Esopo, ese famoso fabulista griego, vivió en el siglo VI, antes de Cristo y se sabe, que fue esclavo en Atenas, de Janto de Samos, que encantado con su comportamiento modelo, con sus dichos agudos y con el talento que sacaba de las conversaciones entre los animales, le dio la libertad. Cultivó Esopo, las fábulas con una enorme facilidad y gran talento, que siempre estuvieron inspiradas en una imparcialidad y sentido de la justicia. Creso un rey de Lidia, lo colmó de favores y lo mandó al Oráculo de Delfos, con regalos para los habitantes de dicha ciudad. Como se dio cuenta de la codicia de sus sacerdotes, les dirigió sus críticas y le devolvió al rey Creso los dones que para ellos, le había entregado. En venganza, cometieron con él un crimen horrible, arrojándolo desde la notable altura de la Peña Hiampa. En Corinto acudió Esopo al banquete de los siete sabios y les dirigió a los atenienses la Fabula de “Las Ranas pidiendo al rey”, en la que criticaba la usurpación de Pisistrato, tirano de Atenas. Encuentra uno natural que Esopo, usara una fábula con tan simpáticos animales, como las ranas, como protagonistas. El hombre, va poco a poco mejorando, el medio ambiente en el que ha de vivir, pues ha creado un clima artificial en sus viviendas y en los talleres, en que trabaja y ha conseguido que su temperatura y su humedad sean agradables. Cuando el hombre crea carreteras y se encuentra con montañas, como la de Monrepós, entre Huesca y Sabiñánigo, antes, con el pico y con la pala, abría un túnel, y hoy lo abre con máquinas que imitan las fuertes pinzas de las hormigas, cuando hacen caminos profundos, en los que encierran los alimentos que recogen en el buen tiempo. Las termitas son, con los castores, capaces de renovar el medio ambiente que les rodea, convirtiendo una parte de un río, en un refugio de su vida, de su diversión y del almacenamiento de sus alimentos. El hombre ya casi ha alcanzado la cima, convirtiendo la noche en día y viajando a otros planetas.
Conocer las bases de este sistema de dominio del medio ambiente, lleva consigo la investigación de los procesos vitales de los hombres, pero también de los animales. Este que llamo lenguaje de los animales, no puede transmitir de ninguna forma la mima categoría de informaciones que el habla de los hombres. Sencillamente es imposible que la tradición se conserve y se transmita por medio del lenguaje de los animales, pero el hombre con su lenguaje y con la escritura puede transmitir y aumentar su progreso en el medio ambiente.
Félix de Azara, de Barbuñales, pariente de mis antepasados los Azara, cuyo escudo está en mi casa, al lado del escudo de Almudévar, estuvo diecinueve años en Paraguay, para concretar sus fronteras con Brasil, pero como no acudían los portugueses, se dedicó a estudiar los animales, que por esa tierra, abundaban. Goya hizo un retrato artístico de Félix de Azara, y en el fondo del cuadro, se divisan unas aves paraguayas, que copió de las dibujadas por Azara.
Fue el aragonés Azara precursor de Darwin. Buffon y otros naturalistas, creían que la evolución de las especies era una pérdida de caracteres originales, es decir, un cambio degenerativo. Azara observa y cree que en la Naturaleza opera una labor de selección natural, apoyada por su lucha por la vida. Sigue diciendo que la Creación, sigue dos métodos: “la creación simultánea de una pluralidad de parejas de cada especie” y “la creación sucesiva de una pareja de cada especie”. Influyó Azara en el pensamiento de Darwin, sobre la evolución. Ignacio Escalona, mi compañero veterinario, que vive en Huesca, escribe que “el problema que se planteaba a Darwin era: ¿cuáles son las causas de la variación y cómo se tramitan los cambios?. La variación y la heredabilidad, resultan tan importantes para la evolución como la propia selección natural “. Teilhar de Chardin, fue Geólogo y Paleontólogo, que tuvo un constante interés por el hombre y su futuro. Estaba en China cuando se descubrió el “Homo erectus pekinenesis”. Era una subespecie del “Homo erectus”. Ocurrió este hallazgo entre los años 1921 y 1937 y se dice que datan esos restos con cerca de 500.000 años, antes de Cristo. ¡Cómo pensaría el paleontólogo Padre Teilhard de Chardin sobre la evolución del hombre y de los animales!. A él, a pesar de los problemas de los animales, le importaban sobre todo, los de la evolución de la especie humana.Vemos como a través de la Historia, se apoyan algunos en la evolución de los animales, para estudiarla simultáneamente con la del hombre. Ya en el siglo VI, antes de Cristo, Esopo veía que la Creación había unido en la Tierra al hombre, los animales y a las plantas y a cada especie se le había asignado una función. Todas esas funciones tendrían un fin común. Y ya, en aquellos lejanos tiempos, Esopo, en sus fábulas, mezcló los pensamientos humanos, sus lenguas, su comportamiento libre, que podía convertir sus hechos en el bien o en el mal. En cambio los animales actuaban de acuerdo con unos principios, que les habían sido adjudicados, y, que salir de ellos les resultaría imposible o casi imposible. Quizá, por eso, Esopo supo unir todas las vidas de los hombres, de los animales y de las plantas, para alcanzar un progreso envuelto por la justicia y para ello, comenzó a fabulizarlos, de tal forma que llegaron a ser trescientas noventa y tres, las Fábulas que dicen que compuso. Es que Esopo preveía la evolución como algo colectivo de los hombres, los animales y de las plantas. Esopo siempre pone en la conversaciones de los animales un sentido de la justicia y al olivo se lo atribuyen Júpiter y la diosa de la sabiduría Minerva.
Esopo, seis siglos , antes de Cristo, no se sabe, si tal vez, juzgara a todos los animales como “subespecies” del hombre , al que rodeaban y éste sentiría necesidad de que hablasen y transmitieran sus “pensamientos”, añorando una sociedad múltiple, que aspirase a la perfección de “hombres y animales juntamente”, ya que los animales parecían los niños del hombre. El hombre es libre y unas veces se portaba bien con los “niños” y otras los sacrificaba. Esopo, parece que amaba a los animales y compuso multitud de fábulas con su moraleja final, que buscaba un universo moral y de buena armonía entre todos los seres vivos.
No fue Esopo el inventor del apólogo, pero demostró en su confección un gran talento e ingenio en el gran número de fábulas que compuso, siempre inspiradas en la justicia y en la imparcialidad. Hay quien dice que aquellas fábulas no fueron escritas, sino transmitidas por tradición, pero lo que si puede asegurarse, que aunque tienen su origen en Esopo, no han llegado a nosotros en su forma primitiva.
Quería el fabulista un mundo unido entre los hombres, los animales y las plantas y consiguió hacer patente la sabiduría de aquellos “niños animales” y de aquellos sagrados árboles y se dio cuenta de que para conseguirlo, lo mejor sería educar a los hijos de la humanidad, por medio de fábulas. Y yo creo que por ese motivo consiguió crear más de trescientas e involucrar en ellas a aparte de hombres y mujeres, a multitud de caballos, de cuervos, de águilas, de ranas y de casi todas las especies animales.
No se olvidó de los árboles, pues Esopo, en tan antiguos tiempos, ya se preocupaba de ellos y recordó que los dioses se pusieron de acuerdo para que cada uno de ellos, protegiera un árbol. Y el dios Jupíter, jefe de todos ellos, se quedó con la encina, Venus con el mirto, Hércules con el álamo y Minerva, la diosa de la sabiduría, se constituyó en protectora del olivo. Siendo diosa de la sabiduría, ¿por qué eligió el olivo?. Ella dijo que el olivo producía aceitunas y aceite y todo ello es un conjunto de productos útiles. Jupiter, daba muestras de satisfacción de que Venus hubiera hecho tan buena elección, porque los dioses y los hombres recibirían beneficio del olivo, en cambio sería de necios, elegir las cosas por vanagloria.
Esopo aconseja como moraleja de su fábula, que nuestros actos siempre sean prudentes y útiles, pero los hombres actuales, empezando por sus compatriotas los griegos, ¡qué poco caso han hecho de la fábula del olivo!.
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