El Criticón lo escribió en
Huesca, Baltasar Gracián y en ella fue editado y es que este ilustre jesuita
encontró en el Palacio de su amigo Lastanosa, una biblioteca en la que se
percató de cómo modelar a los héroes, a
los discretos y en especial a las personas corrientes. Para ello, recopilaba
aforismos o sentencias agudas y doctrinales, que le guiarían en la escritura de
los modos de ser de los hombres; basta recordar El Héroe, El Discreto y más
tarde, El Criticón. Pero Gracián no estudia sólo las sentencias de los
filósofos y de los escritores, sino que recuerda los refranes populares y entre
esas sentencias y estos refranes escribió sus obras que le han dado fama en
toda Europa.
Al escribir El Criticón describe
cómo las fieras en una isla criaron a un niño, al que llama Andrenio y éste
salva la vida a un náufrago, al que pone por nombre Cirilo.
Un caso de esta naturaleza
recuerdo que ocurrió en la India, pero aquella criatura no sólo no sabía hablar,
sino que no había aprendido a usar sus piernas y sus pies en el andar, cuando
éste del que escribe Baltasar Gracián, no sabía hablar, pero cuando lo hizo, expresaba sus recuerdos y
la belleza de los paisajes, de las flores y de los peces.
Estaba el náufrago Critilo
temiendo, “que enfurecidas las olas, le arrebataban para estrellarse en uno de
aquellos escollos”, ”cuando un gallardo joven, alargó sus brazos para recogerle
en ellos, asegurándole la dicha con la vida”. Acudió Critilo a los brazos de
Andrenio, repitiendo “abrazos y razones, preguntándole de su salud y fortuna, y
a nada respondía el asombrado isleño”; se dio cuenta de que ignoraba todas las
lenguas del mundo, en aquella isla desierta. El Padre Gracián definía esta situación,
con estas bellas palabras:”Crecía en ambos a la par el deseo de saberse las
fortunas y las vidas, pero advirtió el entendido náufrago que la falta de un
común idioma les tiranizaba esta fruición. Es el hablar efecto grande de la
racionalidad, que quien no discurre, no
conversa”. Y hay que ver con qué facilidad añade proverbios que confirman sus
afirmaciones, cuando uno lee: ”habla, dijo el filósofo, para que te conozca” y
anima al hombre a leer los libros de “los sabios varones, ya pasados y nos hablan
cada día en sus eternos escritos, iluminando perennemente los venideros”.
Y a medida que Andrenio va
perfeccionando su lenguaje, Cirilo le va explicando la luz de la razón, el
concierto del Universo, la ambición humana, el sol y la luna, el cielo estrellado
y escribe de la Aurora:”Mas ya los clarines de la Aurora, en canto de las aves,
comenzaron a hacer suya a la segunda salida del sol, tocando a despejar
estrellas y despertar flores”.
El mismo Andrenio, cuando ya
sabía hablar algo, le decía Cirilo: ”Me
preguntas quien soy yo y yo deseo saberlo de ti” y Baltasar Gracián hizo
aparecer en su libro El Criticón al niño Andrenio. Y en la Historia de España
ha causado una gran emoción, la aparición en las pantallas, en los altavoces de
los aparatos de radio y ante los ojos de los madrileños, del príncipe Felipe
celebrando su boda con la también hoy Princesa Letizia. Y, como en el caso de
la aparición de Andrenio y de Cirilo, según dijeron al día siguiente en la
televisión, que mientras duró dicha boda, no se dejaron de escuchar en la
Catedral de la Almudena los bramidos que producían las fieras boiras de una tormenta. El Príncipe es hombre
y Andrenio lo fue.
Baltasar Gracián encuentra en el
niño sin madre una larga serie de grandezas y de miserias, como cuando comienza
su vida con las fieras y dice: ”Lo que me lisonjearon las flores tan fragantes,
me entristecieron ya marchitas”.
El Príncipe no es un personaje
ignorante ni ha estado sólo y según la académica de la Historia Carmen
Iglesias, leía cuando era universitario del cuarto curso de carrera de Derecho,
”los textos de diversos clásicos del siglo XVII y centraban la reflexión de
aquel joven universitario”. Habiendo leído obras de sabios del siglo XVII, es
lógico que tenga ya conocimiento de la obra de Gracián, El Criticón, escrita en
dicho siglo.
Hay un paralelismo entre el
Príncipe Felipe y los protagonistas Andremio y Critilo, pues éste se dedicó a enseñarle a su salvador y éste no
paraba de preguntarle y le contestaba:”Visto has, hasta ahora, las obras de la
naturaleza y admirándolas con razón, verás de hoy adelante las del artificio, que
te han de espantar”.
Pero ocurre que el príncipe con
todos sus conocimientos, está más capacitado que Andrenio, para comprender lo
complejo que es el mundo y son los hombres que lo habitan y es por tanto capaz
de dialogar con todos, para que piensen y cambien, a veces, sus opiniones. Seguramente
habrá leído o si no, podrá leer la frase de Horacio que le dijo Critilo a
Andrenio: “Critilo, medio hay en las
cosas, tú no vayas por los extremos”.
Artemio y Critilo también
hablaban de casamientos y en cierta ocasión ”convidábanle a un mozo que tomase
esposa, y respondió: aún es temprano. Y un viejo: Ya es tarde”. Y el Príncipe
ni tarde ni temprano, pero usando la libertad moderna, decidió junto con doña
Letizia, que se ha convertido en Princesa de Asturias, contraer matrimonio. Su
esposa es periodista, culta, sensible y gran lectora y le hace esperar un nuevo
siglo, con un horizonte de porvenir para el pueblo español.
Se han ido de viaje de novios y
el primer pueblo que han visitado ha sido el de Albarracín que está cerca de
Belmonte, en el que nació Baltasar Gracián. Los héroes Cirilo y Andrenio
estuvieron en Huesca visitando la casa del gran amigo suyo, a saber de Lastanosa,
situada frente a la iglesia de los jesuitas. “En su puerta estaba un león, que
le había convertido en una mansísima oveja. Por los balcones había muchas
parleras, digo aves, en conversación”. Unas doncellas ensalzaban a los varones
eminentes, ”señalándole a cada uno su puesto el grande apreciador de las
eminencias, don Vicente de Lastanosa”.
Entre aquellas eminencias se
encontraban don Martín Abarca de Bolea, que vivía en el Castillo-Palacio de
Siétamo, su hija doña Ana-Francisca, que llegó a ser Abadesa del Monasterio de
Casbas, que se cierra y que llegó a participar en el Certamen Literario, dedicado
a la memoria de Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV; estaban también entre los
famosos el Cronista del Reino Ustarroz y Fray Jerónimo de San José. Marchó Cirilo
muy satisfecho al ser felicitado “porque lo vio convertir un villano zafio en
un cortesano galante”.
Como dice el Criticón en su Crisi
octava, hay muchos hombres fingidos y describe un partido de un juego que
entonces no existía: fútbol, diciendo:”Había un gran partido de pelota…las
pelotas eran de viento, tan grandes como cabezas de hombres, que un pelotero
llenaba de viento, por ojos y por oídos, dejándolas tan huecas como
hinchadas…ya estaba tan alta que se perdía de vista; ya tan baja que iba rodando
por los suelos entre el lodo y la basura. De esta modo la fueron peloteando, hasta
que cayó en tierra reventada…y tan a su costa ganaron unos y se entretenían
todos”.”Estas, dijo Andrenio…parecen cabezas de hombres”. Gracián dice en su
libro que los cuadros del pintor El Bosco representaban un mundo loco, pero en
la Crisi VI, del segundo tomo de El Criticón escribe sobre el Saber Reinando y
discutiendo Cirilo y Andrenio, dijo éste:”Antes suelo yo decir que no hay ave
más sagaz ni más política que la paloma”.”¿En qué lo fundas”, le preguntó Critilo y éste respondió:”Como no tiene hiel,
donde quiera halla cabida. No sólo no es temida como la de rapiña ni odiada
como la serpiente, sino acariciada de todos, alzándose con el agrado de las
gentes”, como se ha visto en los lugares que han recorrido. Y añadió palabras
en cuanto a la hembra, ”pues con cuatro caricias que le hace el palomo, le
obliga a partirse el trabajo de empollar y sacar hijuelos…enseñando a las mujeres
bravas a saberse avenir con los maridos”.
Así parece ser la pareja
principesca que tiene España y que sabrá seguir la frase de Gracián:”Así que no
era otra razón de estado como la sinceridad y la mansedumbre de la paloma, y
que ella es la mayor estadista”.
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