Manu Aguilera lleva 60 años alimentando y estudiando a las necrófagas en la sierra de Guara, en Huesca.
Tenemos en Aragón enormes
grupos de buitres,que siempre me han llamado la atención. Yo los
observaba en enormes grupos de ellos en el espacio del Conde de Aranda,que
poseía en Siétamo. En aquellas subidas y bajadas, que se elevaban en la
Sierra,se contemplaban grandes piaras de unas serias aves, que desde aquellas
inclinadas bajadas observaban el cielo, con el deseo de encontrar restos de
animales de caza para resolver su apetito estomacal. Yo los observaba como
vigilaban el horizonte para divisar restos de cadáveres tendidos por aquellas
cuestas. Ahora ya resulta difìcil ver a los buitres esperar poder cazar piezas
sabrosas en zonas donde no se organizaron lugares, porque ahora se han
organizado sitios especiales par concentrar esos buitres, para alimentarse
conjuntamente, como en las grandes reuniones de pueblos como en en el monte de
MIGUEL BUENO, donde ejerce de Cuidador de buitres, con un ánimo dándoles de
comer, esqueletos de animales de ganado, como si estuviera cuidando a estos
animales, con cariño.
Con frecuencia se ven volar
“bandadas” de buitres por los cielos de nuestros pueblos del Somontano Oscense.
Vuelan casi sin batir sus enormes alas porque están observando los campos, donde
en otros tiempos veían desde muy lejos los cadáveres, como buenos carroñeros,
pues sin la ayuda de estas aves, no se
podría establecer el equilibrio ecológico. Sin su concurso, las carroñas se
convertirían en focos que servirían para la propagación de enfermedades y
epidemias de los animales
domésticos. Antes los cadáveres los
echaban en unos campos, a los que llamaban muladares, cercanos cada uno de
ellos a un determinado pueblo o a varios de ellos. Aquellos muladares ya
desaparecieron hace muchos años. Yo recuerdo que cuando de niños nos llevaban
los profesores del colegio de San Viator al llamado “campo eventual”, situado
cerca de un barranco, en el Barrio del Perpetuo Socorro, íbamos a ese barranco
y allí aparecía un muladar de “película”, lleno de cadáveres de mulas, unos
completamente devorados y otros empezados a devorar por los buitres. Ahora ya
no existe el muladar, ni el barranco sino un barrio moderno con su parroquia,
sus escuelas e incluso su cuartel. Lo mismo ocurre en Jaca, donde se encontraba
el “campo de los bueyes”. Desaparecieron los muladares, y cada ganadero echaba los cadáveres de sus animales cerca de
su granja. Todavía siguieron ganando en número los buitres, pues entre 1979 y
1995, los buitres leonados pasaron en España de 3.200 parejas a unas 10.000.
Antiguamente se los perseguía, llegando en algunos lugares de nuestra tierra, a
ponerles una “esquilla” colgada de su cuello, pasando, más tarde, a ser
considerados como los mejores agentes sanitarios de nuestras tierras. Eso ha ocurrido
hasta ahora, en que a este ejército sanitario
lo han castrado, no sexualmente, sino en
su misión, porque habiendo cerrado los muladares y obligado a los
ganaderos a entregar los cadáveres de sus animales domésticos, a compañías
industriales, que utilizarían sus restos, ya no tienen casi nada que hacer.
Esta castración no es sexual, sino genética porque inutiliza la labor que la
Naturaleza ha encomendado a las aves carroñeras. El hombre es libre y puede
hacer lo que quiera, pero las aves y todos los demás animales obedecen a sus
instintos, que el hombre no puede cambiar y si lo intenta, pasará lo que ha
ocurrido en Loarre y es que los buitres obedeciendo a sus instintos han
provocado la asfixia de doscientas ovejas. ¡Pobres ganaderos! , a los que se les
dice que no se les puede indemnizar, porque para ello, sólo se contemplan los
casos en que los animales causantes de daños, estén en peligro de
extinción. No se han extinguido los
buitres, pero ¿quién es el culpable de la extinción de la vocación sanitaria de
los buitres?. Es el hombre que ya gana dinero con la carroña, en tanto los
ganaderos lo pierden y los buitres lo
pasan mal, ya que no pueden hacer sus viajes por el cielo ni sabemos si les dan
suficiente carne para mantenerse bien. Mientras antes existían unas doscientas
buitreras, ahora se habla de la
creación de unos veinticinco muladares,
de los que hasta la fecha, se han construido ocho. No se debía haber obligado a
entregar los animales muertos, mientras no estuviesen preparados los veinticinco muladares.
Mi compañero veterinario Alvaro Franco, en el Diario del AltoAragón, del día doce de
Enero de este año de 2007,escribe sobre el Anteproyecto de Ley de Bienestar
Animal y dice lo siguiente:” el anteproyecto recoge expresamente la prohibición
de maltratar a los animales y de someterlos a cualquier práctica que les
produzca sufrimientos o daños inútiles”.
A los buitres les han obligado a no hacer nada, a ser unos seres
inútiles.
Pero, señores y señoras,
habiendo castrado la misión sanitaria de los buitres, alguien gana
dinero y la ganadería de lanar, que ya está medio desparecida, al ser castrada
económicamente, desaparecerá del todo.
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