El jugador de la Petanca, que
cada día se encuentra en el Parque, jugando con sus bolas de acero, y las lanza
unas contra otras y unas veces, con una de ellas, les da a otras y en cambio,
otras veces, no le da a ninguna y espera que mejore la suerte, para que sus
compañeros de juego no le ganen.
El viene al Parque, donde hay
pistas de juego, donde cada jugador llega a ellas con sus bolsos, llenos de
bolas. Las sacan a la pista y juegan para
ver quién es el más hábil jugador, que gana en el juego
más puntos.
Cada partida se juega con el fin
de alcanzar trece puntos y el que primero llega a esa cifra, gana la partida.
Su rostro se encuentra
impresionado por ese juego, que no hace al cuerpo esforzarse en trabajar con exceso,
pero sin embargo,
ese pequeño esfuerzo, le da salud
y gozo al espíritu.
No consiste
este juego en un esfuerzo agotador, sino que refuerza sus órganos respiratorios
y los músculos de su cuerpo, desde sus brazos y sus piernas, lo que motiva, que
cuando acaban su juego, los jugadores y jugadoras, se encuentran con un
magnífico temple respiratorio, una nueva fuerza en sus músculos y un color de
libertad en la piel de su rostro y de sus manos, que se mueven con más ligereza, que
cuando empezaban la partida.
En esta magnífica pista del
Parque de Huesca, rodeada de árboles, juegan a la Petanca muchos hombres y mujeres,
pero no sólo en el Verano, sino también
en los días de Diciembre, en que juegan sin sentir el frío y al calor lo
combaten, en verano, poniéndose a la sombra de los altos árboles, que adornan
el paisaje.
Con la Petanca hombres y mujeres,
se divierten todo el año y su espíritu, se conserva juguetón y les conserva su
juventud por muchos años, su espíritu se torna alegre y se conserva juguetón y
los conserva jóvenes durante muchos años.
¡Que sigan siendo felices con sus
pelotas de acero, haciéndolas rodar en la Pista de la Petanca, que se encuentra
en el Parque de Huesca!.
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