Me asomo, una obscura
noche, por la ventana que mira al Oriente y como presidiendo el cielo, luce
inamovible la luz del planeta Neptuno, en tanto a su alrededor brillan
titilando las múltiples luces de numerosas estrellas. Cada estrella luce por sí
misma, es decir por el fuego que constantemente arde en su estructura, pero la
luz del planeta Neptuno no es propia de tal planeta sino que la reenvía a los
ojos de los hombres que la miramos, porqué la recibe del sol y por eso no
tiembla como la luz de las estrellas. Así como la Tierra tiene por satélite a
la Luna, a Neptuno lo acompañan dos, que
son Tritón y Nereo. No creo, por tanto que se
aburra con tal compañía, pero debe de resultar monótono, al menos lo
resultaría para los hombres, ese continuo girar alrededor del Sol. Ese constante movimiento giratorio de
Neptuno, lo haría huir de su continua evolución alrededor del Sol, pero éste con su fuerza de atracción, se lo impide.
Pero el Sistema Planetario que está presidido por el Sol, y por los planetas que giran a su
alrededor, como nuestra Tierra y Neptuno, es una galaxia más entre los miles
de ellas, que se alejan rápidamente unas de otras. A esta teoría de la
expansión, se opone otra que llaman de la refracción, que dice que antes o después, vendrá una desaparición de
Galaxias, cuya materia irá
desapareciendo por los “agujeros negros”.
Cuando hablamos de temas
tan grandiosos sobre las Galaxias, en que, por ejemplo, la distancia mínima
entre la Tierra y Marte es de cuarenta y ocho millones de kilómetros, se
preguntan algunos: ¿ por qué nos importa tanto el viajar a Marte, entre otros
muchos, si nosotros no hemos de vivir más de cuatro días?.
Y sin embargo, otros
piensan que el hombre, con su cerebro inteligente, está creado por Dios para
formar parte de la Creación y siente la necesidad de explorar sus caminos. Ya
ha empezado a seguirlos, por ejemplo, al
subir a la Luna.
En un momento de
meditación, he visto una imagen de la Virgen, pintada por Murillo y me ha
llamado la atención el ver como se apoya su espíritu en la materia de un tajo
de la Luna. De esa visión deduje que esa
inquietud de cada individuo por estudiar los caminos de las Galaxias, no está
impulsada sólo para su beneficio, sino para el de toda la Humanidad. Parece que
el Espíritu Santo está en contacto con el hombre, pues hay una oración, que dice: ”Envía, Señor tu Espíritu y todas las cosas serán
creadas y renovarás la faz de la Tierra”.
Ahora parece que la
humanidad está de acuerdo en subir al Planeta Marte, donde parece que hay vida.
Y esta vida es lo que más debe preocupar a los hombres. Hay personas, que
tienen una gran inteligencia y que ¡ojalá! vean subir o tal vez suban ellos mismos a Marte, porque siempre se
han preocupado por el pan, el trabajo y la cultura del pueblo
Ahora ven que igual que
puede retroceder el mundo de las Galaxias, está retrocediendo el mundo de la
economía y el del trabajo. Del retroceso
galáctico sería el Señor el causante, pero del nuestro, somos nosotros mismos.
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