martes, 7 de enero de 2025

D. Pedro Abad Abogado

 



Cuando Don Pedro encontró en Lanaja un antiguo libro titulado Tratado Económico, se debió quedar gratamente sorprendido. Su sorpresa nos la ha transmitido a todos aquellos a los que nos ha hecho partícipes de su descubrimiento. Supongo que se alegrarán de conocer este libro los vecinos de Lanaja, pues su autor fue convecino suyo y se llamaba D. Francisco Dieste Buil. Digo se llamaba, pues este personaje pertenece ya a la historia, además de ser vecino de Lanaja, diputado y Apoderado General del Cuerpo de Ganaderos de las Montañas y tierra Llana del Reino de Aragón y socio de su Real sociedad de Amigos del país, fue un gran estudioso de los temas que trató concretamente los siguientes:

1.-Crianza de gallinas y otras considerables utilidades que producen a su dueño.

2.-Compra de primales para venderlas al año siguiente por carneros.

3.-Modo de procurar la extinción de fieras perjudiciales al ganado y aves domésticas, y que las de rapiña lo sean menos.

Su libro pue aprobado en octubre de 1781, nada menos que hace más de doscientos años.

Pertenecía nuestro amigo a la real Sociedad Aragonesa de los Amigos del País, de la que también fue miembro su contemporáneo Don Pedro Abarca de Bolea, Conde de Aranda, nacido en Siétamo y enterrado en San Juan de la Peña. Saco a relucir a mi paisano para resaltar a aquella Real sociedad cuyos miembros tuvieron desde talento político como el que cito, que quiso dar la independencia a algunos países americanos, como lo que ahora entraríamos en Europa con su apoyo, como Inglaterra está haciendo con los países de la Commonwealth y Holanda como Indonesia. También comparable al talento experimental de Dieste Buil para observar el comportamiento de las gallinas con más de doscientos años de adelanto a los modernos avicultores. Lástima es que, de los tres discursos, el segundo se trata de los carneros se perdió en su día. Y no aparece entre las hojas del tratado de económico y del primero, relativo a las gallinas. Faltan desde la página 72 a la105, con lo que se produce una pérdida de texto que se supone sería tan importante como aquello que se puede leer, pero paliada por el conocimiento de los asuntos objeto de estudio, que se encuentran todos en el índice. El discurso sobre las fieras consiste de treinta y nueve páginas y es tan interesante que se merece un artículo que trate exclusivamente sobre él, pudiéndose incluso sacar una lección moral, cuando enseña como hacer para qué las aves de rapiña lo vean menos, si procuramos hacer lo mismo con los bípedos impunes de la misma condición.

Estamos ahora en 1992, luchando por e deseado equilibrio, entre importaciones y exportaciones y esta inquietud la sentía Con Francisco Dieste  en aquellos tiempos en que se importaban huevos de Francia y ese pernicioso comercio pasivo  en el precioso abasto de huevos , por cuyo medio no sacan los extranjeros considerables sumas de dinero, que pudieran quedar en el Reyno, para manutención y aumento de un cuantioso número de familias, por el motivo que le llevó a escribir su tratado sobre la explotación de gallinas.

Mucho se podría escribir pero me podría limitar a terminar haciendo incidencias en el ejemplo que expone sobre contabilidad y algo, que con las debidas correcciones se podría aplicar al Mercado Común, cuando habla del “lucroso” trafago que sacan los extranjeros, “pues los traficantes de huevos han de ir recogiendo y conservando, hasta que completan la carga que es comprada por ellos a los holandeses y a los ingleses, que los conducen a Bayona desde Inglaterra o Irlanda.

Poco mas o menos ocurre lo mismo a pesar de haber pasado tantos años, ya que los ingleses nos traen corderos de Nueva Zelanda q1ue no saben a nada y los holandeses nos llenan de mandioca de Indonesia que entre otras cosas sirve para tirar por los suelos nuestras cebadas.

Si don Francisco Dieste y Buil resucitara, se volvería a morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los vientos sombríos y los aires alegres.-

Estoy leyendo la obra de Carlos Ruiz Zafón, titulada “La sombra del viento” y no puedo evitar recuerdos de la vida que son como vientos, uno...