Yo
tengo en mi casa heredada de mis antiguos viejos, una imagen de la Virgen
Dolorosa y la prisa y la prosa de la vida han hecho que pasara a su vera muchas
veces, sin mirarla.
Siete
puñales clavados soportan su corazón y lágrimas que no salen de sus ojos por
haber llorado tanto, los tiene rojizos, tristes, a punto de llorar sangre, por
la sangre derramada de su Hijo, en su Pasión y en su muerte. Cuando vienen mis
sobrinos y otros niños a sus juegos
infantiles con los míos, se impresionan y preguntan y se inquietan y al fin
confiesan amor a la Virgen Dolorosa. Al ver la impresión que causa a los viejos
y a los niños, al llegar Semana Santa, le
rezo un Ave María por las personas que sufren. Otras veces me pregunto si
avanzado el siglo veinte, no resulta folklórico, tener esa triste imagen.
Pero
hay hechos que a diario los padecen gentes buenas de las que nadie se acuerda y
los que alcanzaron fama como Paquirri y Pantoja; pero sientes recordando que la
vida sigue siendo como un valle de lágrimas. ¿No habéis visto la pasión que ha
sufrido el gran torero, que le ha
llevado a la muerte?. Me he acordado de
mí Virgen cuando estaba “juxta
crucem lacrimosa”, al ver a Isabel Pantoja junto a la tumba llorosa del hombre,
que tanto amaba.
Dice
el canto litúrgico de la Virgen Dolorosa: “atendite et videte si est dolor
sicut dolor meus” (atended y mirad si
existe algún dolor, como el mío) , pero al ver a la Pantoja que a su boda con Paqurri
fue llevada por seis blanquísimas yeguas
blancas como la nieve pura, al ver, digo a la Pantoja toda vestida de negro,
transida por el dolor de multitud de puñales dentro de su corazón, he visto una
nueva Pasión, con un dolor semejante al de la Virgen que tengo heredada de mis
padres.
¿Es
folklórica mi Virgen? Las escenas de la muerte de un torero tan sereno, de una
mujer tan suficiente y de un pueblo, que vive en el siglo veinte, tal vez sean
folklóricas como la Virgen que tengo. Sigue existiendo el dolor, sigue
existiendo el toreo y sigue existiendo un pueblo, que siente como sintieron sus
padres y sus abuelos. Voy a seguir conservando a mi Virgen Dolorosa, que ha
actualizado la folklórica, la triste Isabel Pantoja.
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