Hoy la gente ya no se distrae con
las leyendas y romances, ni con sus caminatas por los caminos, para ir de un
pueblo a otro. Antes bajaban a Huesca desde Bentué de Rasal, caminando, caminando y volvían a la Montaña escalando
por los montes y las peñas.
Oigan todos los presentes,- hombres,
mujeres y niños- el milagro portentoso-que hace poco ha sucedido. Era una moza
muy guapa-del pueblo de Fañanás-que estaba para casarse-con un mozo de Sipán.
Era el novio el heredero-de casa de un par de güeyes- mica tronera ni pincho-ni
amigo de las mujeres. De mucha disposición dicen que era la doncella-pues sin
ayuda de nadie- masaba siete fanegas. Firmaron los capitulos-en casa del escribano-todos
contentos y alegres-porque era buen apaño. La señalaron a ella-siete onzas en
el día-y treinta duros pa ropa-que
compraron de seguida. El día que les echaron-primera amonestación-ella bajó la
pastura- a los cerdos, con perdón. En tanto
por el corral- vino por San Garrapasio- una tronada muy grande- que a
todos causaba espanto- pegó un trueno que paicía – que el mundo se había
hundido- y una centella cayó- dejándola sin sentido. Del susto de la caída –
pues no se sabe de cierto- la pobrecita doncella-enfermó de un abrispero- lo
cierto es que le salió-en sitio particular-pues sólo puede decirse- que no se
podía sentar. El ministrante asustado- al ver aquella apostema-aconsejó la
llevaran- a los trujanos de Huesca. En un vulquete la echaron-dicen que
arropada en mantas- y arrearon pa la ciudad- un sabado de mañanas. Llegaron a
medio día- y frente a Santo Domingo. La pobrecita doncella, aclamaba dando
chilos.Curame Santa Barbara-curame esta barbaridad-mira que si no me curas-será
grande mi desgracia- pues no encontraré acomodo- y me dirán que tengo tacha.A
la santa se aclamó –con tanta fe y tan de veras-que los dolores pasaron-al
llegar a la Pedrera. En casa de Escusacenas-donde fueron a comer-sana y buena
se bajó-del vulquete por su pie. Gracias te doy, Santa mía- arrodillada le
dijo- pues no quieres ni consientes- que me quede en el bacibo (vacío o
soltera). La boda se efectuó-hace dos meses y medio- y el matrimonio a la
novia- se dice que la hizo pruebo”.
Entonces el que sabía escribir
apuntaba notas en sus papeles, que llevaba en el bolsillo. Cuando pasaba un
montañés por el río Irués, afluente del
Cinca, se apuntaba su paso por Badasa
y Lafortunada, debajo del Mesón de Salinas, donde ¿se sigue?, la carretera de Bielsa y Francia y
la del Valle de Gistain.Y escribía recuerdos de aquellas marchas a pie, por
semderos y caminos.
El cultivo moderno de la tierra
ha eliminado los alcarabanes (corredores), las lechuzas, los picaguaceros, los purputes, etc.,etc.
La tierra se ha trabajado constantemente para que la gente comiera el pan
nuestro de cada día, y el aceite y el pollo y el cerdo, lo mismo. Antes todos
los años veíamos arder la Sierra de Guara y eran los pastores los que abrasaban
los matojos leñosos y mataban todo lo que salía, para que luego brotaran nuevas plantas verdes. Ahora
ya no arde cada año la sierra de Guara y casi no van ovejas a pacer, por el
Monte de Montearagón.
Antes la gente andaba por los
barrancos, como por el de Blecua, donde incluso había fuente muy abundosa en
agua y lavaderos, entre otros el romano
y las mujeres bajaban en los burros, para
echarse algún trago o para llenar sus botijos, pero ahora no hay quien entre en
dicho barranco. Hay unas junqueras, barceras, matas de carrascas y de todo lo que se cría
cuando no se cultiva.
Ahora la gente no necesita el
barranco, porque ahora están las lavadoras. El tiempo nos ha hecho viejos y no
podemos comprender a los jóvenes y a su forma de vida. Ha cambiado la vida,
desde que íbamos a caminar, echando algún trozo de pan acompañado por
un“chulla” de tocino. Ahora, cuando vamos en algún automóvil y vemos algún amigo, ¡como ha cambiado la vida!, nos echamos
algún trago de café.
Y ya no recorremos los caminos ni
los Montes y las Peñas, porque con el automóvil, tanpronte estamos aquí como
allá.
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