Artículo
traducido de mi libro en aragonés:”Beyendo chirar o sol
Se ha derrumbado una noche de
este invierno lluvioso de los años de 1980, la Caseta de los Pobres. Fue
levantada hace ya ¿más de cien años?, para que los caminantes pobres y los que
no querían gastar dinero, se cobijasen por las noches, bajo su bóveda. No les
faltaba paja, en la que se echaban, y que con su envoltura, despachaban el frío
de su anatomía y de su fisiología, combatiendo
ese frío, que dominaba el ambiente sobre todo, por las noches.
Por dentro de la Caseta, dominaba
la oscuridad, pero por fuera se veía su pared de piedras, no muy bien picadas y
unidas unas con otras, en lugar de con cemento, con barro o cemento del pobre,
no sólo del pobre mendicante, sino usado
también en la construcción de muchas casas y pajares. ¡Qué ingenio tenían aquellos
albañiles en tiempos tan lejanos!, porque el tejado de dicha caseta, no tenía
maderos ni tejas. Evitaban el buro o arcilla que entrase el agua de lluvia, en
el interior de dicha Caseta, un ábside de piedras, que formaban una bóveda,
tapadas con los citados buro o arcilla,
que sin estar cocido, como se hace con los ladrillos y las tejas, hacía
resbalar el agua de lluvia, del tejado al suelo.
Durante siglos acogía a los
pasajeros pobres y a otros que no lo eran tanto, pero querían evitar el gasto.
En el verano era una buena “mosquera” y en el invierno encendían hogueras en el
interior de la Caseta pues el humo, salía por una pequeña chimenea, que
manifestaba la presencia, en su interior, de caminantes. Cuando esto ocurría,
bajábamos los niños a la caseta para ver con curiosidad a los pobres. Entre
estos había tipos de diversas formas: unos eran pobres solitarios e
insociables, otros que caminaban por el mundo agrupados, para hacer más
soportable su miseria. Unos eran poetas alocados, otros violineros sin fortuna
y otros comediantes acompañados por
canes domados…Los niños, si hacía frío, les traían algún fajo de leña y alguna
toza, pero si había niños pobres en aquella cuadrilla, les daban además su
merienda, que solía ser un trozo de pan mojado con vino y azúcar, en algunos
casos.
Cada vez que se marchaban de su
Caseta o refugio, aquellos pobres,resultaba más negra por dentro,tan negra como
su fortuna. Se iban amontonando dentro de la Caseta,deformes botas y
zapatos,que ya tenían separada su suela por la punta , que parecía que abrían
sus bocas como si tuviesen tanta hambre, los zapatos como los que los habían
abandonado. Dejaban en la Caseta , latas, en las que habían cocido patatas,
pero que a última hora, como el cántaro que va a la fuente,se quebraban.
Los vecinos del pueblo no
solíamos entrar, porque allí no había nada útil que sacar,pues allí sólo se
podía sacar alguna “mascarada negra”,botas abiertas y latas viejas.
Pasó, no sé cuando,que se cayó la
chimenea y el agua de lluvia, a fueza de días,noches, meses, estaciones y meses, en una palabra de años,
hizo su labor destructiva.¡Quien no acude a la gotera, acude a la casa entera!.
Pocos días antes de derrumbarse
la Caseta,se refugió en ella el último pobre , que se rfugió en ella. Ya
acudían a refugiarse en ella muy pocos y a veces se les pagaba el autobúas,
para que acudiesen al Refugio Municipal de la capital , que reunía mejores
condiciones.pero había pobres a los que gustaba más,quedarse n el ambiente de
la Caseta de los Pobres,que era más libre porque estos pobres amaban más la libertad.
Ya no podrán permaneces aquí. Por
esto tengo tristeza, pero mi gozo hubiera sido infinito, si con la Caseta de
los Pobres,se hubieran acabado totalmente loas miserias de la pobreza.
Me parece difícil, pues ya hace
muchos años,escuché decir a un pobre.”Se han empeñado en matar a los pobres,
pero se “choderán”, porque cada vez abundarán más”.
Si no se equivocaba, será una
desgracia para todos los hombres y mujeres.
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