martes, 13 de julio de 2010

Ramón Arizón Duch, viator oscense

Por Osca o Huesca pasaron y pasan todavía, varias vías romanas y el que por ellas caminaba era calificado como viator o caminante por esas vías.

Y Ramón nos ha salido doblemente viator, porque después de ser alumno del Colegio de Huesca, se hizo hermano de la Congregación que fundó este Colegio en el año 1926 y que le llevó a andar por el Nuevo Continente. Muchos antiguos alumnos lo conocían y conmigo y con nuestros hermanos, es decir los suyos y los míos, nos juntábamos a jugar en la Torre de Casaus. Yo, de muy niño estuve en su casa del Coso Bajo en alguna ocasión y conocí a su padre y a su madre, auténticos señores aragoneses. Su madre era hermana del oculista oscense Doctor Duch, del que el Doctor Barraquer de Barcelona, afirmó que era un sabio conocedor de la especialidad. Vivían en un piso de su misma casa dos tíos suyos a los que conocí cuando iban a pescar a Siétamo, en el río Guatizalema. Otros conocen a los Arizón por ser los dueños de la Torre de su mismo nombre. Su hermana mayor Clotilde,se casó con un catedrático del Instituto y siempre sonreía.Bernardo estuvo muchos años fuera de Huesca,trabajando de Ingeniero, pero volvió a vivir a Huesca y siente amor al al arte,porque me enteré de que era alumno del Centro de Retauración de las Capuchinas y Enrique ha estado ejerciendo de funcionarioen el edificio oficial ,que se encuentra cerca del Gobierno Civil.Ramón era el hermano pequeño poseyendo un carácter bondadoso, tratándose con todo el mundo y de su amor a la humanidad,se hizo Hermano de San Viator. Su figura oscense me recuerda la de aquellos españoles que caminaron por las tierras americanas,consiguiendo formar veinte naciones en el continente. En Norteamérica, a unas tierras ásperas como las nuestras de los altos de Monrepós o de Guara, las bautizaron con el nombre de Arizona, que como las citadas está llena de “erizones’.

Los modernos viatores españoles sintieron la necesidad que sintieron sus hermanos franceses de extender su congregación por Canadá, de hacer lo mismo por América del Sur y fundaron su Congregación en Chile. Allí acudió Ramón, donde trabajó enormemente en cultivar la cultura que allí habían llevado los españoles y los altoaragoneses, ya que en las estribaciones de los Andes, se encuentra un templo dedicado a la Virgen de la Carrodilla, fundado por un altoaragonés, nacido en Estadilla. Yo he acompañado a un ilustre americano al Templo de la Carrodilla de Estadilla. Últimamente, impulsado por su vocación viatoriana, participó en la fundación en Bolivia de actividades que durante siglos llevaron a cabo los misioneros españoles y poco antes de su muerte, compró en dicho Pais, un edificio digno de ser un palacio por su destino religioso y cultural, que le recordó el palacio de los Duques de Villahermosa y Condes de Guara de Huesca, en el que el año 1926, empezaron su misión en dicha ciudad, los Clérigos de San Viator.

‘Ad mayorem Dei gloriam’ trabajó Ramón para conseguirla, pero hay que tener en cuenta que a su ciudad de Huesca le ha dado también honor y gloria.

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