En la Ribera de Navarra, a orillas del río
Aragón, ya muy próximo a la geografía aragonesa, se encuentra el último pueblo
navarro de Carcastillo, limitando con el aragonés Sadaba. En aquella tierra,
que limita por el sur las tierras de las Bárdenas Reales, se dan los cultivos
de huerta regados con aguas del río Aragón y se contemplan los rebaños de
ovejas, pero lo que me llamó la atención fue el Monasterio de La Oliva, que se
fundó el año 1134, en pleno siglo XII. Su iglesia consta de tres naves, con
cinco capillas en la cabecera; llaman la atención sus bóvedas de crucería y su claustro gótico del siglo XV.
Me atrajo de
tal manera que me acerqué al monasterio y lo visité, fijándome en su
escudo, que representa un olivo; es curioso que viniendo de Pamplona a Egea, se
pasa por Olite, nombre derivado de Oligito e impuesto por los visigodos, en un
núcleo en el que luchaban contra los vascones. En Aragón existe el nombre de
Olivito, por ejemplo en Siétamo.
Una vez en el Monasterio, el
andar por esos suelos dibujados con guijarros, formando arcos y cuadriláteros,
saliendo a los jardines presididos por cipreses, que están junto a paredes
cubiertas por plantas trepadoras de hojas de color rojo y sentarse en unos
bancos de piedra, impone la paz en los espíritus. Esa paz se consolida y se
convierte en tranquilidad espiritual, escuchando la música con que los frailes
acompañan su cantos, por ejemplo aquel salmo que dice: ”In éxitu Israel de
Egipto-Domus Jacob de populo barbaro”, acompañados por música gregoriana. Otros
oscenses se han sentido atraídos por este ambiente y el difunto profesor de
educación física, señor Solinis, allí iba a pasar largas temporadas.
Ya son nueve los siglos que han
pasado por este Monasterio y todavía sus monjes cistercienses, siguen alabando
a Dios. A pesar de tanta paz y de tanto amor, parece ser que están disminuyendo
las vocaciones religiosas y vemos como se cierran otros monasterios, como el
Casbas, en la provincia de Huesca.
Pero en las calles de nuestras
ciudades, cada día se observa una mayor desconexión con el mundo del espíritu,
sobre todo entre los jóvenes. Siempre se han dado las tentaciones, pues los
demonios se convirtieron en tales porque se dejaron llevar por la idea de ser
dioses, orgullosos de su belleza y en la Sagrada Escritura, es decir en el
Evangelio de San Mateo,4,1 pone:”Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu
al desierto para ser tentado por el diablo”.
Siempre han luchado los diablos, pero ahora se ven más ayudados por las
doctrinas materialistas, dirigidas por
los demoniacos, es decir los hombres totalmente opuestos a esos frailes que
todavía están en el Monasterio de la Oliva. Esos nuevos maestros, que sólo
atienden el consumo y que hacen que los jóvenes busquen el poder, el dinero y
el placer. Tratan de desmitificar los aspectos espirituales de nuestras vidas,
creando nuevos mitos y creando sectas que tratan de confundir el psiquismo con
lo espiritual y tienen sojuzgados a muchos jóvenes con las drogas. Pero así
como hemos hablado de la música espiritual que se oye en el Monasterio de la
Oliva, los jóvenes buscan la música con la esperanza de que sus sonidos llenen
sus vidas y la “nueva sociedad” ya les tiene preparada la música rock. Los
jóvenes tienen sed de música y al quitársela, les hacen sonar el rock, que tantos casos provoca de violencia,
alcohol, drogas e incluso de suicidio. Pero no todas las estrellas y canciones
de Rock son malas, sino el mal uso que
se hace de dicha música. Los jóvenes no buscan el mal por el mal, pero los
Beatles dijeron: ”Nuestra música puede causar una inestabilidad emocional, un
comportamiento patológico, incluso la rebelión y la revolución”.
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