adahuesca se comía sólo en las grandes solemnidades.
En Francia se encontraban bien, pero la nostalgia de su pueblo, los hizo volver para llevar una vida mísera. La historia se repite y todos los aragoneses que pueden hacerlo retornan de Cataluña y los que se quedan, añoran Aragón y lo sueñan y lo adoran y son los que con más afición leen los libros sobre temas aragoneses y los escritos en fabla. Este es el caso de Juana, que no ha vuelto en persona, pero ha vuelto con su libro en fabla aragonesa, fabla que ha conservado durante más de cincuenta años en Barcelona, como si no se hubiese marchado, desde luego mejor que se hubiese quedado, porque aquí la fabla ha sido despreciada como cosa de paletos.¡Qué originales hemos sido,cuando los vascos llaman maketos a los que no hablan el euskera y los catalanes charnegos a los que no ha hablan su lengua,nosotros hemos llamado paletos a los nuestros!.
Algunos dicen que la fabla no tiene importancia, pero no se dan cuenta al decir esto de que tampoco les importa ni se han preguntado nada sobre San Juan de la Peña,sobre Montearagón,San Victorián, sobre la desertización del territorio, ni les importa donde se encuentran los claustros de monasterio de Treviño de Adahuesca, declarado hace pocos días Monumento.En este Monasterio que aparece en la portada del libro vivió la autora con su familia y donde, por, cierto, parece que pasó una temporada bastante feliz según declara cuando dice:”¡Qué bien estaba-nosos tres hermanos chicotes en o Treviño!. Todo día campaba-nos ta un lau y ta otro,no porque nos bagase, pero aquello yera tan grade que mamá ,anque quisiese, no nos podeba gobernar.¡Abeba tantos sitios pa corré-la!.la gozaba-nos en otubre aduyando a os papas cuando dallaban l’abeza,entre dallada y dallada,saliban corriendo d’os niedos qu’estaban entre a yerba ,as perdiganas”.”Los niños las cogían y cuando estaban gordas su madre las mataba y entonces recuerda Juana:”qué ploros al no encontralas.Suerte que con a engrucia de comer pizca,nos pasaba pronto o desgusto”.
Habiendo notado la familia la falta de una gallina, creyeron que se la habría comido algún perro, pero cuando ya no pensaban encontrarla, cual no sería su sorpresa al ver que aparecía seguida de unos pollitos que hacían pío-pío. Tal vez esta escena haya sugerido a la autora el título del libro:”A lueca”.
La gallina es un animal cobarde, tanto que a una persona de tal condición se le aplica la palabra gallina como sinónimo de pusilánime, pero cuando se pone clueca se despierta en ella una agresividad,que la hace enfrentarse a perros, gatos,cuervos e incluso personas.Su única preocupación es defender a sus pollitos y buscarles alimento y la madre de Juana fue como una lueca para sus hijos ,que dormían en su misma cama,como pollitos que buscasen refugio bajo las alas de su madre.Las gallinas se van a dormir al ponerse el sol y nuestra familia hacía lo mismo, pues en aquellos tiempos no había luz eléctrica en el Treviño. Esto tenía sus inconvenientes pues aquel ambiente de tinieblas era propicio para que aquellas mentes primitivas oyesen y viesen fantasmas por todas partes. Cuando su padre mandaba a Juaneta a buscar tabaco al pueblo, por la noche, su hermano le decía” yo que tu no m’en iría,l’atra noche le salió a fulano,de dezaga d’os pallars ,un fantasma que le fue siguiendo más de medio campo. Juaneta pa no sentilos (a os fantasmas) se tapaba as orellas con as manos y correba todo o que podeba de cara ta casa.
Al que no ha vivido en los pueblos esta escena le puede parecer extraña, pero yo puedo asegurar que estas vivencias estaban a la orden del día, aunque en este caso podríamos afirmar con más propiedad ,que estaban a la orden de la noche.
Y si al principio de mi charla he afirmado que los hechos narrados en esta obra, que nos ocupa, podían hacerse extensibles a otras regiones españolas; para demostrarlo basta leer ,por ejemplo a Miguel Delibes,uno de nuestros mejores escritores actuales,cuando textualmente dice que “Moisés que se achicharró en el horno de la achicoria,durante las noches de ánimas,cuando repicaban las campanas,recorría las calles del pueblo envuelto en una sábana asustando a la gente”.Al abuelo de Juana, también en la noche de ánimas la salió un fantasma envuelto en su sábana y le dijo que volviese a casa, que esa era su noche.Y como una larga noche parece recordar Juana su niñez,pues no sólo tenía miedo a los muertos,sino también a los vivos. En esto poco hemos adelantado,pues aunque a los muertos no les tememos,pues casi no nos acordamos de ellos, a los vivos cada vez les tememos más.
Y hablando de muertos, cuando se murió el padre de Juana,con cuya muerte acabó la feliz estancia en el Treviño, la caja que trajeron de Colungo,resultó más corta que papa: “no abió mas remedio que ponelo un póquer encogíu y descalzo.Tía Marieta, hermana de papa, “l’en tiró en cara a mi madre más de una vez de haber permitíu enterralo descalzo y apretau. No ocurrió como en aquel pueblo castellano,en el que al depositar el féretro sobre el catafalco, en la nave parroquial,se oyeron unos crujidos y allí aparecieron los pies del difunto.Este muerto,como buen castellano (acordémonos del Cid que consiguió victorias después de muerto) quiso ser más muerto que otros, por aquello de que a los muertos los han sacado,los sacan y nos sacarán con los pies “p’adelante”,él los adelantó aún más rompiendo la caja .
Me recuerda también A lueca la literatura chicana.Así como nosotros hemos tenido a López Allué y Ayerbe, escritores en castellano,en estados Unidos Faulkner y Ion Steeinbec, describieron la vida de los chicanos en inglés.En las decadas del 60 y 80 han aparecido obras escritas,como la de Juana,de abajo arriba,en una mezcla de inglés y castellano ,como la de Juana lo está en castellano y fabla.
Quiero hacer notar un paralelismo entre Jhon Steimbeck ,sajón con sus uvas de la ira y Méndez o Rivera,chicanos ,con Salvador María de Ayerbe ingeniero y culto con su “A través del somontano” y Juana Cosculluela con su libro “A lueca”.
Juana he dicho con respeto escribe de abajo a arriba y como los escritores chicanos “hay que reconocer en ella el mérito de elevar a categoría estética los anhelos de todo un pueblo, contribuyendo con ello a conferirle una parte de la dignidad que merece”.
Salvador María de Ayerbe ve en la ofrenda del lirio ante el crucero el símbolo vivo de la nobleza de Aragón, desde su limbo feliz, mientras Nunileta asocia la recogida de violetas con los alpargatazos que recibió en el culo.
Hay un contraste según se vean las cosas desde arriba o desde abajo. Sender nos miró a los aragoneses desde todos los puntos de vista, a lo largo de su vida y escribió su réquiem por un campesino español .Las santas Nunila y Alodia,mártires de Adahuesca,también tienen su requiem plasmado en la Ermita de las Mártires de Huesca. Los muertos a esta vida tienen su descanso eterno.Pero hay otros muertos que vienen,han muerto para Aragón,aunque estén en este mundo:son los emigrantes.
El libro de Juana Cosculluela es un requiem por ellos y un muerto, aunque no muerto más optimista que el de Sender, porque nos anima a evitar que se repitan en nuestra provincia las condiciones de vida que describe en “A lueca”.
Gracias Juana por el regalo de tu libro.
Pedro Arnal Cavero. |
Fue este el primer libro que se editó en el Somontano. A Chuana la nombraron Consejera de Honor del Consello d´a Fabla aragonesa y también ganó el Premio Arnal Cavero del Gobierno de Aragón, el año de 1992. Arnal Cavero era Maestro de Escuela en Alquézar, al lado de Adahuesca y “como buen Maestro de Escuela de aquellos tiempos, vivía muy cerca del pueblo y describe como el hombre y el medio formaban un ciclo, en que el hombre se daba a la tierra y ésta al hombre. Hace poco tiempo conseguí un libro de Arnal Cavero con un rico vocabulario de la Fabla. Del pueblo recibíamos palabras de la Fabla por vía oral e iste lugar, a veces “sentiba vergüeña das suyas parabras”, de tal manera que ahora desde hace muy poco tiempo, ya casi no se ascuitan palabras aragonesas, por ejemplo en mi pueblo. Pero Juana de Coscujuela, que muy joven fue a vivir a Barcelona, animada por su esposo, ”dejó escrita su obra en la Fabla de su Tierra, en un libro que describe la vida de las gentes de su pueblo”. Aquella Fabla reflejaba el espíritu de un pueblo, que luchaba por la vida, pero como todo estaba en contra de aquella Fabla, en Adahuesca y en mi pueblo de Siétamo, ya no queda casi nada.
¡Qué originales hemos sido, cuando los vascos llamaban maketos a los que no hablaban el euskera y los catalanes charnegos a los que no hablaban en su lengua, en tanto nosotros hemos llamado paletos a los nuestros”.
¡Pobre Juana!. ¿Cómo iba a quedarse en Adahuesca, en la Ermita del Treviño, en que no había ni luz eléctrica?. Esta circunstancia hacía que aquellas gentes oyesen y viesen fantasmas por todas partes. Cuando el padre de Chuaneta, la mandaba a buscar tabaco al pueblo, por la noche, su hermano le decía ”Yo que tu, no m´en iría, l´átra noite le salié a fulano, de dezaga d´os pallars, un fantasma que la fue siguiendo más de medio campo. Juaneta para no sentir a os fantasmas, se tapaba as orellas con as manos y correba tot o que podeba, de cara en ta suya casa”.
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