De la misma forma que el manchego Cervantes (1547-1616) es el escritor en castellano, más leído en el Mundo, el aragonés turolense Braulio Foz y Burges (1791-1865), ha sido, según el recordado en Huesca, Don Ricardo del Arco, “Un gran literato aragonés olvidado: Braulio Foz”, que escribió la Vida de “Pedro Saputo”. Fue durante bastantes años olvidado como autor de tal Vida. Cuando yo era todavía un niño, escuchaba comentarios de Pedro Saputo, pero sólo alguna persona, te decía que Braulio Foz, sin asegurarlo, podría ser su autor.
El mismo Braulio Foz, escribió sobre su autoría de “Pedro Saputo”, diciendo: “Componen mi nombre las primeras letras de los diez primeros capítulos. Y lo declaro porque hay quien se ha atrevido a apropiárseme esta obra”
Braulio Foz, nació en Fórnoles, provincia deTeruel en 1791 y murió en Borja el año de 1865, a los setenta y cuatro años de edad y su obra “Vida de Pedro Saputo”, se considera como la más importante de la narración aragonesa en el siglo XIX. Vivió su vida como profesor, soldado, novelista, poeta, “aunque no pasó de mediocre versificador”, humorista y dramaturgo, lo que hace pensar, cómo tuvo por modelo al Genio de Cervantes, soldado prisionero en Argel y mutilado por carecer de un brazo, perdido en la guerra.
Cervantes tomó como protagonistas de su obra “El Quijote” a éste Caballero “que estaba desvariado y se creía que estaba luchando con muchos enemigos”, le acompañaba su escudero Sancho”. En cierta ocasión “por el camino Don Quijote y Sancho se encuentran con unos molinos de viento y Don Quijote creyéndose que son gigantes se dispone a atacarlos con su lanza. Sancho le dice que no son más que molinos, pero Don Quijote se empeña en atacarlos ya que él piensa que son gigantes malvados y como consecuencia Don Quijote tropieza con su lanza y se cae al suelo acabando el problema de los molinos…..Al día siguiente cuando se disponían a ir en busca de aventuras vieron a dos monjes vestidos con sus hábitos negros y a una mujer que iba detrás de ellos, y se supone que iban todos en la misma dirección. Don Quijote se pensó que estos hombres tenían secuestrada a la señora que iba detrás de ellos y decidió atacar a los pobres monjes. Sancho le avisó que no eran más que dos frailes pero Don Quijote no le hizo caso y atacó a los frailes. Estos salieron corriendo con la mala fortuna de que uno de ellos se cayó en el suelo. Sancho amablemente quiso ayudar al fraile que se había caído pero los dos mozos arremetieron contra él y le dejaron inconsciente. Don Quijote a su vez fue a presentarle sus respetos a la señora, pero el escudero de ella arremetió contra Don Quijote dejándole herido de un hombro. Esta batalla queda sin aclarar, puesto que explica Cervantes que no encontró más escrito con estas hazañas”.
Braulio Foz, fue el escritor o “narrador” de la vida de Pedro Saputo, igual que Cervantes fue el escritor de “El Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, acompañado por su escudero Sancho Panza. A éste ya le había conseguido Don Quijote el poder de la Insula, con el pequeño inconveniente de que cada vez que tenía un plato de comida delante un médico que estaba junto a él mandaba que se lo quitaran con lo cual es fácilmente imaginable el hambre que estaba pasando el pobre Sancho”.
Este cuento del ayuno forzoso de Sancho Panza, lo creó Cervantes, pero en la repetición de cuentos sobre Pedro Saputo, “ya no están seguros de si los han oído de la fuente popular oral o recuerdan lecturas de su infancia”. Yndurain en el prólogo de una edición de la vida de Pedro Saputo, escribe: ”los que repiten cuentos sobre Pedro Saputo, ya no están seguros de si los han oído de la fuente popular o recuerdan lecturas de su infancia”. El mismo Ramón J. Sender escribe algunos “episodios de la novela de Foz”, de los que se ignora si son recuerdos de un lector o de un oyente. En el “Averiguador Universal (num.79,15-4-IV-1882), en un relato que se titula “Cuentos aragoneses”, firmado con unas iniciales, que se ignora a quien corresponden, narra el cuentecico siguiente: ”El herrero de Almudévar le metió por la boca a su mujer un hierro candente, porque le trajo el almuerzo frío. Condenáronlo a morir ahorcado. A los que le llevaban al patíbulo, gritó un labrador amigo suyo: -Vecinos de Almudévar:¿Al herrero del pueblo queréis ahorcar?. ¿Quién os hará las herraduras de las mulas y las rejas de labrar?. Doce tejedores hay en el pueblo, aunque ahorquéis a uno de ellos, “entoavía vus quedan once. Los labradores convencidos con tan bravo argumento echaron mano a un tejedor y lo ahorcaron”. Un día de Abril del año de 2015,me encontré con el abogado oscense Don Pedro Loste y me contó que en cierta ocasión en que tuvo que hacer un viaje a Fraga,la abogada a la que iba a visitar, le preguntó por lo cómodo de su ruta y Paco Loste, le contestó: ¡malo porque por la mañana, cuando venía el sol del oriente, no me dejaba ver y ahora, cuando vuelva hacia Huesca, me abrasará los ojos, el sol que se va marchando del día!. Por eso le explicó como Pedro Saputo se enfadó con el sol al darle en sus ojos. Cuando estaba escribiendo este tratado de Pedro Saputo, me encontré en la calle al abogado oscense Paco Loste, que conservaba todavía recuerdos de Saputo. Lo bueno del caso es que la abogada fragatina, cundo volvió a verse con el oscense, le enseñó La vida de Pedro Saputo, que se había comprado.
Se corre por Aragón el refrán que dice: La Justicia de Almudévar, que la pague el que no deba”. Observando la rivalidad entre dos pueblos cercanos a saber Almudévar y Zuera, el tema de la Justicia de Almudévar, ¿fue inventado por los de Zuera, para rebajar la moral a los de su vecino pueblo?. Como dice Yndurain: “Luego, Pedro Saputo, para que no se divulgase la atrocidad ya que había sido impotente para evitarla, pidió que no se propalase a fin de evitar el baldón para el pueblo” de Almudévar. Continúa Yndurain que el Saputo, ”hijo de mujer, ojos de vista clara y padre de la agudeza” y su autor “Foz eran todo lo contrario de Correas (que escribió sobre la verdadera muerte del tejedor). Pero así se hacen los libros”.
En el Discurso de Ingreso de Don Rafael Gastón Burillo, recibido en su recepción académica en 1951, se expresó así: “El cuento o dicho de la justicia de Almudévar no es otra cosa que la sátira a ese Derecho Público Subjetivo fundado en el interés: la Justicia de Almudévar, siguiendo al mismo Foz, obró lo que le convenía. Ahorcó a un tejedor de entre los varios que había, y economizó así la vida del herrero que era solo”.
Lo supo Pedro Saputo,”que no quiso ir a la ejecución ni había salido de casa, y fue corriendo a la plaza a ver de impedir aquella atrocidad e injusticia; peo llegó tarde, porque ya estaba despachado el infeliz del tejedor. Llenose de horror de tan grande barbaridad y se volvió a su casa mudo de palabras y frío del corazón, pareciéndole que el cielo y la tierra se habían mudado”.
Al desaparecer Pedro Saputo, se presentó en Almudévar un mendigo de esa edad poco más o menos igual a la suya, diciendo que era Pedro Saputo. “Al pedirle que pintara o tocara algún instrumento, respondió muy entonado y grave: el águila no caza moscas”. Y sigue Braulio Foz: “Yo me persuado que así los dichos como los hechos que corren como suyos y son tan indignos de su discreción y sabiduría pertenecen al falso Pedro Saputo, a quien los de Almudévar echaron con razón de su pueblo tan mal parado, y que como hemos dicho era un mentecato, un vago y un borrachón torpe e indecente. El hijo de la Pupila fue muy sobrio, muy fino, muy amable, persona de mucho respeto, y tan grande en todo, como se ha visto en esa verdadera historia de su vida”.
Es evidente que Braulio Foz, tuvo una vocación pedagógica, pues escribió de sí mismo: “Mi carrera, mi profesión y mi inclinación es de humanista”. Pero fue la Guerra de la Independencia, la que cambió su inspiración de la vida intelectual en lucha contra los franceses, bajo el mando del General Perena, durante la cual, tuvo que recorrer el medio rural del Alto Aragón. Ese conocer la vida rural de los aragoneses, le dio una inspiración para escribir su Vida de Pedro Saputo. Subió a sus montes, bajó a las cuevas y visitó San Juan de la Peña, San Victorián, Sigena, Montearagón, el Pueyo de Don Sancho, el Alcoraz, el Pueyo de Barbastro, etc., etc. “Nos muestra como la condición de labrador y propietario de tierras, comportaba un orgullo de clase, que se consideraba superior a comerciantes y posaderos”. ¡Cómo sentía un amor a su pueblo de Almudévar, al contemplarlo, después de una de sus ausencias!. Escribió:”no hay allí río, no hay valles, no hay fuentes, no hay otros grandes y señalados objetos particulares, pero halló el mismo amado suelo, la misma amada campiña, los mismos caminos, avenidas y ejidos que de niño recorría; y era en fin, su lugar, era su pueblo, era su patria, y allí estaba su cuna y su casa donde se crió dulcemente”.
Braulio Foz, luchó por la Independencia de España, en Troncedo, Tamarite y en Huesca, bajo las órdenes del General Perena. Fue cogido prisionero, al capitular Lérida, en 1810, y llevado a Francia, quedando preso en Warry. En esta zona volvió su cabeza a interesarse por los estudios, como la Astronomía, Historia, Geografía, Latín y Griego.
Fue Braulio Foz un escritor aragonés total (que escribió también en lengua aragonesa), pues nació en Fórnoles (Teruel), vivió en el Alto Aragón, alterando el paso de su vida, con la estancia obligada en Francia y murió en Borja y al volver de su primer destierro en Francia, en 1814, fue Catedrático de Latinidad en la Universidad Sertoriana de Huesca, enseñó en Cantavieja (Teruel), y fue Catedrático de Griego en la Universidad de Zaragoza. Estaba identificado con Aragón y relacionado con la vecina Francia, igual que Carlomagno con su vecina España.
El Pirineo estaba en un territorio fronterizo entre España y Francia, y poseía una cultura común a esos dos Paises, pero casi siempre divididos en una parte francesa y otra española. Carlomagno sentía necesidad de crear un Imperio Europeo y se sentía atraído por España y Braulio Foz, cuando tenía que huir o cuando fue cogido prisionero, el 14 de Mayo de 1810, estudiaba la cultura europea. Ese Imperio, está llegando a ser una realidad, con el Mercado Común Europeo. En Francia estudió una cultura más liberal. Se ignora la fecha del retorno a Aragón. En 1814, según dijo Don Ricardo del Arco, desempeña en Huesca, la Cátedra de Latinidad, ganada por oposición. Nos informa Braulio Foz en su “Hoja”, que “entre 1823 y 1834 pasó el tiempo en persecuciones, castillos, viajes y emigraciones a Francia, de donde volvió en 1834”.
El año de 1837, fundó el periódico liberal, “El Eco de Aragón” que tuvo que redactar él mismo hasta el años de 1842, por el cual tuvo que volver a emigrar a Francia, perseguido por haberlo fundado.
Pero toda su vida fue un hombre que tuvo que pensar, sufrir y mirar en su interior soluciones humanas a los problemas que le plantea la vida a todos los hombres, es decir a los intelectuales y a los hombres sencillos. Esta forma de ser convirtió a Braulio Foz, en un “narrador”, que describe la vida de un hombre con respecto a los problemas en la historia y los de ésta, con respecto al protagonista. Braulio Foz describe en su novela a “Pedro Saputo”, nombre con el que llamó a su protagonista. Lo llamó Saputo es decir Sabio, porque encontró necesario que la sabiduría le ayudara a resolver el problema de la existencia de los hombres, desde los más sencillos hasta los más intelectuales, como él mismo. El mismo Braulio Foz, nos aclara este problema de los hombres, con estas palabras, en las que introduce el humor:”¡Dios nos libre de tontos, amén!. Porque tratar con ellos es lo mismo que entrar de noche y sin luz en una casa revuelta, donde no he estado nunca… Ahora se le antojó hacerse médico; si, señores, médico sin más ni más; médico, señor, como quien no dice nada”.
La Humanidad siempre ha sido dividida, como dice Braulio Foz entre listos y tontos, cuando dice :”¡Dios nos libre de los tontos. Amén!. Cervantes ya dividía a los hombres entre los nobles o hidalgos, como el Quijote, aunque era además de hidalgo, loco y entre los pobres escuderos, como Sancho Panza. Llegaron más tarde los capitalistas y los obreros, que han continuado luchando en este mundo.
Braulio Foz quería que su protagonista “Pedro Saputo”, aprendiese de todo para ser un auténtico Sabio o Saputo. Aprendió de muy pequeño a leer y escribir con una rapidez prodigiosa, se hizo pintor, no sé si pintando la Corona de Almudévar y viajó por todo Aragón y parte de España. Aprendió multitud de refranes y de aventuras, contadas por los humildes de la tierra, para educar a la gente sencilla, que no había aprendido a leer, a pintar ni a hacerse médicos, con un nivel más bajo que los intelectuales, pero que llenaban sus cerebros de sentido común, a veces con errores. Braulio Foz equivalía al Gran Cervantes y quería formar un hombre con las cualidades humanas, como Cervantes deseaba que el Quijote, acompañado por Sancho Panza, hiciese respetar la Justicia entre los hombres.
Dice Don Rafael Gastón Burillo:”La exaltación de la fantasía ética del manchego tuvo por paralelo la exaltación de la razón en el aragonés”. Añade. “Quizá Braulio Foz sentía o presentía una situación de decadencia en el espíritu aragonés, y lo fustigó mediante latigazos de razón, latigazos sin llaga, para evitar su sopor. Parece que el espíritu del autor se estremeciera ante la posibilidad de que el genio de la raza, las ideas de verdad y de justicia, la razón natural, cayesen en el raquitismo, y construyó la sana figura de Pedro Saputo para que Almudévar, entre la montaña y la llanura, velase por el destino de los pueblos”. Como acabo de escribir Braulio Foz “presentía una situación de decadencia en el espíritu aragonés y lo fustigó mediante latigazos sin llaga, para evitar el sopor”. En el siglo XIX todavía se trabajó en el ferrocarril que unió a Aragón con el Bearn, pero los latigazos impidieron la reparación del puente de L’Estanguet, ”para que Almudévar, entre la montaña y la llanura velase por el destino de los pueblos”. En Cataluña y en Vascongadas se mejoraron las vías férreas de comunicación entre Francia y España.
Braulio Foz estuvo en Francia durante muchos años y conocía la Historia del Bearn con Aragón. Sabía que el Vizconde del Bearn luchó con los moros que le cortaron la cabeza, para al fin, enterrar al Vizconde del Bearn, Gastón IV en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Su muerte se produjo el año de 1131. Hizo conquistas por el Pirineo, participó en la conquista de Almudévar y lideró la conquista de Zaragoza para Alfonso I de Aragón. Tras la muerte del Vizconde el año de 1131, en tierras valencianas, depositaron su olifante en el altar de Santa María la Mayor de Zaragoza,en cuyo Museo Pilarista, se conserva su cuerpo. Fundó el Vizconde pueblos en el Norte de la actual provincia de Huesca, conquistó Almudévar y luego Zaragoza, y en Valencia fundó varios pueblos y ciudades cristianos. El camino desde el Bearn hasta Zaragoza, pasaba por Almudévar y allí los moros ejercieron una resistencia enorme.
Como acabo de decir, Braulio Foz, observaba en Almudévar, una decadencia enorme del espíritu antiguo, en que por Almudévar pasó el Emperador europeo Carlomagno y más tarde el Vizconde Gascón IV, que por Almudévar conquistó Zaragoza y construyó la sabia figura de Pedro Saputo, para que éste velase por Almudévar, “para que ésta entre la montaña y la llanura, velase por el destino de los pueblos”.
Un día del mes de Abril de esta año de 2015, me encontré con el abogado oscense Don Pedro Loste y me habló de Pedro Saputo, cuando unos días antes estuvimos hablando con Abadías, casado con una hermosa señorita de Almudévar. Pero no se acabó con la muerte de su esposa, el amor entre José María Mur y ella, pues él conserva íntegra la casa de Almudévar en cuyo interior da la impresión de vivir en una eterna vida. ¡Cuántas veces durmiendo en aquellos gruesos colchones de lana, soñaría Abadías con el hijo de Almudévar Pedro Saputo!.
Cambió su esposa el cielo representado por la gran casa de Almudévar, por aquel cielo al que todos iremos, pero no lo olvida y pasa temporadas soñando en ella, como si todavía estuviese viva. Pero se quedó solo, como se quedó Aragón, cuando el puente de L’Estanguet se cayó o lo tiraron. Fue un tormento de soledad para José María Mur, cuando con su amigo Zaborras, iban a Biarritz a ver la película de Marlon Brando y de su bella amante y tuvieron que contemplar la triste caída del puente. ¡Qué caída más triste la de la amante de Marlon Brando, en sueños de locura y la muerte de su esposa, que hace soñar toda la vida a José María en el amor puro!.
Volvió José María Mur a Huesca y en el Aero-Club conversaba de todo lo humano, de los bueno y lo malo, cuando los miembros de dicho Club, tuvieron la necesidad de cerrarlo. En ese Club se recordaban todas las cosas del Alto Aragón y entre otras estaban cuatro cuadros sobre la vida de Pedro Saputo, verdaderas obras de arte, de historia y de hechos tristes y alegres. José María pagó el valor de dichos cuadros y se los llevó a su casa, cercana a Hotel Abba.
En su ella he visto los cuadros y los he fotografiado. Uno de ellos representa el milagro de Alcolea de Cinca y el otro es el retrato del carro-galera revestido con sábanas a modo de velas, para apoyar la fuerza de las caballerías, en su traslado del carro. Ese empuje se vería apoyado por el fuerte cierzo que impulsaría por medio de las velas, el desplazamiento del carro.
Los cuentos de Pedro Saputo son innumerables y no se encuentran todos en la “Vida de Pedro Saputo”, sino que algunos los han recogido de libros como los de Sender y otros los cuenta el pueblo. El de carro-galera lo aprendió Don Antonio Bello, en Almudévar, donde tenía una finca que sigue cultivando su hijo en Almudévar. En mi artículo Los Hermanos Bello, escribo: “Antonio alcanzó notoriedad entre los hombres del campo, que trabajaban la tierra y pensaba constantemente en asuntos que interesaba a estos hombres, siempre relacionados con las Ciencias Naturales. Entre otras ideas llevó a Almudévar el arte de volcar carros, que había aprendido de su padre, en otra ocasión para aliviar el esfuerzo de sus mulas, les colocó en el carro una vela marinera, pero aparte de aliviarlas, un día de enorme cierzo, sopló con tal intensidad, que volcó el carro”. Don Antonio se había convertido en un profeta de Pedro Saputo, porque en cierta ocasión, cenando en la Posada de Almudévar, le llegaron dos mozos para decirle si quería volcarles un carro; él se lo volcó, se lo agradecieron mucho y se repartieron el dinero, que con apuestas habían ganado.
Es que Don Antonio Bello, era amigo de todo el mundo e igual que amaba a los mozos de Almudévar, era también amigo en el Café Gijón, de Don Julio Caro Baroja y de Don Eugenio D’Ors. En Huesca acudía al Bar Flor y al Caserío Aragonés, en que alternaba con Ena, con el Jefe del Servicio Nacional de Cereales, señor Laborda y además iba al Aero Club, donde contemplaba los cuadros que representaban las glorias de Pedro Saputo y dialogaba con mi primo José Antonio Llanas Almudévar, sobre la Física, la Química, los riegos, la picaresca, el humor y la vida
Antonio Bello era un Sabio en castellano y un Saputo en aragonés, pues Julio Caro Baroja, le hizo el prólogo de uno de sus libros y José Botella Llusiá, prologó otro, con el siguiente encomio:”Este es un libro sorprendente. Es el producto de un hombre formado, con una sólida base cultural”.
En Almudévar, que la hizo capital del fracasado imperio romano-germánico, reunió a todos sus antiguos compañeros, invitándolos a una comida clásica, que nunca habían probado, pero quedaron mucho más admirados de los cuentos que les contó el sabio Antonio Bello de Pedro Saputo.
Antonio Bello voló con un amigo piloto del Campo de Aviación de Monflorite, sobre el curso del río Ebro, pero también voló hacia los Pirineos, recordando como Carlomagno y Braulio Foz, pensaron en la Unión Europea. Hace ya muchos años que se tendió la vía del ferrocarril de España a Francia por Canfranc. José María Mur ventura con su amigo Zaborras contemplaron la caída del puente de L’Estanguet, que dejó a los aragoneses creadores de la “Vida de Pedro Saputo”, sin comunicación entre el Bearn y Aragón, en tanto España se ha volcado por Vascongadas y Cataluña, para ser parte de Europa, cuando en dichas regiones, hay muchas personas que sueñan con su independencia.
El autor de “La vida de Pedro Saputo”, Braulio Foz pensó, tal vez en el polígono Zaragoza Toulouse, pero si no se hace la comunicación entre el Bearn y Aragón, éste se va a quedar sin un crecimiento humano.
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