Iglesia Parroquial de Arbanies. |
Es el pueblo de Arbaniés más
antiguo de lo que pensamos, pues está en una zona fronteriza entre el Abadiado
de Montearagón y el Somontano de Huesca. Si miras hacia el Norte, parece que te
encuentras en la misma Sierra de Guara. Si miras al Oeste, ves las ruinas del
Castillo- Monasterio de Montearagón, que llenan los corazones de tristeza.
Cuando vas al cementerio, al Este, aparte de recordar a aquellos vecinos tan
nobles y trabajadores de Arbaniés, te impresiona, después de haber
contemplado campos fértiles y
grandes, el enorme barranco lleno de
piedras, que parece que la Sierra quiere bakjar hacia Liesa. Hay caminos que
bajan al fondo, pero que quieren subir a Ibieca y trabajadas por los hijos de
tal pueblo, se encuentra unas cincuenta hectáreas de Arbaniés. Me acuerdo de
Luciano Used, que fue concejal conmigo y que se preocupaba del aprovechamiento de esas
huertas, pero la emigración las dejó abandonadas. El mismo Luciano emigró a
Huesca. Por el Sur se llega a Castejón
de Arbaniés y a Siétamo. Y hoy se ha hecho una carretera entre Castejón y Arbaniés, pero antes era un camino por el que a veces
pasaba yo mismo para ir a buscar al Médico. Otras veces, cuando llovía, tenía
que ir a dar la vuelta por el Estrecho Quinto. Yo fui alcalde durante unos
veinticuatro años y tuve dificultades para poder construir esa carretera. El
río Guatizalema corre por Arbaniés, hacia el Oeste y allí acuden jóvenes a bañarse.
Pero aparte del ambiente geográfico, lo principal es el núcleo del pueblo,
porque cuando subes de Siétamo, te encuentras en primer lugar una ermita
derribada, en cuyo interior hay una losa en que se pueden leer textos antiguos.
Poco después ves la piscina, cuyo terreno lo regaló al pueblo una buena señora,
cuya casa se ve enrejada al llegar a pueblo. A la derecha se contempla una
iglesia que llama la atención por su belleza, pero es de admirar su antigüedad, ya que es del siglo XII. A su lado se alza un
frontón de piedra, uno de los mejores de los que quedan en nuestra provincia. Quedan
frontones, pero ya no quedan
“pelotaires”, porqe ya no queda casi gente en los “lugares”. Quedan muchas
casas pero ya casi no quedan habitantes A mí, personalmente me impresiona Casa
Azara, fundada por un hermano de un antepasado mío de Siétamo. Conocí a su
dueño que era un hombre simpático, casado con una señora de Sasa del Abadiado,
de casa Latorre y de los que queda una hija, en la Residencia de la carretera
de Jaca. En casa de Azara, el último infanzón que allí quedó tuvo seis hijas,
que se casaron algunas en Loporzano y se acabó la familia Azara en Arbaniés.
Pero los Lasierra eran nobles y pusieron en la fachada de su casa un mosaico,
en el que se lee CASA AZARA. Hay varias casas, como casa Lera, casa del
Trujano, casa de mis parientes de Javierre de Castejón, que bajaron de Arbaniés
y casa Monje, donde Julio Barreu se casó con la hija de
Sanchón de Siétamo. Hay otras casas de las que en estos momentos no me acuerdo
de sus nombres, pero de las que tengo recuerdos, pues además de alcalde he sido
veterinario de Arbaniés. No puedo olvidarme de Casa Ciria, pues tenía una buena
amistad con el abuelo, casado con una
Trisán de Fañanás. Su hijo el heredero está casado con una señora de Fañanás y
tienen un sobrino en Huesca, que es una gloria de Aragón porque canta jotas,
como los ángeles y se ha hecho famoso. Hoy, día 15 de agosto de 2012,
seguramente cantará en Arbaniés, donde escucharlo es un privilegio, porque está
rodeado por la Sierra de Guara, por Montearagón y sus sonidos son escuchados
por la iglesia con sus pinturas románicas y por el frontón.
Hoy, en la carretera que va
Huesca, he encontrado un programa de las Fiesta de Arbaniés y en el Bar he
visto algunos otros programas. Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de la
Asunción y se celebra la Fiesta en su día exacto, y es triste recordar que
Antonio Cano, que ya se ha despedido de esta vida hace muy poco tiempo. Era un
personaje humilde, pero noble de Arbaniés
y estaba indignado porque algunos años se cambiaba la fecha de la
celebración de la Fiesta, debido a que coincidía la Fiesta de Arbaniés con la
terminación de las Fiestas de San Lorenzo en Huesca. Por eso cambiaban la fecha
festiva del día quince de Agosto o de la Asunción al próximo fin de semana. Esto
a Antonio le parecía mal y decía que si algún día del año apedreaba o caían
lluvias excesivas,, sería debido al cambio de fecha de las fiestas porque con
tal cambio se ofendía a la Virgen de la Asunción. Este año se celebran las
fiestas en su fecha, lo que promete ”buen año para el que viene”. Por eso todos
los años serán iguales porque esta año se ha usado la fecha festiva auténtica, pero otros años se volverán a
cambiar las fechas verdaderas.
Por eso los de Arbaniés, no se
fían de estos datos para saber si el año será bueno o malo y por eso el día uno
de Agosto, se preocupan de comprobar si la noche ha sido seca o húmeda, y esta
humedad indicaría que el año siguiente no habría “sequero” o sequía. En cuanto
a las olivas, el día de la Virgen de Marzo, día en que se “empreñan” o florecen
las oliveras, se levanta una piedra cercana al río, o “clorizco”, como llaman a esta piedras en el
Somontano y se comprueba si sale la tierra húmeda, es una señal de que ese año
habrá olivas. Pero olvidándose de esos problemas, después del baile, Falces el
pastelero, obsequiará todos los asistentes a las Fiestas con un “delicioso
chocolate”.
Se van acabando los viejos
labradores, en Arbaniés y hay que investigar en los pocos
que todavía viven, por ejemplo a Francisco San Román o Paco el Panadero. Este
hombre es un poeta que ha compuesto a lo largo de su vida poesías de sus viajes por los pueblos
del Somontano, donde repartía el pan de
cada día. ¡Cómo amaba a su esposa , que ya se fue!. A mí ya me va resultando
cada día más difícil hablar con él, porque antes de sufrir un accidente con su
coche, lo encontraba muchos días en el Bar de la Arboleda de Siétamo. Pero me
acuerdo de los relatos que me contaba de su barrio de Arbaniés, hoy totalmente
despoblado y que se encuentra en la carretera
que sube a Bandaliés. El vivía en casa Miguelico, encima de cuya
puerta, se exhibía y todavía se puede
contemplar un “lauburu”,que no sólo era vasco, sino también aragonés. Alrededor
de él estaban “charrando” los vecinos de casa Amarca, de Casa Pepe, al que
murió en la guerra civil y todos ellos han desaparecido del barrio y de
Arbaniés.
¡Que bien suena escuchar los
nombres de las casas, como la de Truján,
de Lera , de Falces, de Miguelico y de tantas otras que parecen estar
olvidadas por los hombres, pero que siempre estarán recordadas por los pocos
que quedan en Arbaniés y de aquellos, que por HUESCA, van con sus jotas y su
corazón obligando a sus oyentes a que se acuerden de Arbaniés.
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