Cargó nuestro
primer padre(Adán) un solo pecado sobre todos los hombres, y pesó tanto la
carga, que a todos los mató. Y por eso decía San Pablo: Por un hombre entró el
pecado en el mundo, y por el pecado pasó la muerte a cuchillo a todos los
hombres.
Era pues
menester, que se buscase alguno de tan buenas fuerzas, que aunque tomase a
cuestas los pecados de todos, no le derrocasen, y los pudiese llevar uno de tan
buenas espaldas, que no cayese con la carga. No le había en la tierra, pues
venga del cielo…..Y así fue menester, que el hijo de Dios viniese al mundo, y
tomase nuestros pecados sobre sus espaldas, y llevase nuestra carga. Y esto
quiso decir el Señor, cuando dijo(Joan 3): “No ha enviado Dios a su hijo para
que condene al mundo, sino para que él salve el mundo, pagando y tomando a
cuestas su pecado….” Y al fin llegan todos los hombres con sus hacecillos de
pecados, cual más, cual menos, tómalos el padre todos, y cárgalos sobre aquellas fortísimas espaldas
de su hijo, como quien carga una bestia: y era tanta la carga, que le hacía
gemir, y le hizo arrodillar, y reventar con ella, y morir en una cruz: aunque
como bravo elefante se tornó a levantar en su resurrección.
Ya tenemos de la
Escritura, que mueren los que aman a Dios; probemos agora que tienen vida. Dice
el Redentor, hablando de aquella admirable unión de su cuerpo, con el que le
come dignamente (Joan, 6) : Mi cuerpo es verdadero manjar, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, éste tal está en mí, y
yo en él. Hasta aquí va diciendo como en este enamorado sacramento se hace lo
que hemos dicho de los dos que se aman, que ninguno de ellos está en sí, sino
en el otro. Dice luego. Así como me envió mi Padre, que vive, y yo vivo por mi
Padre, asi el que me come vivirá por mí. He aquí como hecha ya aquella unión de
amor: el que ama a Dios vive vida de Dios. Pues que viva dos vidas por una
muerte: díjoló en otra parte, hablando de sus ovejas(Joan ,10).Yo vine para que
tengan más vida y más abundante: vida, que el replicar dos veces el tener vida,
muestra que la tienen doblada, esto es, la de Dios y la suya. Si por el delito
de un hombre reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por Jesucristo los que
recibieron la donación abundantísima de la justicia y gracia. He aquí cómo de
la misma Escritura sacamos los efectos del amor en los que se aman.
“Llega el fraile
que habitó durante muchos años el Convento cuya iglesia fue utilizada por la
Residencia de Niños, a hablarnos de las hermanas Marta y María,” pues exclama en
su obra: “¡Oh, quién viera a María hecha ya amadora de Jesús!.Amó mucho. Ya
María se deja a sí, ya se olvida de sí,
ya no vive en sí, ya muere a sí. Ya la
suma bondad, que es centro que dijimos de quien salen todas las cosas, la mueve
sin moverse.
Llega un día el
Redentor con sus discípulos cansado de predicar por aquellos lugares, entra en
casa de Marta y de María. Asiéntase y asiéntasele a sus pies María. Andaba a
esa sazón muy hacendada en hospedar al Redentor, y parecíanle
poco todos los de casa para servirle. Ve a su hermana que se está mano
sobre mano, oyendo las razones del Señor. Párase Marta, y dícele: ¿Señor, no
echáis de ver el olvido de mi hermana?, ¿cómo y con tal huésped tal
descuido?.Tiempo es este de poner la mesa, no de oír doctrina.
No consideraba
María que venía cansado, olvidósele que no había comido.¿Qué queja más justa, qué
descortesía mayor?.¿Qué mujer más indiscreta?. ¿Qué es esto, María?, ¿y vuestra dola?, ¿dó vuestro
aviso?. ¡Quien os ha trocado?. ¡Oh amor que eres impacientísimo, que no sabes
modo ni razón!.
El amor no
guarda normas de crianza, ni está atenido a leyes de palacio. Quéjese Marta,
venga casado mi bien y mi amado, si quiera coma, si quiera no, que yo no curo
de eso. Amo, y en él está puesto mi cuidado.
“El Señor
perdonó a María y el Señor nos perdonará nuestros pecados a todos los que lo
amemos. Y a los que desde niños lo aman y no pecan les dará un premio mayor en
el futuro.” Basta ver la vida de la madre Berride, que de niña la llevaba su
madre a la iglesia en la que Fray Malón de Chaide pensaba en Marta y en María.
La niña iba feliz a ver a la Virgen de Foris y le llevaba flores que recogía a
las orillas del río Isuela, que pasa muy cerca de la iglesia. Era muy
niña, pues tendría tres o cuatro años
cuando al salir de la visita ,se escapó para llevarse a su casa un niño Jesús
al que amaba entrañablemente. Su madre la alcanzó y le explicó que el niño
quería a todos los demás de la ciudad y allí, en la iglesia estaba para todos y
todos podrían ir a verlo y a hablarle.
Toda su vida
siguió la madre Berride visitando a Jesús y a su madre por los santuarios de la
capital y de pueblos vecinos, porque iba a ver al Santo Cristo de los Milagros
a la Catedral ,donde a veces le pasaba como a la Magdalena, que se entregaba a
Él y no podían hacerla volver en sí. Acudía también a la iglesia de Loreto,
donde se acordaba de nuestro santo patrón San Lorenzo, en cuya parroquia estaba
de párroco un hermano suyo. Estuvo también en Castilsabás visitando a la Virgen
del Viñedo y en todas las peregrinaciones encomendaba al Señor las necesidades
de los hombres.
Mi antepasado
López de Zamora, que era su sobrino la iba a visitar cuando iba a Barcelona,
pues tenía que pasar por el río Cinca por puntos que carecían de puentes. En
cierta ocasión bajaba bastante agua por el río y lo arrastró, se encomendó
a su tía la madre Berride, llegándole
una rama a la que se agarró y salvó su
vida.
Resulta
admirable la lectura de la Magdalena del agustino Fray Pedro Malón de Chaide, que era navarro y
está considerado en la Literatura española como un escritor comparable, sin
duda, con Miguel de Cervantes Saavedra.Yo tengo un ejemplar del tomo segundo de su Libro de la Conversión de la Magdalena,
editado en 1881 en Barcelona y al leer algún párrafo de él, no he podido menos
que copiarle alguno de ellos, para extender su conocimiento. Es hermoso leer el
texto versificado de Job,7 “Parce mihi Domine ,que dice perdóname Señor, que te
he ofendido,-perdona al miserable que te llama:-perdona el desamor que te he
tenido:-No me condenes a la eterna llama,-mas vuelve esos tus ojos a
mirarme,-sufre al que por amarte ,se desama.-…Comenzaste a llamar, y más
llamarme,- y movido a piedad, tu santa mano.-me diste,con que pude
levantarme.-Pues ¿qué me queda ya (bien soberano),-sino pedir perdón de lo
ofendido.-y alabar mi salud,pues estoy sano?.
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