domingo, 31 de diciembre de 2017

Mi amigo, el jugador de Petanca



El jugador de la Petanca, que cada día se encuentra en el Parque, jugando con sus bolas de acero, y las lanza unas contra otras y unas veces, con una de ellas, les da a otras y en cambio, otras veces, no le da a  ninguna  y espera que mejore la suerte, para que sus compañeros de juego no le ganen.
El viene al Parque, donde hay pistas de juego, donde cada jugador llega a ellas con sus bolsos, llenos de bolas. Las sacan a la pista y juegan para  ver  quién  es el más hábil jugador, que gana en el juego más puntos.
Cada partida se juega con el fin de alcanzar trece puntos y el que primero llega a esa cifra, gana la partida.
Su rostro se encuentra impresionado por ese juego, que no hace al cuerpo esforzarse en trabajar  con  exceso,  pero  sin  embargo,  ese  pequeño  esfuerzo,  le  da  salud  y gozo al espíritu.
No   consiste   este juego en un esfuerzo agotador, sino que refuerza sus órganos respiratorios y los músculos de su cuerpo, desde sus brazos y sus piernas, lo que motiva, que cuando acaban su juego, los jugadores y jugadoras, se encuentran con un magnífico temple respiratorio, una nueva fuerza en sus músculos y un color de libertad en la piel de su  rostro  y  de  sus manos, que se mueven con más ligereza, que cuando empezaban la partida.
En esta magnífica pista del Parque de Huesca, rodeada de árboles,  juegan a la Petanca muchos hombres y mujeres, pero no sólo en el  Verano, sino también en los días de Diciembre, en que juegan sin sentir el frío y al calor lo combaten, en verano, poniéndose a la sombra de los altos árboles, que adornan el paisaje.
Con la Petanca hombres y mujeres, se divierten todo el año  y  su  espíritu,  se conserva juguetón y les conserva su juventud por muchos años, su espíritu se torna alegre y se conserva juguetón y los conserva jóvenes durante muchos años.

¡Que sigan siendo felices con sus pelotas de acero, haciéndolas rodar en la Pista de la Petanca, que se encuentra en el Parque de Huesca!.

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