lunes, 30 de octubre de 2017

El jabalí ibero




En La Península Ibérica, habitaron los iberos libres, desde el siglo VI a. C. hasta los siglos de la romanización durante los siglos III y I a. C.
Fueron los Iberos un conjunto de pueblos, que vivieron en la costa del Mediterráneo, la zona Sur, central y el Este de la   Península Ibérica, organizados en tribus, compuestas por guerreros, campesinos, artesanos, comerciantes y esclavos. Recibieron el nombre de iberos o íberos, nombre derivado del Río Ebro.
A partir del año 2.000 a. C., llegaron los celtas, que sin escribir libros literarios pronunciaban hermosos versos, que les hacían recordar su existencia a gusto, como pueblo libre y conquistador. Han llegado hasta nosotros recuerdos transmitidos por tradición oral, pero la cultura de los celtas o “godos”, fue extinguida por los romanos desde César Augusto y más tarde por los moros y cristianos. Basta leer la persecución que sufrieron los godos en Navarra y el Pirineo aragonés. Sabían escribir en griego y en latín, pero prefirieron dejar, la crónica de su existencia por vía oral, en hermosos versos. Los celtas, cuando llegaron a la Península, se instalaron en viviendas separadas de los poblados ibéricos. Pero cuando llegó a la península la invasión de los moros, pasaron a ser un pueblo, discriminado, como se ha comprobado al ver en Navarra y en Aragón a los antes elegantes y presumidos “godos o agotes”, discriminados y despreciados por los primitivos habitantes.
Los íberos vivían en territorios poblados de jabalíes, que por un lado los alimentaban y por otro, les daban la muerte con la Triquina, parásito que sufrían.
Dependía su vida de la carne de los jabalíes y su muerte, en muchas ocasiones les venía porque la Triquina  Spiralis , que parasitaba la carne de dichos animales, que ellos comían estaba infestada por esos parásitos. Los ìberos y los celtas  veneraban a  los jabalíes y por este motivo, los íberos hacían estatuillas de los jabalíes.  con material de bronce, como la que se ve en el artículo, que vds. están leyendo   y los celtas les cantaban: “Llevamos la fuerza del jabalí y la sabiduría del unicornio”. Los druidas eran una categoría de gran influencia entre los celtas, porque sabían leer en griego y en latín, pero ellos elegían recitar por vía oral unos bellos poemas, que narraban la existencia de sus miembros.


Barco Fenicio.

Los fenicios siguieron el ejemplo de los alfabetos fenicio y griego y escribían cartas comerciales, monedas, piedras de cerámica y láminas de plomo, sobre las cuales escribirían esas cartas comerciales. En el siglo I a, c., por influencia de los romanos, comienzan a desaparecer el alfabeto y la escritura fenicias. Se grabó una gran cantidad de monedas, como la navarra y la oscense, que he visto en Pamplona y en Huesca, pero el Emperador Claudio ordenó por los años 39 y 40 d. C., que se suprimiesen en las monedas grabaciones ibéricas y se permitiesen las romanas. El arte es de una calidad artística, influenciada por el arte griego y la cultura fenicia, que por cierto navegaba el Mediterráneo con suma facilidad.
La cerámica es lo que da más abundancia en la cultura ibérica. Entre piezas escultóricas han llegado a nosotros La Dama de Elche, que ha dado pie a dudas sobre su origen. Luego la Dama de Baza, la Bicha de Balazote, etc., etc. El pueblo ibero era alegre y optimista, porque manejaba toda la orfebrería, como anillos, pendientes y multitud de objetos, que creaban en oro, en plata o bronce, como el pequeño jabalí, cuyo nombre titula este artículo. Así como los íberos eran optimistas, porque manejaban todo lo material, los godos en lugar de crear arte, lo vivían y lo soñaban y decían: “Llevamos la fuerza del jabalí y la sabiduría del unicornio”. Los druidas, el escalón de mayor poder entre los celtas, prefirieron dejar por la vía oral, en versos hermosos, la relación de la existencia de su pueblo. Y su historia gloriosa, se deshizo al llegar la invasión de los moros y aumentar la soledad de su sociedad, por el abandono de los iberos. Ya vivían solos y apartados de los íberos, porque hasta sus residencias las edificaban apartadas de las ibéricas y se consideraban como los que tenían más inteligencia y más poesía en sus mentes. Los íberos eran felices y cazaban los jabalíes, a los que dedicaban estatuillas y los celtas los consideraban como dioses, como fuentes de la vida, como creían al verlos excavar el manantial de la Tierra.
 Los celtas admiraban a los jabalíes, porque continuamente estaban excavando la tierra, como aquel que busca un nuevo manantial, pero que no lograron aclarar el misterioso fondo de este planeta. El jabalí hacía pensar en la importancia del jabalí en el mundo mitológico, como en el religioso. Una demostración de esas ideas se ve en una iglesia de Betanzos, en Galicia, en que aparece un símbolo, que recuerda el cristianismo, es decir un jabalí, muy bien reproducido, debajo de una Cruz.
Jabalí en la iglesia de Betanzos.

Llegó la invasión árabe y los godos que ya se consideraban un pueblo selecto, que no se trataban con los miembros de otras razas, se encontraron con su desprecio y abandono de los demás pueblos. Pío Baroja escribió que los agotes, miembros de un pueblo maldito, mostraban su estilo germánico con sus cabellos rubios. Y yo, en las calles de Huesca, he visto una familia marroquí, con unos hermosos cabellos rubios. Pero ahora se encuentran muchos españoles y especialmente aragoneses y navarros, con sus pelos rubios. A partir de la Catedral de Jaca, se extendió por la sociedad un crismón románico, usado por los “agotes” en la construcción de iglesias románicas. Estaban discriminados por la sociedad, pero eran inteligentes, tanto que fueron creadores de templos románicos en el Camino de Santiago. Los agotes, que durante su gobierno de la Península estaban llenos de orgullo, al ser vencidos por los moros, estaban obligados a mantener una endogamia absoluta, pues tenían que entrar en la iglesia por una pequeña puerta, que les hacía entrar agachados. Y de la misma forma que cuando ellos tenían el poder, vivían apartados de otros ciudadanos, al ser invadidos por los moros, se vieron apartados por los demás habitantes. La escritora, ya fallecida Nieus L. Lascorz, escribió la historia de los agotes de la Val  de  Gistau.
En este escrito se ve el amor de los habitantes de la Península a los jabalíes. Los Íberos los amaban y se alimentaban con su carne y los celtas los adoraban y los amaban.
Así ha seguido, durante siglos la historia de los distintos pueblos que la poblaron, que la invadieron y que han luchado entre ellos, hasta estos momentos
Unas veces fueron intelectuales y poetas, otras trabajadores y creadores de arte y unas veces han olvidado sus fablas y en otras se enseñan y en toda ella  se estudia el inglés, para vivir en un mundo unido.


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